Nuestro cerebro creció para llegar a tener alrededor de 86.000 millones de neuronas, más del doble que las de un gorila, y requiere 400 calorías diarias para funcionar. | Foto: Istock

TECNOLOGÍA

¿Podrá la ingeniería humana crear un cerebro mejor que el nuestro?

Después de leer este análisis histórico del especialista Mauricio Franco, la conclusión podrá causarle cierto escalofrío. La era de los computadores cuánticos ha llegado.

Mauricio Franco*.
1 de noviembre de 2019

Nuestro universo inició con una explosión grandiosa, salvaje y caótica. Los planetas giran y las estrellas todavía arden debido a la energía liberada por este evento singular hace 13.800 millones de años. En medio del caos una revolución imperceptible, diminuta y silenciosa comenzó a abrirse paso. Los átomos se organizaron en moléculas, las moléculas en células y las células en organismos cada vez más complejos.

La logística fundamental de la vida consistió en capturar la energía remanente de la gran explosión para producir un organismo mejorado y más eficiente. Entre más rápido el organismo mejorara, más opciones tenía de sobrevivir en medio del entorno cambiante. La vida se volvió una carrera por la energía. Cuando encendemos un trozo de carbón estamos liberando en un corto instante la energía producida por el sol que el árbol logró capturar durante años mediante el proceso de la fotosíntesis. De forma similar, cuando degustamos un buen trozo de carne estamos obteniendo en un solo mordisco la energía que le tardó años a la vaca para recolectar, la que a su vez hizo lo mismo con las plantas de las que se alimentaba.

Hace alrededor de 600 millones de años un organismo fue capaz de acumular suficiente energía para desarrollar una mejora que marcó un hito fundamental en nuestra historia: el cerebro.

En su libro El Cerebro y el Mito del Yo, el neurocientífico colombiano Rodolfo Llinás nos afirma cómo los ascidiáceos, organismos que se anclaban en el fondo del mar, comenzaron a nadar para buscar mejores lugares para alimentarse. Generaron un primitivo sistema nervioso de 300 células que les ayudaban a predecir el próximo paso durante su movimiento. El cerebro se convirtió entonces en la principal herramienta de supervivencia. Los organismos comenzaron a acumular energía para incrementar su capacidad de procesamiento de información. No fueron los más adaptados físicamente sino los mejores preparados mentalmente los que sobrevivían.

Nuestro cerebro creció para llegar a tener alrededor de 86.000 millones de neuronas, más del doble que las de un gorila. Requiere 400 calorías diarias para funcionar, aproximadamente el 20 por ciento de nuestra dieta. A pesar de su tamaño y sorprendente complejidad, tiene limitaciones que debemos aprender a reconocer.

Los límites del cerebro

La primera tiene que ver con la información con la que lo alimentamos. El cerebro es un sistema cerrado y solo recibe información a través de nuestros limitados sentidos. Vivimos inmersos en una burbuja mental. Como bien lo dijo Hamlet en la obra de Shakespeare: “Yo podría vivir encerrado en una cáscara de nuez y considerarme el rey del espacio infinito”. Nuestros juicios están sesgados por nuestra incapacidad de identificar qué información es real y cuál es falsa, o qué información existe afuera de la que no nos hemos hecho conscientes aún. Conectamos suposiciones basadas en suposiciones. De ahí que muchas veces lo que hace absoluto sentido en la discusión intelectual y teórica, no funciona en la práctica.

La segunda limitación importante es que muchos de los problemas que estamos intentando resolver superan nuestra capacidad de cómputo y entendimiento. Jaime García Serrano, un colombiano al que apodan la super computadora humana tiene seis récord Guinness por ser capaz de memorizar un número de 200 dígitos. En medida de información estos pesan menos de 200 bytes. Si encontramos un problema cuyo tamaño sea superior a 200 bytes, hasta el cerebro de este genio será incapaz de procesarlo.

Por último, existe una conexión cíclica entre lo que pensamos y nuestro estado emocional. Pensamos como sentimos, y así mismo sentimos como pensamos. Ser conscientes de nuestro propio estado emocional y el de los otros se vuelve una necesidad indispensable para pensar más claro y ver la realidad desde otros ángulos.

Debido a estas limitaciones somos dados a emitir juicios prematuros y a la vez podemos ser altamente manipulables. En 2018, la Unión Europea cerró la empresa británica Cambridge Analítica, que usaba datos de Facebook para bombardear a las poblaciones con noticias engañosas y de alto contenido emocional, logrando así manipular las elecciones en 14 países.

Nuestra capacidad de pensamiento y entendimiento del mundo es la que define nuestro destino. Por esta razón grandes empresas de tecnología como Google e IBM están en la carrera de desarrollar computadores cuánticos con capacidad para procesar en tres minutos lo que a un computador tradicional le tomaría 10.000 años. En septiembre de 2019 Google anunció haber alcanzado este hito mediante la construcción del computador cuántico de 54 qubits llamado Sycamore. Por otro lado, Intel anunció la construcción de un computador con capacidad para simular 8 millones de neuronas llamado Pohoiki Beach.

¿Desarrollará la ingeniería humana un mejor cerebro que el nuestro? Todavía no lo sabemos, lo que sí es cierto es que a la naturaleza le tomó 600 millones de años hacer crecer nuestro cerebro (a una velocidad de 145 neuronas nuevas por año). En 60 años de historia de la inteligencia artificial ya vamos por 8 millones.

*Gerente de planeación y simulación de la multinacional Moffaty y Nichol.