| Foto: Archivo SEMANA

NUTRICIÓN INFANTIL

El gran obstáculo: el trabajo

Los expertos señalan que reanudar las labores luego de la licencia de maternidad es uno de los factores que más inciden en el abandono de la lactancia.

15 de junio de 2015

Por qué, si la leche materna es el elemento más natural, cómodo y barato para garantizar el buen desarrollo de un niño hasta los dos años, las mujeres colombianas solo les dan ese líquido en forma exclusiva durante poco menos de dos meses? Hay muchos factores, pero uno de los principales problemas reportados por los expertos es el regreso al trabajo. Hay que aclarar que el obstáculo no es la ocupación en sí sino la falta de infraestructura y la poca sensibilidad social para apoyar la lactancia en las madres trabajadoras. La mayoría señala que  volver a trabajar es el momento más difícil de la maternidad no solo porque implica dejar por primera vez al bebé bajo el cuidado de otros, sino porque representa un gran reto para seguirlo alimentando con leche humana.

Para empezar la ley vigente, la cual establece que las madres pueden gozar una licencia de maternidad de 14 semanas (un poco más de tres meses) y a partir de ahí una hora de lactancia al día hasta los seis, se queda corta para garantizar que ellas logren cumplir con los requerimientos mínimos establecidos por los organismos de salud. “Esa hora de lactancia es un chiste en ciudades grandes como Bogotá”, dice Margarita Mora, consultora en el tema.

Algunas tratan de ir a sus casas durante la hora que otorga la ley pero, como lo señala Karen Pérez, “el tráfico de esta ciudad (Bogotá) impide un desplazamiento rápido”. Así, ese tiempo que debería ser para el bebé se pasa en un trancón. Ante esto, algunas optan por llegar una hora más tarde a su trabajo o salir una hora más temprano.

La otra opción es hacer bancos de leche meses o semanas antes de entrar a trabajar para que el cuidador del niño se la de durante la jornada en que la mamá se ausenta. La idea es que ella lo siga lactando directamente y a libre demanda por las noches. Se trata de una tarea ardua porque es como amamantar a dos bebés de forma simultánea. Independientemente de la opción que tomen, todas las mujeres trabajadoras que quieren seguir dándole de comer a sus hijos necesitan extraerse la leche para mantener el estímulo de la succión, con lo que se garantiza una producción permanente.

El gran inconveniente es que en muchas oficinas aún no se cuenta con un sitio adecuado para ello. Alejandra Ruiz, mamá de Federico, de 10 meses, ha tenido que vivir las duras y las maduras con este tema. Como ella tiene una firma de consultoría en innovación siempre está en la calle visitando clientes. Para poder sacarse la leche cada cuatro horas tomó la decisión de llegar media hora antes a esas citas para buscar en las oficinas de sus clientes un lugar tranquilo donde hacerlo.

La sorpresa ha sido enorme pues ese sitio no existe. “Me ha tocado encerrada en las cafeterías mientras la gente toca y toca para que yo abra la puerta; he estado en los cuartos de herramientas y hasta en los baños” que según los expertos es el peor sitio para hacerlo pues hay un enorme riesgo de contaminación. Judith Urrego, mamá de un niño de 10 meses, cuenta que ante la ausencia de un lugar tranquilo y privado en su trabajo, “opté por pedirle el favor a las señoras del aseo que me dejaran usar el sitio donde ellas se cambiaban de ropa”, dice.

Viajar es otro rollo. La primera vez que Alejandra se separó de su hijo fue durante una semana en que tuvo que viajar a  Milán, Italia, a donde llevó su kit de extracción. En ese estadía logró recoger varios litros de leche pero al regreso, KLM no le permitía subir el líquido a la cabina del avión. “Lo increíble es que esta aerolínea tiene políticas para el envió de kayaks, skis, bazookas pero no para leche materna”.

Nadie reconoce ese gran esfuerzo. Por el contrario, las mujeres en periodo de lactancia también se enfrentan a muchos prejuicios culturales. Kathya Pereira regresó al trabajo cuando su hija tenía apenas 4 meses y medio. “Me tocó empezar a lidiar con que tus compañeros te conozcan tus pechos y tus clientes te miren con cara de discriminación cuando llegas a tu puesto con la máquina de extracción”. Alejandra dice que el mayor rechazo lo ha visto de otras mujeres que le preguntan con cara de sorpresa por qué todavía está lactando a Federico. “Otras me dicen que ya es suficiente o que para qué me complico la vida”.

