La suerte quedó echada. Con el apoyo de los colombianos en las urnas a la continuidad del proceso de paz del presidente Santos, a Uribe y sus seguidores no les queda camino distinto que dedicarse a estructurar una alternativa de oposición democrática. Y eso harán, y no será una oposición cualquiera. Se trata de un capital de más de siete millones de votos ideológicamente cohesionados y unos 40 congresistas en el parlamento, frente a lo cual los colombianos presenciaremos un escenario político al que no estábamos acostumbrados. Pugnaz sí, inevitable también.Por eso mismo, la apuesta del Gobierno no se puede extender incesantemente en el tiempo sin mostrar nuevos resultados. El reloj corre en su contra y la cuenta de los colombianos comenzó el mismo día de elecciones.El presidente reelecto no sólo enfrenta entonces el reto de firmar el acuerdo completo en La Habana con un tiempo limitado, sino que le corresponde convencer auténticamente a los colombianos de las bondades de aquel documento y refrendarlo por la vía popular, como lo prometió. Para eso, y para lograr la implementación real de ‘la paz’, Santos no podrá obviar la importante masa electoral que Uribe representa ni tampoco podrá marginar indefinidamente al expresidente de ese proceso si quiere que el resultado de las negociaciones sea contundente y sostenible en el tiempo.Pero ¿cómo traer a Uribe a la paz? Esa pregunta se la hacen de Humberto de la Calle para abajo, conscientes de que sin Uribe dentro del engranaje de las negociaciones, todo se complicará.La opción de callarle la boca al expresidente mostrándole que es posible una paz respetuosa de las víctimas, con un esquema de justicia transicional tolerable, sin la impunidad total de la que hablaron los uribistas a lo largo de la campaña, sería la deseable. Sin embargo, ello no garantiza que las voces críticas de los líderes del Centro Democrático se conformen y bajen su tono. Algún argumento nuevo encontrarán y habrá un electorado ávido de esos dardos y el bloqueo de ‘la paz’ entonces persistirá.Queda una alternativa, tentadora para el Gobierno y los simpatizantes de la paz, pero peligrosa por arbitraria y dictatorial: mover el aparato de la justicia en contra de Uribe para llevarlo a la cárcel si no acepta vincularse a la paz.Las FARC lo han dicho, a través de su vocero Iván Márquez: “Un individuo, como Uribe, identificado plenamente como uno de los máximos responsables de la violencia ejercida desde el poder contra los de abajo, no podría tener perdón”.Pero me parece más grave oírles una tesis similar a algunos miembros de la izquierda democrática y a otros personajes de esos que le hablan al oído a Santos, que consideran que el escenario de Uribe en la cárcel puede llegar y que sería deseable para quitarse al exmandatario de en medio.La cárcel como arma de chantaje contra Uribe si no entra al movimiento de la paz, es una alternativa que flota en el ambiente. Con un fiscal que ha dado pocas muestras de ecuanimidad e independencia y una justicia que guarda –con razones o no– un desprecio enorme hacia Uribe, la hipótesis de acelerar los procesos judiciales en contra del expresidente y su entorno para llevarlo por esa vía al sometimiento de la paz santista, está ahí. Peligrosamente y tentadoramente ahí.En los próximos días Uribe recibirá el campanazo: su exministro de agricultura Andrés Felipe Arias será condenado, lo mismo que sus excolaboradores de Salud, Diego Palacio y del interior Sabas Pretelt.De la composición de la comisión de acusaciones a partir del próximo 20 de julio dependerá en buena medida el ritmo en que se muevan los más de 200 expedientes que reposan allí en contra de Uribe por hechos denunciados durante sus ocho años de gobierno y en ese frente puede haber también sorpresas. Que la justicia funcione, ¡sí! Que haya condenas contra los responsables de cualquier delito, ¡también!... pero todo sobre la base de una argumentación jurídica sólida y unas pruebas que no dejen espacio a la duda. La cárcel como chantaje no debería ser tolerable ni para Uribe ni para nadie. Lo cierto es que algunos están trabajando para llevar al expresidente a ese dilema: paz o cárcel. ¿Será esa la jugada? Twitter: @JoseMAcevedo