Alrededor del 30 por ciento de la oferta laboral del sector petrolero está compuesta por mujeres. | Foto: Nathalia Angarita

EMPODERAMIENTO

El pulso de las mujeres en la industria del petróleo en Colombia

La historia de ingenieras decididas y tenaces, como Beatriz López, han servido de motivación para que un sector machista –por tradición– busque cada vez más el talento femenino.

Natalia Acosta*
8 de noviembre de 2018

En 1985 Beatriz López fue la única mujer, de un grupo de 30 estudiantes, en graduarse de Ingeniería de Petróleos de la Universidad Nacional, sede Medellín. Estudió becada y no perdió ninguna materia en toda la carrera, algo que para las empresas marca la diferencia. Sin embargo, cuando se presentó a la primera convocatoria de trabajo, ya con el cartón en sus manos, las puertas de Ecopetrol se le cerraron, en principio, por el simple hecho de ser mujer.

“Esa fue mi primera gran decepción. Yo había estudiado mucho, tenía notas excepcionales. No estaba dispuesta a rendirme fácilmente”, dice. Y no lo hizo. Pidió que la dejaran presentar los exámenes aun sabiendo que no tenía oportunidad. Paradójicamente, los resultados la posicionaron en el primer puesto de la selección. “Cuando me dieron la noticia también me dijeron que solo tenían vacantes para perforación y que una mujer nunca había estado ahí”.

Ella insistió, hizo pruebas de más y al final dejaron que empezara como jefe de pozo en entrenamiento en el Magdalena Medio. Al poco tiempo fue asignada como jefe de pozo en propiedad y se convirtió en la primera mujer en perforar en nuestro país. Para ese momento, la industria petrolera en Colombia era un negocio estancado. El precio del crudo en el mercado internacional oscilaba entre los 12 y los 28 dólares por barril, pero eso no impidió que la carrera exitosa que hoy tiene esta paisa se truncara.

Mucho menos la detuvo la estructura machista de aquella época. “Ellos se creían una elite superior. Muchas veces me decían frases como ‘taladro es taladro, mami, y usted debería irse para la cocina, nosotros mandamos aquí’. Fue muy difícil al comienzo su adaptación al entorno. Cuenta que lloró mucho antes de que lograra abrirse un espacio donde no lo había.

“Fueron muchas las veces que subí a la plataforma donde estaba la torre e inmediatamente y sin ninguna razón me hacían bajar. Yo volvía a subir pero no me permitían operar los equipos. Pasaron meses para que las condiciones fueran mejores. Tuve que llenarme de valor y exigir un lugar. Lo merecía porque estaba igual de capacitada que ellos. Fue ahí cuando me convencí de que la razón puede más que la fuerza”, agrega, enfáticamente.

Sortear y salir victoriosa de ese reto fue la lección que les dejó Beatriz a los ingenieros, y a la industria, con los que trabajó desde 1985 hasta 2004, cuando terminó su ciclo en la compañía colombiana. Les enseñó que la inteligencia emocional, el orden y la disciplina que poseen las mujeres son un importante valor agregado en los procesos productivos y de liderazgo en las empresas. Hoy, esta madre y esposa se desempeña como asesora de proyectos internacionales y participa en la formación de sus colegas.

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En la actualidad, el sector petrolero cuenta cada vez más con una cuota femenina importante. Alrededor del 30 por ciento de la oferta laboral total está compuesta por mujeres, algo impensable hace tres décadas, cuando era cerca del 1 por ciento. Es común encontrarse con investigadoras en el campo, jefes de operaciones e incluso presidentas de compañías petroleras nacionales e internacionales.

Ejemplo de ello son las historias de Dora Muñoz y María Victoria Riaño. La primera está casada desde hace 17 años con un ingeniero de petróleos, Guillermo Santa Coloma; y es madre de Gabriel. Nació en Bogotá y es la única mujer que ocupa un cargo directivo en el campo petrolero brasileño. Cuando obtuvo el cargo de directora en Trayectoria Oil & Gas Brasil, la compañía se ubicaba en el puesto número 50 a nivel nacional. Al cabo de tres años de gestión logró posicionarla en el séptimo lugar.

“Cuando comencé en el sector sabía que no iba a ser sencillo, tuve que adaptarme y ganarme un lugar, pero mi actitud y mis cualidades ayudaron mucho. Las mujeres, en términos generales, somos más aterrizadas. Distribuimos mejor el trabajo y tenemos una mentalidad analítica acompañada de una mayor capacidad de mediación frente a los hombres. Eso en escenarios de presión constante, como los que vivimos, representa una ventaja”, cuenta Muñoz.

Por su parte, la labor de María Victoria Riaño también ha sido ejemplar en esta industria. Desde hace siete años está al frente de las operaciones de la compañía colombiana Equión Energía Ltd. Ser una de las líderes del sector no le ha hecho perder ni la feminidad, ni la humanidad, ni esa característica de mamá “cuidadora” que ella tanto valora, y que le permite entablar relaciones fraternales y cariñosas. “Nuestro valor es inmenso. A las mujeres nos sobra la voluntad para intentar y no rendirnos. Somos cuidadoras por excelencia”, concluye Riaño.

*Periodista de Especiales Regionales

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