Hace 30 años, SEMANA se preguntó hasta qué punto estaban sometiendo a los jóvenes a malos tratos durante su paso por el Ejército. Los bachilleres habían estado entrenando bajo el sol cuando de repente colapsaron por efecto de la insolación y la deshidratación. El general Armando Arias, comandante de la XIII Brigada, lamentó lo sucedido, pero confrontó las críticas recordando que no eran los únicos casos. La opinión, sin embargo, no dio tregua y los reproches se exacerbaron cuando un exrecluta llamado Rafael Rodríguez salió ante los micrófonos a comparar los entrenamientos con “torturas”. El escándalo llevó a los altos mandos a hacer un llamado de atención interno, pero en realidad solo sirvió para justificar una práctica que con el tiempo se volvió masiva: comprar la tarjeta militar para evitar que los hijos prestaran el servicio.