A OPERACION FUE RELAtivamente pequeña en términos militares, pero cuando los tres jets F-16 de la Fuerza Aérea de Estados Unidos atacaron las posiciones serbias alrededor del enclave musulmán de Gorazde, se dio un paso de la mayor trascendencia para el manejo de la guerra civil yugoslava. Los aviones actuaron bajo la bandera de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y de hecho cumplieron la primera misión de guerra ejecutada por esa entidad en sus 45 años. Desde el año pasado el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, debatía con sus aliados la necesidad de detener la carnicería orquestada por los serbios sobre poblaciones indefensas. El ataque se convirtió en la demostración de que los organismos internacionales sí tienen dientes, porque Gorazde era un lugar de refugio seguro declarado por la ONU y defendido por cascos azules. El riesgo más grande reside en Rusia, que no fue consultada y es un aliado histórico de los serbios. El problema no es tanto la reacción de Boris Yeltsin, como la de sus opositores que consideran que Moscú ha resignado su importancia mundial. El otro riesgo es aún más indeterminado y se cifra en la reacción de los serbios. Porque si los bombardeos no los detienen, no quedaría más remedio que enviar tropas de tierra, lo que podría complicar y ampliar el conflicto antes que detenerlo. -