72 por ciento de los cultivos de banano de todo el Magdalena se concentran en Zona Bananera. | Foto: Álvaro Cardona

Realismo maravilloso

Bananos 'made in' Macondo

En la mitad del Caribe, los límites entre la realidad y la ficción parecen difusos. Historia de una región epicentro del universo garciamarquiano y una sólida producción de banano de exportación.

María Camila Bernal Peña
27 de junio de 2017

Las amplias casonas con techos de zinc al estilo estadounidense que una vez sirvieron de morada a los trabajadores de la United Fruit Company (UFC) sobreviven a los años en el corregimiento de Prado Sevilla. El antiguo campamento sirve hoy de cimiento a un poblado de gente, que como bien lo diría Gabriel García Márquez, jamás se curó de la "peste del banano".

En una de las antiguas casonas funciona la Alcaldía del municipio, que no pudo haber recibido otro nombre que el de Zona Bananera. Solo hay que alzar la vista para constatar que las plantaciones de banano conquistaron por completo estas tierras. Así ha sido desde hace más de 100 años.

En las fachadas de las casas, habitadas por nuevas generaciones de trabajadores y ocupadas por locales de vieja data, quedaron las inscripciones de la nomenclatura utilizada por la empresa estadounidense. Las iniciales UFC se leen en el portón de hierro forjado que resguarda lo que antes fue la piscina del complejo, donde los hijos y mujeres de los empleados de alto rango pasaban el tiempo en los días calurosos, y que hoy no es más que una fosa oculta por la maleza, con las baldosas rotas.

El bramido de la locomotora del tren, que ahora en vez de banano lleva en sus vagones carbón, inunda el lugar por ratos y recuerda la época en que los forasteros arribaban a Prado Sevilla con inventos de tierras lejanas que dejaban perplejos a los habitan- tes, inmersos en la mitad del Caribe y alejados del mundo. El hielo, la electricidad, el teléfono, el cine, el gramófono, la televisión, entre otros, llegaron en aquellos años dorados.

El sonido del tren también trae a la memoria un día fatal que marcó la historia de Colombia, cuando una huelga de recolectores de banano terminó en una matanza a sangre fría, de la que no se sabe a ciencia cierta cuántas víctimas dejó: si 30 o 3.000, como lo recordó José Arcadio Segundo Buendía luego de saltar del tren cargado con los muertos que iban a ser tirados al mar. Lo único cierto es que con la UFC sucedió lo mismo que con la llegada del rechoncho y sonriente estadounidense Mr. Herbert a la casa de los Buendía: "Tantos cambios ocurrieron en tan poco tiempo, que ocho meses después de la visita de Mr. Herbert los antiguos habitantes de Macondo se levantaban temprano a conocer su propio pueblo".

Tierra de bonanza

El tren fue aquí, en definitiva, la clave para el próspero negocio del banano. Para comienzos del siglo XX, día y noche, de manera ininterrumpida, se transportaban racimos desde las plantaciones hasta el puerto de Santa Marta, donde el producto salía a su destino final en la Gran Flota Blanca, como se le conocía a los buques de la compañía.

Para 1922, por ejemplo, el 70,5 por ciento de los ingresos de la Santa Marta Railway Company provenía del transporte del banano, empresa que a su vez hizo posible el desarrollo de esta línea férrea.

Humberto Ferreira recuerda que los vagones del tren eran cargados con racimos de guineo verde. "Luego la locomotora los enganchaba para llevarlos al puerto", dice. Él, como muchos de los habitantes de Zona Bananera, creció entre plantaciones. Su abuelo trabajó para la UFC, y hoy en terrenos de su padre cultiva este fruto, en una hacienda que es una empresa familiar de 5,42 hectáreas, sembradas con 9.750 matas de banano de exportación. A la semana comercializa en promedio 250 cajas.

Ferreira es uno de los pequeños productores asociados a Coobamag, una de las seis cooperativas de Zona Bananera y que trabaja en coordinación con Banasan (Bananeros Unidos de Santa Marta), que brinda apoyo técnico a los cultivadores.

Los principales destinos de esta fruta son Estados Unidos y Bélgica, desde donde se transporta a diferentes países de la Unión Europea, según la Asociación de Bananeros del Magdalena y La Guajira (Asbama). Los mercados del Reino Unido, los Países Bajos y Alemania también son significativos en las ventas.

Entre el 5 y el 10 por ciento de la producción no se exporta porque no alcanza los estándares internacionales. En 2016, en el Magdalena se cosecharon 520.289 toneladas que representaron 248,6 millones de dólares, según cifras de Asbama. En Zona Bananera está el 72 por ciento de los cultivos.