Si no cuentan con un jefe que entienda la importancia del proceso, las mujeres se estresan y esa sensación produce una interferencia transitoria que disminuye la producción de leche. Aunque este problema se puede corregir, “una mujer sometida a esa presión puede perder la leche”, dice Mora. Eso le sucedió a Karen quien tuvo que interrumpir la lactancia cuando se reintegró a sus labores, un trabajo por prestación de servicios que no podía darse el lujo de dejar. Eran largas jornadas y con el tiempo la producción de leche desapareció por la falta de succión del bebé. Ella relata que sufrió mucho cuando sus senos estaban a reventar pero lo mas doloroso fue “no haber podido lactar a mi bebé como se lo merecía”, recuerda.

Las familias también son claves para que la madre logre llevar a término su lactancia. Cenyde Leal, nutricionista del ICBF, dice que la educación sobre el tema es crucial porque toda la orientación que dan las abuelas influye en el número de meses que las madres lactan. Por desconocimiento de ellas y de las madres muchos bebés inician la alimentación complementaria a los dos meses “con frijoles y arroz y sucedáneos de la leche materna”.

Aunque es obvio que a mayor educación debería haber más meses de lactancia, en Colombia los datos de la encuesta ENSIN muestran lo contrario. El total de meses de lactancia en mujeres con apenas un grado de primaria fue de 18.7 meses mientras que en aquellas que completaron estudios universitarios fue de 10.4. Según Leal, esto se debe a que a mayor escolaridad de la mamá, mayor responsabilidad en los cargos que ocupan y “en este sector el costo de comprar leche de tarro se puede asumirse sin problemas”.  

Todo lo anterior no significa que las mujeres trabajadoras no puedan lograrlo. En efecto, Valeria Calderón, de la Liga de la Leche, considera que el trabajo no es el principal obstáculo de la lactancia sino la falta de conocimiento de las mujeres sobre la legislación. “La ley protege la lactancia. Es un derecho fundamental a la vida, el problema es que cuando se presentan trabas la gente no lo hace valer”.

También cree que con información y apoyo oportuno la lactancia de las madres trabajadoras sale adelante, pues la mujer que está convencida del tema hace lo necesario para lograrlo. Con ella coincide Marisol Bermúdez, de 25 años, quien dice que “querer es poder”. Ella congelaba la leche en bolsas herméticas y empezó a construir su propio banco de leche a los dos meses de haber nacido su hijo Joseph Matías, quien aún hoy, a los dos años, solo toma leche de su madre.

Es cierto que se puede y las historias de muchas madres son testimonio de ello. Pero, si se tiene en cuenta la importancia de este proceso, muchas piensan que lactar no debería ser la carrera de obstáculos que ellas tienen que superar. “Suficientes piedras en el camino hay con el proceso en sí para que la sociedad nos imponga a las madres más tareas de resistencia”, dice Alejandra.

Actualmente hay iniciativas para extender el periodo de licencia de maternidad a seis meses; también hay propuestas para que las empresas publicas y privadas establezcan lactarios en el espacio laboral y aquellas mujeres que lactan puedan hacer este proceso sin problemas. El acuerdo 480 de 2011 del concejo de Bogotá establece que debe haber salas amigas en las entidades distritales. Pero, según Margarita Mora, el acuerdo tiene un problema y es que “condiciona estas salas a la disponibilidad presupuestal o sea que si argumentan falta de fondos no la hacen”. En Bogotá se calcula que hay por lo menos 300 salas amigas de lactancia.

También ha surgido la especialidad de la consulta de lactancia, que complementa la del pediatra y la del ginecólogo. Muchas de quienes lo logran han contado con el apoyo de estas personas. La información que estos expertos dan, cómo extraerse la leche, como conservarla, como hablar con el jefe sobre el tema, etc., la deberían dar los pediatras. El mayor consejo que Mora les da es “que no se dejen vencer por los sentimientos de culpa ni por la mala cara que ponga el colega durante ese tiempo de lactancia”.

Pero aún falta mucho camino por recorrer. Es importante hacer algo para que aquellas mujeres que trabajan en la informalidad o con contratos de prestación de servicios sean también protegidas durante su lactancia. Las empresas e instituciones y toda la sociedad debe entender que una mamá que logra amamantar a su hijo durante dos años va a tener menos índice de ausentismo laboral porque crecerá será sano. Pero también porque a largo plazo es la mejor inversión ya que un país que alimenta bien a los niños hasta los dos años está caminando por la senda hacia una mayor productividad.