Carmen Rodallega. | Foto: Archivo particular

FÚTBOL FEMENINO

Carmen Rodallega, la prima de Hugo Rodallega que juega en la Selección Colombia

Desde niña Carmen Rodallega quería ser futbolista. Soportó los comentarios machistas y llegó a la Selección Colombia. Hoy, a la prima de Hugo Rodallega la conocen como la Veterana.

1 de enero de 2018

La escuela Carlos Sarmiento Lora abrió en Cali la primera escuela de fútbol para niñas del país. Y yo, a los 17 años, fui la primera en inscribirme. Cuando me vieron jugar me devolvieron la plata y me dieron una beca. Ahí, justo ahí, comenzó mi sueño.

Desde pequeña había trabajado para lograr algo así, jugaba fútbol con niños y era la única mujer del equipo. Las porterías estaban hechas con piedras y jugábamos en la cuadra donde vivíamos o en un ‘peladero’ que había cerca de mi casa. Corríamos y pateábamos descalzos la mayoría de las veces. Crecí en un hogar humilde con mis cuatro hermanos y mi madre, que siempre apoyó mis sueños futboleros.

Practicaba en la escuela y en un equipo de la Policía Nacional. De nuevo, era la única chica que jugaba en esos equipos y era la arquera. Bueno, si mi equipo iba perdiendo salía a jugar para hacer los goles y ganar el partido. Siempre tuve mis ‘problemas’ con los niños porque en esa época era raro ver a una niña con guayos. Hacían muchos comentarios machistas. Se burlaban. Pero de esas experiencias salí fortalecida.

Cuando los chicos se daban cuenta de que jugaba bien se sorprendían y entonces me aceptaban en su grupo. A los 13 años pude por fin estar en un equipo de solo niñas formado en el barrio. Luego jugué en otros. Por ser mujer tuve que enfrentar muchos obstáculos para hacer lo que me apasiona. Iba a pie a los entrenamientos, trabajé en un mercado móvil como ayudante; recogí chatarra con mis amigos, la vendíamos y con eso ayudaba en mi casa, así puede comprar mis primeros guayos, recuerdo que me costaron 13.000 pesos. Vendí mangos, trabajé como calibradora (controladora del tiempo de una ruta de bus), y hasta les barrí las casas a las vecinas.

Trabajar duro ha tenido sus recompensas. Fui campeona con la selección caleña de fútbol sala. En 2002 entré a la selección Valle, ahí jugué hasta 2013. He practicado el fútbol profesional en Venezuela, con Ucab Spirit; estuve en la Copa Libertadores con Fomras Íntimas de Medellín, y hoy hago parte del Atlético Huila, soy una de las ‘veteranas’.

En 2005 llegué a la Selección Colombia con la que he participado en los Juegos Panamericanos de 2011, el mundial del mismo año y los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres, entre otros campeonatos. Para cualquier deportista ese es el logro más grande. Vestir la camiseta de tu país siempre será motivo de orgullo y alegría. Es la muestra de que puedes lograr lo que sueñas. Estar en la selección me abrió las puertas para ser alguien mejor, para conocer el país, el mundo y otras culturas.

A medida que pasa el tiempo crece el interés de muchas niñas por practicar este deporte, y también ha crecido la hinchada. Desde los años setenta, cuando el Valle fue pionero y campeón en los primeros torneos nacionales, ha habido muchos cambios, lentos, pero valiosos. Ya, al menos, en las noticias pasan información de los torneos, los goles y los equipos de mujeres. Pero hay tres momentos realmente importantes, los que captaron la atención de los colombianos y despertaron el interés del país por nosotras: primero, la histórica clasificación de la selección sub-17 al mundial y luego ver a la selección de mayores en los Juegos Olímpicos de Londres y, claro, en la copa del mundo de Alemania, en 2011.

Hoy, el fútbol femenino de nuestro país es una realidad. Una muestra de ello es haber podido lograr la primera liga profesional femenina, se dice que está entre las primeras de Suramérica. Lo que está pasando es tan significativo que Colombia aparece en el segundo lugar, después de Brasil, en el ranking suramericano de la Fifa; y en el puesto 24 a nivel mundial. Esto habla muy bien de nuestro balompié, de su calidad, del nivel y el talento de nuestras jugadoras, por eso muchas extranjeras han llegado a jugar aquí.

Sin duda, hay mucho por mejorar, falta más difusión en los medios, más equidad, y como dice mi compañera de selección Iris Maturín: “Necesitamos apoyo de las marcas, de la empresa privada, que acompañen los proyectos y no solo los resultados. Nosotras también podemos ser embajadoras de las marcas importantes, como los hombres”. Todas tenemos nuestra personalidad, y hay que mostrarla en el campo de juego. Eso nos hará diferentes, únicas y nos impulsará a llegar hasta donde queremos. De nosotras depende que esto dure y perdure.

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