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Especial de salud

Las apariencias engañan

Muchos alimentos se venden como libres de azúcar, pero la contienen, por lo que consumirlos en exceso puede ser nocivo para la salud.

semana.com
23 de junio de 2017

La vida sin azúcares añadidos puede ser más dulce. Cuando se limita su consumo se reducen las posibilidades de padecer las enfermedades que los estudios han asociado con el empleo excesivo de este producto, como sobrepeso, diabetes, ciertos cánceres, aumento del colesterol, incremento de los riesgos cardiovasculares y obesidad.

Según la American Heart Association, existen dos tipos de azúcares: los naturales y los añadidos. Los primeros se encuentran en alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, fríjoles, papas y arroz, y también en la leche. Son fuente de energía y el cuerpo los necesita.

Los añadidos, en cambio, son azúcares concentrados, refinados y agregados a alimentos y bebidas como el jarabe de maíz, la melaza y los azúcares blanco y moreno. El consumo excesivo de los dos últimos puede generar serias complicaciones de salud.

Para las nutricionistas Diana Milena Rojas y María Paula Estela, la buena alimentación incluye nutrientes de todos los grupos en cantidades adecuadas, según las necesidades de cada persona. En relación con el azúcar añadido, recomiendan que la porción diaria no supere 10 o 15 gramos, lo que equivale a una cucharadita: algo así como un chocolate pequeño o una bola de helado de vainilla.

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Sin embargo, en la vida actual no resulta tan sencillo medir esta cantidad porque muchos de los productos del mercado incluyen azúcar procesada en sus ingredientes, sin que el consumidor imagine que así sea. Bebidas, jugos y productos como salsas, aderezos de ensaladas, embutidos, galletas de sal, pan, barras energéticas, alimentos congelados y ciertos cereales son algunos de ellos. “Hoy –explica Estela–, casi el 80 por ciento de los comestibles a los que la gente tiene acceso fácil tienen azúcar. A veces es muy difícil dimensionar la cantidad que se come”. Las nutricionistas recomiendan a sus pacientes leer las etiquetas de los alimentos procesados que compran, para no consumir más azúcar de la ideal.

Las profesionales no son muy amigas de los endulzantes. “Es el mismo azúcar camuflado”, sostiene Rojas, y explica que la stevia, por ejemplo, es el único de origen natural, aunque muchos especialistas la recomiendan cuando se consigue la hoja y no cuando ya está procesada. “Todo lo demás le genera un engaño al cuerpo”, afirma la nutricionista. Según ella, cuando se consumen estos endulzantes, aparte de que generan insulina en el cuerpo, quedan en unos niveles en la sangre tan altos que causan más hambre y posiblemente ansiedad. “Está demostrado que hacer una dieta con productos ‘light’ no te baja de peso”, advierte.

Un artículo de las Harvard Health Publications sostiene que usar edulcorantes artificiales puede hacer que la persona evite alimentos saludables. Como aquellos son mucho más potentes que el azúcar de mesa, su uso frecuente sobreestimula los receptores digestivos, lo que puede hacer que la persona encuentre poco atractivas las frutas y las verduras.

Además de los efectos nocivos del azúcar en la salud de las personas en general, existe el riesgo de su adicción, tema del cual se habla cada vez con mayor frecuencia. Un estudio realizado por investigadores del Centro de Prevención de la Obesidad, del Hospital de Niños de Boston, muestra que los carbohidratos de alto índice glicémico como el azúcar y la harina blanca generan efectos sobre los centros cerebrales del deseo, la recompensa y el hambre. Estos alimentos estimulan las mismas partes del cerebro involucradas en la adicción a las drogas, por lo que la persona siente cada vez un antojo más grande por consumirlos. Ahora bien, no todas las personas se vuelven adictas: unas son más susceptibles que otras, pero lo son más aún aquellas con sobrepeso.

La nutricionista Estela explica que, a nivel fisiológico, el azúcar es como una droga que pasma a la persona. “El que es adicto a ella no puede decir que no porque a nivel mental se siente deliciosa y a los 20 minutos necesita más”, asevera.

“El adicto es aquel que consume cantidades elevadas de azúcar y no puede resistirse al dulce”, dice a su turno Rojas. Es importante ponerle freno en momentos de ansiedad, para los cuales recomienda mejor comer algo salado o caliente o de proteína, para que el estómago esté entretenido y no envíe señales de hambre.

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Finalmente, la educación para adquirir buenos hábitos de comida comienza desde la infancia, por lo que no es bueno acostumbrar a los niños a preparaciones muy dulces. En muchos casos, cuando esto sucede, al llegar a la adolescencia estos menores desarrollan sobrepeso y pueden presentar dificultades para realizar cambios sanos en su alimentación.

Un mal de la época
El consumo excesivo de azúcar puede causar, entre otras, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas últimas son la principal causa de muerte en el mundo y la mayoría puede prevenirse al actuar sobre factores de riesgo como el consumo de tabaco, las dietas malsanas y la obesidad, la inactividad física o el consumo nocivo de alcohol. En cuanto a la diabetes, la OMS informa que el número de personas con esta enfermedad en el mundo ha aumentado de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014 y, según sus proyecciones, será la séptima causa de mortalidad en 2030. Actualmente es un importante motivo de ceguera, insuficiencia renal, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y amputación de los miembros inferiores.

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