Juanma Bajo Ulloa pertenece a esa nueva generación de directores españoles que, hija de la televisión, le ha dado un nuevo aire al cine ibérico. Nadie sabe todavía si es mejor o peor que la anterior, pero lo cierto es que no sólo ha cautivado la atención de su propio público sino que ha llegado muy lejos en el exterior. Formado bajo los parámetros del videoclip, las tiras cómicas y las películas de suspenso norteamericanas, Bajo Ulloa tiene a su haber tres largometrajes. Los dos primeros _Alas de mariposa (1991) y La madre muerta (1993)_ son dramas oscuros y fatalistas, aunque con buen ritmo y composición. El tercero, una comedia titulada Airbag, sólo ha conservado de sus antecesores el humor negro y eso ha sido suficiente para convertirse en la película más taquillera en la historia de España. La cinta cuenta un momento trascendental en la vida de Juantxo (Karra Elejalde), un joven de buena posición social que, en vísperas de casarse con una novia de similar estatus, termina metido en un lío descomunal al perder el anillo de compromiso en un burdel durante su despedida de soltero. La secuencia es antológica y su descripción no haría sino arruinarla. A partir de ese momento la vida de Juantxo será distinta. En palabras del propio Bajo Ulloa, se trata de la historia de tres jóvenes plásticos que tienen 48 horas para dejar de serlo. Y sí que lo hacen. La desquiciada carrera en aras de recuperar el anillo, que por circunstancias diversas ha ido a parar a las manos de un mafioso tan patético como peligroso, para llegar a tiempo al matrimonio, alcanza para que Bajo Ulloa despliegue todo su arsenal de efectos narrativos a partir de equivocaciones, riesgos y actitudes desesperadas. Un road-movie con un toque de surrealismo sólo sustentable en un guión concebido como una verdadera locura, a pesar de que también puedan verse en ella rasgos de una cínica crítica social.