Ahí estaban todos. Los acordeoneros, los cajistas, los que tocan la flauta de millo, los que agitan la guacharaca, los que cantan, los que escriben canciones, los que componen música, los campesinos, las mujeres que lavan su ropa y la ropa ajena en el río, los que buscan agua en el desierto, los contadores de historias, los que escuchan esas historias, los enamorados, los que no tienen corazón, los que son infieles, los que no son infieles. Ahí estaban todos, concentrados alrededor del cuerpo acostado de Alejo Durán. Si este hombre que murió a los 70 años, víctima de una premonición que tuvo muchos años atrás ("Por si acaso yo me muero, me muero es del corazón... Se llevan al cementerio este pedazo de acordeón..."), hubiera podido contemplar el espectáculo que lo rodeaba, se hubiera reído, se hubiera levantado y los hubiera enviado a todos al carajo, como en otras ocasiones, cuando se encontraban en medio de la parranda en Valledupar y al otro lado de la plaza estaban los amigos de siempre: Alfonso López y la "Niña" Ceci, Rafael Escalona, Gabriel García Márquez, Alvaro Cepeda, Germán Vargas, Quique Scopell, David Sánchez Juliao, Alfredo Gutiérrez y otros más. Ahí estaban todos, cumpliendo con el ritual para que Alejo Durán se sintiera menos solo. Y comenzaron a contar anécdotas de esos 70 años de vida, bien vividos, como la vez en que llegó con Abel Antonio Villa y conoció a un muchacho que apenas estaba empezando, le dio una palmada y le dijo que tocara y Alfredo Gutiérrez tocó y desde ese momento se hicieron buenos amigos, mejor, se hicieron compadres para siempre y Gutiérrez hablando en un susurro decía a quienes tenía más cerca: "Alejo era como Pelé, hacía el verso de sus canciones muy fácil, sin tantas arandelas, eso era de lo mejor de él, esos versos que todo el mundo captaba enseguida". Se queda callado y entonces dice: "El siempre tenía un consejo a la mano, siempre te estaba diciendo cómo debías actuar, lo que debías hacer para que te fuera mejor en la vida. Por ejemplo, me decía, usted nunca esté celoso de los demás, nunca sienta celos de los triunfos ajenos, deje que los demás se ganen la gloria, que mi Dios no abandona a nadie y usted nunca estará abandonado". Entonces otro de los presentes recuerda otro momento con Alejo y dice: "Siempre nos preguntábamos de dónde sacaba la inspiración, cuáles eran los elementos que pesaban sobre su corazón al momento de hacer sus canciones y el 'Negro' siempre tenía una respuesta para todo. Decía: 'Los dos temas de mis canciones son: emociones y decepciones. Con la vida, con las mujeres siempre me emociono y siempre me decepciono'".Entonces otro de los amigos mete la cuchara: "Los críticos dicen que Alejo no era un virtuoso, que no era un sabio del acordeón, que otros tocaban mejor que él. Es cierto, no era un purista. Pero, en cambio, lo que le faltaba en ciencia le sobraba en emociones, en sabiduría popular y quizás en la historia del vallenato en Colombia nadie ha tocado ni tocará jamás como Alejo. Es que cada una de sus canciones, aun las más alegres, era un verdadero lamento, era un grito que le salía del corazón, de las mismas entrañas, y aun los más insensibles tenían que soltar una lágrima, aunque fuera a escondidas"'.Otro que ha estado escuchando atentamente dice: "Es que el 'Negro' innovó en la forma de tocar el acordeón. Antes de su aparición, los bajos del acordeón prácticamente no existían. El los sacaba. Sabía sacar esos bajos que estremecían a la muchedumbre, sobre todo durante esos festivales de la Leyenda Vallenata". Acostado, el "Negro" debía estar escuchando el recuento de su vida: siempre se consideró un auténtico campesino, tuvo 25 hijos de los cuales sobreviven 18 y oficialmente como dicen en la Costa, vivió maritalmente con diez mujeres, algunas de las cuales estaban ahí, discretas, aguantando con estoicismo el negro de los vestidos con el calor de Planeta Rica. Compuso más de 300 canciones y la más popular, además de "Este pedazo de acordeón", era una que dice y seguirá diciendo:"Como Dios en la tierra no tiene amigos Como no tiene amigos anda en el aire Como Dios en la tierra no tiene amigos Como no tiene amigos anda en el aire Tanto le pido y le pido, ¡Ay hombe! Siempre me manda mis males Ay, pobre mi Alicia, Alicia adorada Yo te recuerdo en todas mis parrandas".Era de Juancho Polo Valencia. Los recuerdos: fue el primer acordeonero que ganó el Festival de la Leyenda Vallenata, en 1968. Su primera canción, "Las cocas", la compuso en 1943 y un tema llamado "Entusiasmo por las mujeres" lo convirtió en el vallenato con más discos grabados. Su primer disco de larga duración se llamaba "Canto a Sabana". "Alicia Adorada", " Campanales", " Este pedazo de acordeón", "039", "Flor de María", "La perra", "Ron con limón" son algunos de los temas de un repertorio que incluía mujeres, amores perdidos, paisajes, tierras del corazón, infidelidades, amigos que ya no volvían... Nacido el 9 de febrero de 1919 en El Paso, Magdalena, vivía desde hacía 28 años en Planeta Rica, pero con frecuencia viajaba por otras regiones del país y regularmente se presentaba en escenarios internacionales. Los amigos siguen recordando al 'Negro', que pronto los mandará a callar. Así recuerdan sus frases: "El hombre nunca tiene tierra ni pueblo. Su tierra y su pueblo son donde le vaya bien"; "¿A qué más le puede uno componer, que a la emoción y la decepción? Pero la emoción es el campo más bonito. ¿Por qué creen ustedes que tuve 25 hijos?". Simplista, huyéndole a la publicidad y a las entrevistas, prefería quedarse en su hamaca, en medio de las vaharadas de calor y moscas, que ese viernes en Planeta Rica eran espantadas por los acordeoneros que bajaron de todas partes. Ahora, la parranda será un pretexto para oírlo cantar de nuevo y, en el fondo, escuchar también las carcajadas de otro que gozaba hasta el capullo de la vida, el "Nene" Cepeda, a quien Alejo le decía: "Cabellón, ¿cuándo es que vas a tener juicio, ah?".