Parece ser una tendencia recurrente que cada semana surja un nuevo estudio que proclame los beneficios para la salud de ciertos alimentos o bebidas que, en realidad, no son tan saludables como parecen. Un ejemplo reciente es un estudio que afirma que los jugos de fruta, que contienen solo azúcares naturales, pueden reducir la presión arterial de manera leve pero significativa cuando se consumen con moderación.

Estos hallazgos a menudo generan titulares que sugieren que beber jugo de fruta regularmente puede ser una solución efectiva para combatir la hipertensión, lo cual, si se toma de manera literal, es una afirmación errónea.

Según la OMS, la hipertensión es una causa para el desarrollo de enfermedades cardíacas. | Foto: Getty Images

Hablando con nutricionistas y expertos en salud, se descubre rápidamente que los jugos de fruta, incluso si no tienen aditivos ni azúcares añadidos, no son tan saludables como se podría pensar inicialmente. Es cierto que los jugos completamente naturales, especialmente los elaborados con frutas de bajo índice glucémico como los frutos rojos, pueden tener beneficios para la salud. Sin embargo, en el caso de preparar un batido, por ejemplo, es recomendable combinar la fruta con verduras para aumentar la ingesta de fibra y evitar picos extremos de azúcar en la sangre.

La doctora Federica Amati, médica y nutricionista con especialización en salud pública, se refiere a este fenómeno como el “efecto etiqueta de salud”. Este término se utiliza para describir cuando los alimentos ultraprocesados u otros productos envasados se etiquetan con afirmaciones como “buena fuente de vitamina D” o “ricos en fibra” para dar la impresión de que son opciones saludables, cuando en realidad no lo son.

Alimentos y bebidas que pueden parecer sanos, pero no lo son

Jugos y batidos comprados en el supermercado

Un claro ejemplo de estas etiquetas que promocionan productos como “fuente de vitaminas”, que están “hechos con fruta real” y que supuestamente cuentan como “1 de tus 5 frutas al día”, son los jugos y batidos de fruta disponibles en supermercados. Estas bebidas dulces tienen un impacto directo en el aumento del riesgo de caries en niños y en el riesgo de obesidad y diabetes tipo 2 en adultos.

Barritas proteicas

En muchas ocasiones, estos productos son comercializados como “ricos en proteínas,” siguiendo la dieta “paleo” o “keto,” y promocionados como “bajos en azúcar”. Sin embargo, “suelen contener una gran cantidad de ingredientes, muchos de los cuales son edulcorantes artificiales y emulsionantes. Estos componentes no son beneficiosos para nuestra microbiota intestinal ni para nuestra salud en general”, así lo asegura atida.com.

Estas barras pueden causar efectos adversos en la salud. | Foto: Copyright © Tyler Finck 2010

Cereales en el desayuno

Una vez más, la industria presenta los cereales de desayuno como “una fuente de vitamina D”, elaborados “con granos integrales”, de origen “a base de plantas” y con contenido de hierro. Sin embargo, en su mayoría, estos productos son alimentos ultraprocesados que contienen niveles elevados de azúcar o edulcorantes, tienen un bajo valor nutricional y no constituyen una opción ideal para comenzar el día de manera saludable.

Pan del supermercado

De acuerdo con el portal vogue.mx, “en la mayoría de los casos, estos productos son alimentos ultraprocesados que han sido congelados durante semanas y luego cocinados “frescos” en el lugar esa misma mañana”. Pueden contener una amplia gama de ingredientes, incluyendo diversos conservantes, emulsionantes, azúcares, almidones extraídos y colorantes artificiales, a veces llegando a un total de hasta 30 componentes.

En contraste, el pan y la bollería fresca auténtica se elaboran con ingredientes simples y mínimos, como harina, agua, levadura o masa madre y, en algunos casos, una pequeña cantidad de sal o mantequilla, especialmente en la panadería tradicional casera.

Algunos snack pueden ser perjudiciales para la salud. | Foto: GettyImages

Snacks para niños

Resulta extremadamente desafiante para los padres identificar que están ofreciendo a sus hijos alimentos ultraprocesados, ya que estos productos suelen tener una comercialización efectiva. Los niños menores de dos años presentan una de las tasas más altas de consumo de alimentos ultraprocesados. Con frecuencia, se les proporcionan aperitivos y snacks precocinados, que deberían considerarse como un premio ocasional y no como una parte esencial de su dieta cotidiana.

La confusión en la publicidad de estos productos en los supermercados es un problema común. Los anuncios suelen afirmar que el producto “promueve la independencia alimentaria,” que “contiene fruta real,” o que es un “producto fácil para que los niños lo consuman con sus propias manos”. Esto puede llevar a muchos padres a no revisar detenidamente la lista real de ingredientes de estos productos antes de comprarlos.