El ballet en Colombia es la verdadera cenicienta de todas las disciplinas artísticas. Esfuerzos se han hecho, y de tiempo atrás, para configurar escuelas que no sólo formen profesionales, sino que apoyadas por una compañía que reciba algún aporte estatal para su desarrollo permita a los artistas proyectar su trabajo. Sin embargo, la experiencia ha demostrado, con generosidad de ejemplos, que no alcanza a surgir la idea cuando inmediatamente saltan detractores a atacarla con fiereza hasta lograr su objetivo. Por lo anterior, la idea que acaba de cristalizarse en Venezuela, de crear una escuela para profesores y una compañía latinoamericana de ballet, con sede en Caracas, la cual funcionara con aportes del gobierno venezolano, de países del área y de la OEA, puede ser la redención para bailarines colombianos que deseen hacer carrera. El proyecto surgió de la célebre bailarina inglesa Margot Fonteyn, una de las más grandes figuras de la danza clásica de este siglo. Con una carrera fulgurante, plena de éxitos y recompensas, al retirarse hace diez años de los escenarios e irse a vivir a Panamá, con su esposo de nacionalidad panameña, comenzó a madurar un programa para darle a Latinoamérica una compañía y una escuela que se ciñeran a los cánones disciplinarios que exige este arte. Después de varios foros y conversaciones, el pasado 9 de marzo cuando recibía de manos del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez la Orden Francisco Miranda-, Margot Fonteyn dio a conocer al mundo la iniciación de labores de la compañía que tanto soñó, con un programa elaborado por ella, seriamente estructurado. La bailarina escogió como sede a Venezuela, no sólo por la posición geográfica del país y el marcado interés que allí se demostró porque la sede fuera en Caracas, sino porque Venezuela ha desarrollado una gran tarea en el terreno balletístico. En la actualidad existen varias compañías profesionales sostenidas con ayuda estatal, de donde han surgido importantes figuras que hoy trabajan en el plano internacional. El propio presidente venezolano manifestó el día de la condecoración de la señora Fonteyn, que su país quiere ser escenario y gran centro de las artes con proyectos que sirvan para integrar artísticamente el continente. Las temporadas de las compañías de ballet serán de tres meses y en ellas participarán destacados bailarines y coreógrafos de Centro y Sur América. Hará giras continuas para mostrar por el continente el trabajo desarrollado. En el momento Efraín Paesky, director de Asuntos Culturales de la OEA, realiza una gira por regiones del área, con el fin de dar a conocer el programa de actividades sus beneficios y conseguir de los gobiernos el apoyo que se necesita. Es de esperar que Colombia se sume a la iniciativa, ya que este país se ha mostrado incapaz de darle vida al ballet, mientras Venezuela, Argentina, Brasil, Chile, Perú y Panamá entre otros, cuentan todos con companías estables apoyadas por cada gobierno. No cabe duda de que el empuje de Margot Fonteyn fue decisivo para echar a andar las manifestaciones de la cultura con hechos reales. Comó una prueba más de que el gobierno de Carlos Andrés Pérez desea integrar, con realizaciones palpables, el arte en el continente, también con sede en Caracas quedó configurado un curso interamericano de dirección orquestal, el primero de los cuales se llevó a cabo el mes pasado. Participaron 32 jóvenes de 17 países, entre ellos el colombiano Oscar Hernán Benavides. Patrocinado por el Consejo de la Cultura de Venezuela, otras entidades gubernamentales y la Organización de Estados Americanos, los cursos de dirección orquestal serán un proyecto permanente que conllevara un festival en el cual participarán anualmente directores jóvenes de todos los países del área, que dirigirán las orquestas venezolanas, que hoy entre profesionales y semiprofesionales alcanzan una cifra superior a las 50 en el país. Lo anterior muestra cómo Venezuela en la actualidad es un país que se sitúa en la vanguardia cultural en el continente pues además de las realizaciones anotadas, el ministro de Cultura de ese país, José Antonio Abreu, confirmó la realización del Convenio Internacional para el establecimiento del circuito latinoamericano de teatro, que como todos los programas enunciados tiene también como finalidad unir el arte continental con música, ópera, ballet y teatro. Por lo pronto, la companía de ballet latinoamericano se abre muy halagueñas perspectivas a los profesionales de la danza clásica en Colombia, que a falta de incentivos y apoyo en Colombia podran encontrar en el país vecino muy atractivas posibilidades de proyectar su arte en el continente.-