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Bancos de arte
El jueves Bancolombia inauguró su Salón de Arte con 150 obras que el banco ha adquirido a lo largo de los últimos 100 años. Se trata de un nuevo ejemplo de la relación de las financieras con la plástica, que se remonta a los Médici.
Muchos bogotanos quizá recuerdan la escultura de Eduardo Ramírez Villamizar ubicada frente a la fachada del edificio de Bancolombia, una estructura geométrica roja en la carrera séptima con calle 33. A lo mejor vieron el inmenso cuadro de Alejandro Obregón frente a los cajeros de ese mismo edificio antes de que lo remodelaran en 2006: una tela de ocho metros de largo con las inconfundibles pinceladas azules, rojas y verdes. Lo que no recuerdan haber visto en el Edificio San Martín son cuadros de la primera época de Fernando Botero y Antonio Roda, ensamblajes de madera e hilos de David Manzur, o un retrato de Simón Bolívar de José María Espinosa, el retratista oficial del Libertador y el único para quien posaba. Y no lo recuerdan, porque no tienen cómo: las más de 200 obras que pertenecen a la colección privada de Bancolombia estaban colgadas en las oficinas de los altos funcionarios y presidentes, a las que rara vez tiene acceso un ciudadano común.
El pasado 9 de septiembre Bancolombia inauguró su Sala de Arte en su edificio sede en Bogotá. Es la primera vez que se muestran obras como Caballos y formas o El ringletero, dos pinturas del desconocido Botero de los años 50; que el icónico Amanecer de los Andes de Obregón se puede ver fuera de los libros de arte; que dos obras del Taller de los Figueroa y un cuadro de Arce y Ceballos, lo más representativo del arte colonial, se expone fuera de museos o iglesias.
Y aunque por el momento los empleados de Bancolombia y sus familias son los únicos que pueden entrar a la impresionante muestra, el banco ya está organizando su programación cultural y contrató guías especializadas para orientar las visitas, como parte de una alianza con el Museo Nacional. La idea es que dentro de poco, colegios y universidades puedan visitar una colección que el banco ha ido forjando desde su fundación en 1885 con obras que llegaron bien como forma de pago, o porque algunos silenciosos banqueros se convirtieron en mecenas del arte.
Una vieja relación
Que los banqueros sean grandes mecenas del arte no es algo nuevo. Los Médici, dueños del primer banco en el Renacimiento, son los responsables de gran parte del arte florentino de su época. Lorenzo de Médici fue mecenas de artistas tan grandes como Botticelli, Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel. Tan estrecho era el vínculo del banquero con los artistas que este último vivió varios años en la casa de la poderosa familia. Juan Bici de Médici ayudó a Masaccio, pionero de la perspectiva en la pintura, y años más tarde su hijo Cosme le pidió a Brunelleschi, la superestrella de la arquitectura de su época, finalizar la cúpula de la iglesia de Santa María de las Flores. Cosme también apadrinó artistas como Donatello y Fra Angelico, y es el responsable de la construcción de la Galería de los Uffizi, en Florencia.
El modelo de los Médici se ha mantenido y los grandes bancos del mundo son hoy los dueños de las más refinadas colecciones de arte moderno y contemporáneo. Es el caso de la colección del banco norteamericano JP Morgan Chase, iniciada en 1959 por David Rockefeller, en ese entonces gerente del Chase Manhattan Bank; de la del Bank of America, responsable de exposiciones como el Wyeth Show del Montclair Art Museum de Nueva York y de Impressionism, que estará hasta diciembre en la Millenium Gate. Y el Deutsche Bank de Suiza, cuya colección de 56.000 piezas incluye obras de Andy Warhol, Robert Rauschenberg y Joseph Beuys, es una de la más importantes de Europa.
En Colombia, Bancolombia no es el único banco en el país conocido por su gran colección de arte. Además del Banco de la República está la de Bancafé, creada con la asesora historiadora Aída Martínez a partir de 1974. Una selección de estas obras fueron mostradas al público en una exposición del Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1976. Los asistentes pudieron ver, entre otras, Cafetal, de Gonzalo Ariza; Cabeza griega, de Fernando Botero, y Sortilegio, de David Manzur. La colección, que a lo largo de 30 años ha recogido 312 piezas de los artistas colombianos más importantes del siglo XX, fue cedida al Ministerio de Cultura y al Museo Nacional de Colombia en 2008, después de que Davivienda compró el banco. A principios de este año esta colección fue exhibida bajo el nombre de 'Sala de juntas', en el Museo Nacional de Bogotá.
Los bancos, de hecho, han patrocinado varias de las exposiciones más exitosas de arte europeo que se han visto en el país. El Bbva de España comenzó a coleccionar arte hace 150 años y hoy en día cuenta con más de 3.000 piezas. Algunas de ellas se expusieron en Obras maestras de la Colección Bbva y Cuatro siglos de pintura europea en la Colección Bbva. Siglos XV al XVIII. La primera, que se presentó en el Museo Nacional en el 2004, atrajo 41.231 visitantes con piezas de Goya, Sorolla, Rusiñol y Tápies, artistas que de otra manera a lo mejor no se hubieran visto en el país. La segunda, que se presentó allí mismo a finales de 2006, atrajo 62.744 visitantes y mostró obras de períodos poco vistos por los colombianos como el arte flamenco o el holandés.
Comisiones de arte
Más allá de comprar arte, de mostrar sus colecciones y hacer alianzas con museos, los bancos se han puesto en la tarea de apoyar el arte de una forma más directa. A finales de 2006, Bancolombia le encargó a 20 de los más importantes artistas contemporáneos obras para decorar su nuevo edificio inteligente en Medellín. Flores de Colombia, un cuadro en gran formato de Santiago Cárdenas, se exhibe en este momento en el hall principal del edificio. Dos series de fotografías de Rosario López decoran el quinto piso, Insuflare y Paracas, y los cuadros geométricos de Beatriz Olano están en el octavo piso.
Un caso similar es el del Bbva, que patrocina el Salón de Arte Joven, uno de los concursos más prestigiosos en Colombia. El banco no sólo invierte cada dos años 400 millones de pesos en la organización del concurso, sino que compra una o varias obras de los jóvenes artistas. Obras que el banco guarda en una galería de su sede en la Avenida Chile, de Bogotá. La sala, sin embargo, no está abierta al público -la gran afluencia de gente pondría en peligro la seguridad-.
Por su parte la sala de Bancolombia tiene características que cualquier galería envidiaría: 2.000 metros cuadrados de espacio para exponer y las especificaciones técnicas de iluminación y ventilación necesarias para mantener las obras en buen estado. "No pretendemos convertirnos en un museo", dice Felipe Rojas, gerente regional de Bancolombia en Bogotá. "Lo que hicimos fue adoptar un espacio de oficinas y adecuarlo especialmente para albergar las obras de gran valor artístico". Así, las paredes y pisos de lo que antes fueron oficinas, "un desorden" en palabras de Alberto Sierra, el galerista que estuvo a cargo de la adecuación, ahora son blancas y limpias como las de un museo.