Los tatuajes se han convertido en una práctica muy común, sin embargo, los riesgos no se pueden tomar a la ligera. Entender las precauciones de seguridad básicas y el cuidado posterior, así como la alimentación que se puede consumir, es clave para el éxito del mismo y evitar complicaciones.

Los tatuajes atraviesan la piel, lo que significa que sería posible que se presentaran infecciones y otras situaciones, entre algunos casos reacciones alérgicas a las tintas, problemas de piel como inflamaciones, enfermedades transmitidas por la sangre y complicaciones en las resonancias magnéticas, según el instituto Mayo Clinic.

Por esta razón, expertos indican que es importante tomar una serie de precauciones, como mantener la piel tatuada limpia, aplicar un humectante varias veces al día, evitar la exposición al sol, evitar nadar mientras el tatuaje se cura, utilizar la ropa indicada que no se adhiera y no quitar las costras, pues esto aumentaría el riesgo de infección y puede dañar el diseño y provocar cicatrices.

También es clave no afeitar ni depilar la zona del tatuaje hasta que esté completamente sano, dejarlo al descubierto para facilitar la cicatrización y, por último, no realizar ejercicio durante los primeros días; en especial si es un tatuaje que está localizado cerca de las articulaciones como el codo o las rodillas, pues el movimiento hará que tarde más en sanar.

Lo que se puede comer

Sin embargo, además de los cuidados propios en la piel en donde se realizó el tatuaje, también es importante llevar una alimentación indicada, pues esto puede influir en el proceso de cicatrización.

Los tatuajes deben manejarse con determinadas precauciones para evitar infecciones y posibles afecciones en la piel.

Existen alimentos que ayudan a disminuir la inflamación y a acelerar el proceso de cicatrización, como lo son aquellos ricos en omega 3, vitamina C y vitamina A, como es el caso del salmón, el aguacate, la naranja, el pimentón, entre otros, por lo que deberían incluirse en la dieta, indica el portal Tua Saúde.

Por el contrario, existen otros que deben dejarse de lado para evitar irritaciones o afecciones en el tatuaje. En este listado se encuentran los refrescos y jugos envasados; las frituras y alimentos ricos en grasas como papas fritas, pasteles fritos, comidas rápidas y pizza congelada; carne con grasa y embutidos como salchicha, jamón serrano, longaniza, tocino, mortadela y salami.

Tampoco es recomendable incluir en la dieta de los días posteriores a que la persona se ha realizado un tatuaje, alimentos ricos en azúcares e industrializados como dulces, galletas rellenas, pasteles, masas prefabricadas para tortas, chocolates, barras de cereal; fideos instantáneos, caldo de carne en cubos, helados, salsa de tomate, mayonesa y cualquier otro tipo de salsa comercial y bebidas alcohólicas.

El consumo excesivo de estos alimentos aumenta la inflamación y dificulta el proceso de cicatrización de la piel, debiendo evitarse durante dos a cuatro semanas, que es el período de mayor cicatrización, asegura el mencionado sitio web.

Alimentos para acelerar la cicatrización

Para acelerar el proceso de cicatrización de la piel, se deben consumir alimentos ricos en vitaminas C, E y A, pues poseen acción antioxidante; compuestos antiinflamatorios, como el omega 3; y alimentos ricos en proteínas, ya sean de origen animal o vegetal.

Algunos alimentos ricos en antioxidantes son: avellanas, cacahuates, almendras, aguacate, calabaza, zanahorias, naranjas, brócoli, ajo, cebolla, frutos rojos, tomates, mandarina, mango, camote, acelgas, pimentón y espinacas, por ejemplo.

Por otra parte, los alimentos antiinflamatorios son aquellos ricos en grasas buenas, como el salmón, atún, sardina, aceite de oliva y las semillas de chía, linaza y sésamo.

Asimismo, los especialistas indican que los alimentos ricos en proteínas también favorecen la cicatrización de la piel, debido a que forman parte esencial de la estructura de los órganos, vasos sanguíneos, células y tejidos. Algunos de ellos son: huevos, lentejas, frijoles, leche y yogures descremados, quesos bajos en grasas, pescado, pollo y pavo.

Las cantidades de estos productos que debe consumir una persona dependen de la edad, sexo, actividad física y si posee alguna enfermedad o no. Por ello, lo especialistas indican que lo ideal es acudir a un nutricionista para que realice una evaluación completa y elabore un plan de alimentación adaptado a las necesidades.