De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia en el mundo y representa más del 60 % de los casos.

Esta enfermedad se caracteriza por deteriorar la función cerebral, lo que obstaculiza el desempeño normal de las personas en los distintos ámbitos. Una de las consecuencias más graves de esta condición de salud es la pérdida de la memoria, a tal punto de que no se reconocen las personas y elementos que solían ser familiares.

Esta enfermedad se considera progresiva porque, según detalla la Asociación de Alzheimer, los síntomas aparecen lentamente y tienden a empeorar con el paso de los años.

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Cabe decir que, pese a lo que se puede creer, esta enfermedad no es inherente al envejecimiento; sin embargo, la edad sí es considerada como un factor de riesgo para el desarrollo de esta afección. De hecho, según señala la mencionada entidad, la mayoría de los pacientes de esta clase de demencia son adultos mayores de 65 años.

“En sus primeras etapas, la pérdida de memoria es leve, pero en la etapa final del Alzheimer, las personas pierden la capacidad de mantener una conversación y responder al entorno”, detallan desde la organización que difunde información acerca de esta enfermedad.

Por su parte, el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento, una división de los Institutos de Salud de EE. UU., dice que la enfermedad de Alzheimer continúa siendo objeto de estudio por parte de científicos que continúan buscando respuestas a los procesos que ocurren en el cerebro de los pacientes. con esta condición.

Según la institución, un aspecto que están analizando los expertos es que los cambios en el cerebro tienden a comenzar mucho antes de la aparición de los síntomas de la enfermedad.

Entre los procesos que tienen lugar en este órgano vital, el NIA (por sus siglas en inglés) indica que se generan “cambios tóxicos”, como la acumulación de proteínas que forman las placas amiloides y ovillos de tau, esto a niveles fuera de lo común. De acuerdo con los expertos de este portal, también suelen deteriorarse las neuronas, reconocidas por su importante función de comunicar las señales del cerebro con el resto del organismo.

“Parece que el daño inicialmente ocurre en el hipocampo y la corteza entorrinal, partes del cerebro esenciales para formar recuerdos”, indica el artículo de la entidad.

Es así que cuando se logra detectar la enfermedad, ya la función cerebral se ha deteriorado significativamente, sin saberlo incluso.

También resulta complejo diagnosticar esta afección debido a que la sintomatología puede variar de acuerdo con cada persona. Mientras algunos pacientes tienden a notar problemas con su memoria, otros pueden presentar dificultades para realizar tareas que requieran el pensamiento o la función cognitiva, los cuales pueden parecer menores o simples achaques de la edad.

Toda vez que estos síntomas empeoran, es posible que exista una condición que esté afectando la salud del cerebro, como el Alzheimer.

Como indica la Asociación del Alzheimer, conforme se agrava la enfermedad, los síntomas son cada vez más incapacitantes, como la desorientación, los cambios en el comportamiento, la confusión y la paranoia.

En una etapa avanzada de la enfermedad, la persona puede ser incapaz de recordar a sus familiares, tener noción del tiempo y el lugar, ser más iracundos, sospechar de sus enfermeros y compañeros de casa, inclusive pueden desarrollar complicaciones para realizar funciones básicas como tragar o caminar. De estos síntomas son conscientes los demás, pero no quienes padecen la enfermedad.

La instituciones siguen llamando la atención sobre la importancia de reconocer las características de la enfermedad y entender cómo funciona para atender adecuadamente a quienes deben convivir con esta afección limitante por el resto de sus vidas.