Tàpies (Barcelona, 1923) nació en el seno de una familia burguesa, culta y catalana, involucrada desde mediados del siglo XIX en una tradición editorial y librera, que quedó inoculada también en el artista. Progresivamente Tàpies se dedicó con intensidad al dibujo y a la pintura, y acabó dejando sus estudios de Derecho para dedicarse plenamente a su pasión. Su pintura, intuitiva y rebelde, fue un reflejo de la situación dramática de la España de la década del cuarenta, época en la que dio sus primeros pasos en el mundo del arte. Aunque admiraba a Joan Miró, decidió abandonar el surrealismo al considerar que los artistas de este movimiento continuaban haciendo "pintura académica" y resolvió como opción personal tirar "por otros caminos" de mayor libertad, caminos que después nunca abandonó. Cercano a la revista de vanguardia "Dau el set", a partir de 1948, con Joan Brossa, Joan Ponç, Modest Cuixart, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig y Juan Eduardo Cirlot, obtuvo dos años más tarde una beca para estudiar en París, donde hizo su primera exposición individual en 1956. Ese mismo año obtuvo el premio República de Colombia en la Bienal de Hispanoamérica de Barcelona y fue presentado por Salvador Dalí en Estocolmo, donde Tàpies expuso junto a Tharrats.

Partícipe de una sensibilidad que afectó a los artistas de ambos lados del Atlántico, a raíz de la Segunda Guerra Mundial y del lanzamiento de la bomba atómica, Antoni Tàpies expresó muy pronto su interés por la materia, la tierra, el polvo, los átomos y las partículas, que se plasmó formalmente en el uso de materiales ajenos a la expresión plástica academicista y en la experimentación de nuevas técnicas. En la visión de Tàpies, la noción de materia debía entenderse también desde la perspectiva del misticismo medieval: como magia, mimesis y alquimia. En ese sentido se entendía el deseo de que sus obras adquirieran el poder de transformar el interior de los espectadores. Sus intereses también estuvieron ligados a la pintura primitiva y el misticismo oriental, más que por cualquier otra tendencia contemporánea. La obra de Antoni Tàpies fue siempre permeable a los acontecimientos políticos y sociales del momento, y a finales de los años sesenta y principios de los setenta, su compromiso político contra la dictadura se intensificó, con obras de un marcado carácter de denuncia y protesta.

A principios de los ochenta, el interés de Tàpies por la tela como soporte adquirió una fuerza renovada y durante esos años realizó obras con gomaespuma o con la técnica del aerosol. Utilizó barnices y creó objetos y esculturas de tierra chamoteada o de bronce. También se mantuvo activo en el campo de la obra gráfica. A finales de la década, reforzó su interés por la cultura oriental, una preocupación que ya se había ido gestando en los años de la posguerra y que se convirtió cada vez más en una influencia filosófica fundamental en su obra. Las obras de los últimos años constituyeron esencialmente una reflexión sobre el dolor –físico y espiritual–, entendido como parte de la vida. Influido por el pensamiento budista, Tàpies consideraba que un mayor conocimiento del dolor permitía dulcificar sus efectos, y de este modo, mejorar la calidad de vida. Su obra se presentó en los principales museos de arte contemporáneo del mundo, como el Reina Sofía de Madrid, el Guggenheim de Bilbao, el Museu d'Art Contemporani de Barcelona (MACBA) y el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Además recibió reconocimientos como el Premio Velázquez de las Artes Plásticas, en 2003. El fallecimiento de Tàpies ha provocado dolor en el mundo de las artes, que reaccionó de inmediato destacando su libertad, su lenguaje único y la importancia de una obra que lo sitúa entre los principales artistas españoles del siglo XX..

Más allá de las artes plásticas Paralelamente a la producción pictórica y objetual, Tàpies desarrolló desde 1947 una intensa actividad en el campo de la obra gráfica, con gran número de carpetas y libros de bibliófilo en estrecha colaboración con poetas y escritores como Alberti, Bonnefoy, Du Bouchet, Brodsky, Brossa, Daive, Dupin, Foix, Frémon, Gimferrer, Guillén, Jabès, Mestres Quadreny, Mitscherlich, Paz, Saramago, Takiguchi, Ullán, Valente o Zambrano. No ha sido menor su trabajo como ensayista, que ha dado lugar a una serie de publicaciones, algunas traducidas a distintos idiomas, como "La práctica del arte" (1971), "El arte contra la estética" (1977), "Memoria personal" (1983), "La realidad como arte. Por un arte moderno y progresista" (1989), "El arte y sus lugares" (1999) y "Valor del arte" (2001).   "Tengo confianza en que influiré y que cambiaré la manera de pensar", dijo el pintor en la película documental "Alfabeto Tapies", dirigida por Daniel Hernández y presentada en el Festival de Cine de Sitges con motivo de su aniversario número 80.