La sorpresiva renuncia de la directora de TransMilenio, Alexandra Rojas, le pone más leña al fuego que amenaza al sistema de transporte masivo en Bogotá. En efecto, su delicada situación financiera hace temer un retraso importante en los cambios estructurales que se requieren para mejorarlo.La percepción popular acerca de TransMilenio se encuentra en uno de sus peores momentos ante el alto nivel de hacinamiento, inseguridad y falta de civismo de los usuarios en el sistema. Hasta ahora no han comenzado obras fundamentales, ni la renovación de la flota, ni la ampliación y construcción de nuevas troncales. Mientras tanto, se le siguen dando largas a la eliminación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) ‘provisional’.Le puede interesar: Aumento en la tarifa de estacionamiento en Bogotá: ¿cura o enfermedad?Para completar el crítico panorama, las tarifas al alza generan inconformidad entre los usuarios. Desde que llegó Peñalosa la tarifa de los buses articulados ha pasado de 1.800 en 2016 a 2.300 pesos a partir del primero de febrero. Además, la Alcaldía ha anunciado su intención de fijar una sobretasa de 15 pesos por minuto a las tarifas de los parqueaderos para ayudar a financiar el transporte público. Y eso ha desatado el inconformismo de la ciudadanía que aún no percibe mejoras considerables en el servicio.Le sugerimos: "La opción de no hacer nada en la Séptima no es viable": BocarejoDeberá enfrentar retos mayúsculos quien llegue a dirigir TransMilenio, un sistema que hoy transporta a diario cerca de 2,5 millones de personas, una población equivalente a la de Barranquilla. El primer problema es su enorme déficit financiero, que el año pasado superó los 600.000 millones de pesos. Desde 2010 la Secretaría de Hacienda del Distrito ha tenido que girar más de 2,5 billones de pesos para sostener el sistema. El grueso de este boquete corre por cuenta del SITP, puesto que su operación cuesta mucho más que lo que pagan los usuarios. Por cada pasajero el Distrito tiene que aportar 1.105 pesos. En TransMilenio esa cifra solo llega a 10 pesos y las tarifas prácticamente cubren los costos de operación.Cerrar esta enorme brecha exige renegociar los contratos del SITP y finalizar la integración, pues “el problema no podrá resolverse con alzas adicionales en las tarifas del transporte público, ni estrangulando el bolsillo de los usuarios con cargos a la tarifa de los parqueaderos”, afirma Fernando Rojas Parra, experto de Gestión Urbana.Además de tomar medidas para reducir el déficit financiero del sistema, el nuevo director tendrá que sacar adelante la licitación para renovar la flota de buses, ampliar la red de troncales y consolidar un verdadero sistema integrado de transporte.Le recomendamos: La batalla por la Séptima, la vía emblemática de BogotáEn diciembre la empresa anunció que durante el primer mes del año publicaría los prepliegos de las licitaciones para reemplazar 1.450 buses articulados y biarticulados asociados a las fases I y II del sistema y con nuevas tecnologías. Eso requerirá que el sector privado invierta alrededor de 1,5 billones de pesos en una concesión a 12 años. El nuevo modelo separó el negocio en dos componentes: uno para proveer la flota y el otro para operarla y mantenerla. El proceso debe arrancar este año para que los buses comiencen a llegar en 2019.También se espera que hacia mediados del año arranque la construcción de la troncal de TransMilenio por la carrera Séptima, con una inversión por 2,4 billones de pesos y la ampliación de la troncal Caracas desde Molinos hasta Yomasa, que demandará invertir 986.000 millones de pesos. Además, hay que acelerar los diseños de las troncales de las avenidas 68 y Ciudad de Cali para empezar su licitación en diciembre y poder dar inicio a las obras a mediados de 2019. La inversión total en troncales de TransMilenio durante los próximos años alcanzará entre 5 y 6 billones de pesos (sin contar Soacha, que podrían ser 902.000 millones adicionales). En fin, los intereses en juego son enormesSin embargo, el principal reto, en medio de todas estas tareas y obras, será recuperar la confianza y el sentido de pertenencia de los capitalinos por el sistema. Según Bogotá Cómo Vamos, el 60 por ciento de la ciudadanía piensa que TransMilenio ha empeorado y el porcentaje de satisfacción de los usuarios del sistema solo llega a 19 por ciento. Por todo esto, será difícil encontrar justo en este momento quién se suba a semejante bus.