En los Alpes franceses nació una confrontación deportiva que ya marca una era del ciclismo mundial. Fue en el 2013, cuando un joven Nairo Quintana le plantaba cara a un combativo Chris Froome que había diseñado toda su carrera para ganar el Tour de Francia, como al fin lo consiguió. Fue ese año cuando Nairo se presentó de lleno ante el mundo. El circuito ciclístico conocía de sus capacidades sobrehumanas para subir montañas en un bicicleta, pero los aficionados todavía no lo habían visto en una grande.Y entonces, un 20 de julio de 2013 nació una rivalidad que ya en 2016 es legendaria. Faltaba un kilómetro para que terminará la etapa 20 de aquel Tour, y fiel a su estilo Froome atacó sin siquiera pararse en los pedales. El británico buscaba sentenciar aquella competencia, pero no esperaba lo que siguió. De atrás salió una centella que vestía de blanco. Nairo Quintana metió un aceleron que quedará en la retina de los aficionados al ciclismo. Nairo nunca miró atrás y se llevó el mítico Alpe de Hue’z, pero sobre todo envió un mensaje al mundo ciclístico. Un día dijo ‘aquí estoy’.Al final, Chris Froome se llevó ese Tour de Francia que tanto había anhelado, mientras que Nairo se llevó la camiseta del mejor joven y la camiseta de las pepas rojas por ser el mejor escalador; nunca antes un ciclista colombiano había logrado algo así en la competencia ciclística más importante de calendario. Desde aquel año, la rivalidad creció para alegría de los aficionados que han visto como cada 20 años nacen nuevas y mejores rivalidades.En un texto brillante, publicado en el diario El País de Cali, el escritor Santiago Gamboa describió la rivalidad entre Nairo y Froome. “Esto sucede con frecuencia en los deportes: la cohabitación en la misma época de dos grandes, en donde a veces uno oculta al otro. En fútbol esto equivale a la rivalidad Messi vs. Cristiano Ronaldo, pero el fútbol es más grande y ambos han podido ganar balones de oro e infinidad de premios importantes”, escribió Gamboa.En 2016, Nairo y Froome se batieron a duelo en dos de las tres grandes del ciclismo. En el Tour de Francia, el británico dominó de punta a punta. Demostró que había llegado en mejor momento y superó a Nairo en todos los ángulos de la carrera: ganó en las subidas, en las escapadas y superó a todos en la contrarreloj. Para completar, tuvo ayuda de los jueces y un equipo de ensueño detrás, para ganar con solvencia la vuelta a Francia.En el Tour del 2016, Nairo apeló a su orgullo. Estuvo a punto de bajarse de la bicicleta y decirle basta al sufrimiento. Pero su corazón y espíritu de lucha fue más grande. Logró un tercer puesto más que satisfactorio y volvió a subirse al podio en Paris.La Vuelta a España fue una merecida revancha. Nairo se mostró pletórico en las tres semanas de competencia. Atacó en los momentos clave, supo soportar los ataques y en las subidas mostró su superioridad frente al resto.Eso sí, Froome fue un hueso duro de roer. El británico también sabe de orgullo y luchó hasta el último palmo por la victoria en la tabla general. En la etapa 13, Nairo lo atacó seis veces y no sacó diferencias. De hecho, el boyacense tuvo que atacar 103 kilómetros antes de meta para doblegar por fin a un competidor innato.Froome le recortó más de dos minutos a Nairo en la contrareloj del viernes, pero el ‘Condor‘ de Cómbita supo resistir en la etapa montañosa del sábado, al término de la cual Quintana es el virtual ganador de la ronda española, que finaliza el domingo en Madrid.El 2016 dejó una grande para cada uno. Los gladiadores, con sus matices, se impusieron en competencias anheladas por todos los pedalistas del circuito. La buena noticia es para el ciclismo. Cada 20 años es grato tener una rivalidad que haga que las competencias pasen de ser memorables a ser míticas. La competencia de Nairo y Froome ya es de leyenda, y promete más y mejores capítulos.