Después de leer Cien años de soledad, el director italiano Francesco Rosi se enamoró de Gabriel García Márquez. A finales de 1967, lo conoció en Barcelona y entabló una amistad. Se veían dos veces al año, siempre con la idea de unir sus talentos. Y cuando años después García Márquez publicó su novela Crónica de una muerte anunciada, Rosi vio una oportunidad de oro: la historia del Nobel colombiano era perfecta para producir un gran drama cinematográfico.Hace 30 años, en abril de 1983, SEMANA publicó la primicia: Rosi le había propuesto a Gabo hacer una película, y este le había dado su autorización. Los detalles habían empezado a concretarse. Se rodaría en Villa de Leyva, Mompox y Cartagena, e incluso se conoció que actrices de la talla de Isabelle Adjani y Ornella Muti se estaban disputando los papeles protagónicos. La revista enfatizó, sin embargo, que más allá de las buenas noticias había problemas de financiación y que por ello el proyecto todavía era incipiente. Pero el tiempo pasó y el sueño de Rosi se cumplió. La producción ítalo-colombiana superó las barreras y se estrenó en el Festival de Cine de Cannes en 1987.