Desde que el joven bogotano Jonathan Vega le arrojó ácido a Natalia Ponce de León, Camilo, su hermano, ha sido el único que ha podido aproximarse a ella para retratarla. Lo hizo por primera vez cuando esta acababa de salir de su primera operación y tenía las heridas aún frescas. “Ella ni siquiera tenía párpados”, le dijo Camilo a Semana.com. “Verla recién salida del hospital es algo totalmente distinto de lo que ustedes ven en este momento”.Hasta hoy los dos hermanos se han acompañado en un proceso extraordinario. A ella él le ha ayudado a volver a sentirse feliz y tranquila con su nuevo rostro. Y a él ella le ha permitido entender que “si le metes verraquera a la vida, sea cual sea la situación, puedes salir adelante”.Camilo se ha convertido en el aliado de la recuperación de Natalia. No solo le hace retratos regularmente para registrar sus progresos, trabajo que quieren publicar algún día en un libro, sino que también es el encargado de hacerle los masajes en la cara y el cuerpo que ella necesita para seguir avanzando.Y algo más: Camilo hoy lleva a Natalia en su propio cuerpo. Solo dos meses después del ataque, él se mandó a tatuar su rostro. Sobre la experiencia dice: “Está en un lugar donde duele mucho hacerse un tatuaje. Pero yo cerraba los ojos y pensaba en el dolor de ella y, así, el mío desapareció. Nati se ha vuelto un proyecto de vida”.