Samara, Rusia. | Foto: Handout / Getty

TURISMO

Colombia jugará su tercer partido en el ‘refugio’ de Stalin

Samara es uno de los destinos turísticos más populares de Rusia. Ahí se enfrentará nuestra selección contra Senegal. Le contamos por qué debería visitarla.

1 de junio de 2018

En el verano los turistas y los lugareños pasean en botes grandes y chicos por el río Volga que, con una longitud de 3.530 kilómetros, es el más grande de Europa. Supera al Danubio, que alcanza los 2.860 kilómetros y es el segundo más largo del Viejo Continente. Durante los inviernos (más fríos que los de Moscú), la gente suele esquiar, pasear en trineo y hacer snowboard. Pero no importa la estación, siempre será un buen momento para visitar la ciudad de Samara, uno de los diez destinos turísticos más populares de Rusia.

Tan solo 1.057 kilómetros la separan de la capital rusa, lo que equivale a poco más de una hora en avión. Está ubicada cerca de las alturas de Zhigulí, una cadena de imponentes montañas localizadas a la orilla derecha del Volga. Cerca de estos montes está la aldea Shiryaevo, un lugar de costumbres mineras que refleja cómo vivían los campesinos de Zhigulí en el siglo XX.

Samara, una ciudad de 1,1 millones de habitantes es la capital de la provincia del mismo nombre. La fundó en 1586 el zar Fiódor y es el epicentro de la industria espacial y aeronáutica rusa. De hecho, uno de sus atractivos turísticos es el Museo Samara Espacial, donde se resaltan sus aportes al conocimiento del cosmos. En su fachada se observa un cohete Soyuz de unos 55 metros de altura que conmemora el viaje al espacio del soviético Yuri Gagarin.

A 37 metros bajo tierra

Entre 1939 y 1945 Samara se convirtió en una fortaleza y en la segunda capital de Rusia. El gobierno central, los ministerios y las embajadas se trasladaron desde Moscú a esta ciudad para protegerlos del ejército nazi.

En 1942, más de 500 personas –entre ellos prisioneros políticos y criminales– construyeron a 37 metros bajo tierra el búnker secreto de Josef Stalin, diseñado para proteger y evacuar al líder ruso en caso de ser necesario. Esta fortaleza blindada, con capacidad para 125 personas y cuya construcción duró nueve meses, consta de una capa de concreto de tres metros, seguida de una de arena y una más de cemento, ideal para soportar ataques aéreos y terrestres. Solo en 1990 se supo de su existencia: superaba las condiciones de seguridad del que tuvo Hitler en Berlín, a 16 metros de profundidad; y Churchill, en Londres, a solo tres metros bajo tierra.

Ahora es un museo, y quienes lo visitan pueden observar las salas de conferencias, las oficinas, y la habitación en la que Stalin nunca llegó a dormir ya que no hay registros que demuestren que el dictador soviético haya usado este búnker en el subsuelo de Samara.