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Ahorro

Tres maneras de ahorrar tradicionalmente

Obligatoria, voluntaria y estratégica, así se define esta inteligente y necesaria práctica financiera que muy pocos colombianos aplican.

Jorge Enrique Rodríguez
26 de marzo de 2018

Aunque parezca un cuento rayado, el ahorro es una práctica necesaria para todas las personas. Con esta reserva, por lo menos eso dicen los expertos, “se logra agrupar dinero suficiente para invertir, prevenir contingencias y, sobre todo, para gozar de una vida tranquila”.

En la práctica, esta inteligente decisión financiera se puede agrupar de tres maneras distintas (el ahorro obligatorio, el voluntario y el estratégico), tomando como ejemplo un mes.

El obligatorio. El Gobierno Nacional, preservando la legislación colombiana, pretende que las empresas retengan parte del salario de los trabajadores para temas relacionados con pensión, salud y cesantías. La fracción del sueldo retenido, exclusivamente para pensión, busca que el asalariado disfrute de armonía en su vejez; en otras palabras, asegura un ingreso suficiente que garantice su sustento en esa época de la vida.

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En cuanto a salud, el ahorro obligatorio busca que la persona tenga el acceso a los centros especializados, en los que pueda recibir los tratamientos clínicos y los medicamentos, entre otros servicios. El salario retenido para las cesantías, por su parte, pretende dar tranquilidad al individuo, para que, en caso de perder el empleo, tenga un tiempo moderado para conseguir otro trabajo. También, este beneficio le permite contar con recursos que se podrán destinar para pagar la educación superior propia o de su núcleo familiar, para comprar vivienda o hacer modificaciones de las misma.

El voluntario. Es aquel en el que la persona deposita parte de los recursos obtenidos por su trabajo en el sistema financiero, asegurando a su vez la rentabilidad al momento de la devolución de su dinero. Así mismo, ahorra en forma de aportes en cooperativas y fondos de empleados, buscando la participación social en una empresa y la obtención de beneficios como créditos a tasas especiales, capacitación y recreación, entre otros. Finalmente, la forma más utilizada del ahorro voluntario, es el que se hace a través de la alcancía con la acumulación de monedas de alta denominación; esta se utiliza generalmente para comprar regalos en Navidad.

El estratégico. En la medida que se generen ingresos adicionales, se puede ahorrar de diferentes maneras. La mejor recomendación para este tipo de ahorro es hacer un presupuesto familiar, en donde se contemple la programación de ingresos y egresos mensuales.

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En esta práctica herramienta financiera se asignan números a las diferentes necesidades. Por ejemplo, una partida puede ser Alimentación y una subpartida, Arroz (cinco libras) = $18.000, cifra que se determina de acuerdo a una experiencia acumulada y se vuelve parte de la programación mensual.

Cabe destacar que el individuo está mentalizado en consumir arroz, en la cantidad y precios mencionados; sin embargo, dentro de su planeación pueden ocurrir imprevistos favorables. Por ejemplo, un supermercado de grandes superficies anuncia un descuento del 30%, $5.400, por la compra del alimento, en un día particular y el usuario hace efectiva la adquisición. Sobre este aspecto, es bueno aclarar que se vuelve un ingreso adicional para el beneficiario, teniendo en cuenta que es una situación excepcional, que no estaba en la programación, como si el supermercado le informara “visíteme y le pago $5.400”.

Continuando con la explicación anterior, los $5.400 del ingreso adicional, obtenido gracias al supermercado, se utilizan generalmente para la compra de otros bienes y servicios, perdiéndose el significado del descuento, puesto que la persona no se da cuenta de la operación realizada. Por otra parte, si la cifra en mención se ahorra, los efectos causados en el sujeto se reflejarán positivamente en su mente, al observar el conjunto acumulado de ingresos adicionales por prestar atención a las posibilidades que le brinda el mercado.

Para finalizar dos reflexiones. Primero, sin el ahorro obligatorio, la experiencia muestra que gastaríamos el dinero en actividades diferentes e incluso innecesarias; y cuando dejemos de ser útiles para el mercado laboral literal no tendremos recursos para existir. Por otro lado, el ahorro estratégico, que es el más recomendable, depende cien por ciento de la actitud y la disciplina de la persona. Con éste, los individuos tendrían, sin duda, una mejor calidad de vida.

Director Instituto de Posgrados de la Facultad Ciencias Económicas

Universidad Libre

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