Lo primero que dijeron los amigos cuando supieron que había sido invitada a cubrir la Convención de la ONU contra el Crimen Organizado Transnacional en Sicilia, Italia, es si don Vito Corleone había enviado el pasaje. Y en efecto, el más significativo episodio de la reunión mundial en Palermo iba a ser la inauguración en Corleone, el lugar de origen del capo de El Padrino, de un Centro Internacional de Documentación sobre la Mafia y sobre el Movimiento Antimafia. El 12 de diciembre el presidente de Italia, Carlo Ciampi, y el secretario general de la ONU, Kofi Annan, inauguraron el centro en un orfanato de niñas construido en 1610. Corleone se volvió sinónimo de Cosa nostra desde los años 70, no sólo por la película de Hollywood sino porque tres de sus hijos, Luciano Liggio, Bernardo Provenzano y Salvatore ‘Toto’ Riina dominaron la mafia palermitana, y este último, Riina, se convirtió en ‘il capo di tutti capi’ de la organización siciliana. La lucha por el control de la mafia que dejó cientos de muertos, entre ellos muchos jueces y sindicalistas, le dio la vuelta al mundo. Con el asesinato de los jueces más valientes frente a la ‘familia’ de Riina, Giovanni Falcone y Paolo Borselino en 1992, la sociedad italiana terminó de despertar de cierto letargo cómplice e inició la persecución de los criminales. Riina cayó preso en 1993, Liggio murió en la cárcel y Provenzano ha estado escondido por tantos años que es casi una leyenda. SEMANA quiso entrevistar al alcalde Pippo Cipriani, pero no estaba. Fue el primer alcalde elegido popularmente en 1993 y reelegido en 1997. Un hombre de izquierda que tuvo el valor, junto con muchos otros corleoneses, de haber continuado una especie de movimiento de resistencia al imperio dominante de la mafia. “La lucha contra la mafia en Corleone ha sido siempre fuerte”, dijo Cipriani el día que se inauguró el Centro Antimafia. “En esta ciudad han vivido y luchado y algunos han sido sacrificados, sicilianos valientes como el alcalde Bernardino Verro en 1915 y el líder sindical Placido Rizzoto, muerto en 1948”. Estaba en cambio en el Centro Antimafia —apenas a un par de cuadras de la alcaldía— Dino Paternostro, uno de los líderes del movimiento antimafia corleonés que sobrevivió los años 80, mientras Riina y sus secuaces volaban jueces y ametrallaban a quien dañara sus negocios. Allí en el centro, en medio de las enormes imágenes de las víctimas; allí, delante de las borrosas fotografías de los capos caídos en desgracia, Paternostro, un hombre grande y enérgico, contó su historia.“La lucha contra la mafia es tan vieja como la mafia, dijo. Empezó en los tiempos de las revoluciones campesinas, que se alzaron contra los primeros mafiosos, dueños de tierras, a finales del siglo XIX”. Relató luego la historia de la alianza entre mafia y fascismo y después la de aquel famoso boss italo-norteamericano Lucky Luciano, que les facilitó a los aliados desembarcar en Sicilia en la guerra y, a cambio, logró que le dieran el control de muchos gobiernos locales. “Nosotros, los hijos de los campesinos que lucharon por su tierra, crecimos entre el miedo a la mafia que persiguió a nuestros padres y la vergüenza de vivir en una ciudad que convivía con la mafia como si no pasara nada”, explica. Su vía de salida fue tratar de cambiar la cultura.“Teníamos que mirar de frente a la mafia, decir sí existe y hay que luchar contra ella”, cuenta Paternostro, quien con varios coterráneos creó el periódico Citá Nuove en 1989. En éste publicaron los muertos, los héroes, los jueces que no se intimidaron. En 1991 la sede del periódico fue quemada. Pero continuaron. Ahora su lucha empieza a fructificar. El movimiento de Manos Limpias, que sacó a muchos políticos corruptos —que en Sicilia estaban aliados con la Cosa nostra— les ayudó, pues el poder se renovó. La caída del muro de Berlín también fue fundamental, pues aun si la mafia era mala, ayudaba a contener el comunismo, y por tanto los grandes poderes occidentales la trataban con tolerancia. “La cultura sobre la cual se afianzó la mafia, explicó Daniele Billitteri, periodista de Giornale di Sicilia, es aquella por la cual la gente pide favores, no exige derechos”. Esa es la que ha empezado a cambiar. Sí, es un secreto a voces, que la mafia no ha muerto y que sigue controlando los contratos de Sicilia. Pero al menos algunos se atreven a denunciar. Por eso Billitteri dice que “el arma más grande contra la mafia es la cultura”. Y Paternostro sabe que el sólo hecho de abrir un centro de investigación de la mafia es testimonio del cambio cultural y , a su vez, ayuda a transformar la mentalidad de los que vienen. “Los niños pueden visitar este centro, ver aquí en las paredes el testimonio de su crueldad”.La Conferencia en Palermo y la convención que se firmó, que agiliza la persecución de los tráficos ilícitos de personas, drogas, dineros sucios, es otra muestra de que en Sicilia hay una revolución antimafiosa, construida sobre el sacrificio de muchas personas. Al salir de Corleone el empleado de la gasolinera dijo algo sorprendente: “Ustedes son periodistas, ya fueron al Centro Antimafia, ya almorzaron, ya preguntaron, ahora no sigan indagando por las propiedades de Toto Riina”. Cómo sabía lo que los enviados habían hecho todo el día en este pueblo de tráfico intenso es un enigma. Pero el episodio confirmó que la mafia todavía tiene ojos por todas partes.