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Poesía. | Foto: Hernán Sansone

Poesía contemporánea colombiana

Cinco instantáneas en tiempos de ‘instapoemas’

Intentar un retrato que abarque lo que sucede con la poesía en Colombia exige acercarse a cosas tan distintas como un toque de punk, un recital de piano clásico y un concierto de Shakira.

Juan Miguel Villegas
12 de diciembre de 2022

En un país con poetas vivos como Giovanni Quessep, Juan Manuel Roca o Maruja Vieira, hablar de poesía contemporánea exige, sin embargo, saltar por encima de los escrúpulos que intentan segregar a la gran poesía de todas sus variables. Con estas instantáneas sugiero cinco líneas de exploración en un panorama que dejó de ser una propiedad privada.

La foto del último Premio Nacional de Poesía

“Dice La mata:

Cuando caen los cuerpos en la plaza,

elegidos al azar,

quedan en las casas los patios,

las cocinas, las sábanas extendidas

recibiendo aún

el tacto caliente del sol”.

-EHP.

Para llegar en forma de libro al premio grande de la poesía en Colombia, los poemas de Eliana Hernández Pachón (Bogotá, 1989) tuvieron que ser antes muchas otras cosas. Primero, las preguntas de una antropóloga volcada a la palabra. Luego, la emoción adolorida de recorrer un informe estatal: La masacre de El Salado: esa guerra no era nuestra (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2009). Y, entonces, tener la certeza de cómo referirse a tanto horror sin aumentarlo. Tras eso, un primer impulso en efectivo: la beca para la publicación de autores colombianos, del Ministerio de Cultura, en 2020, que hizo posible la publicación de La mata, un libro ilustrado de 96 páginas, coeditado por Laguna Libros y Cardumen. Y entonces, sí, el Premio Nacional de Poesía 2021, el más reciente otorgado por esta bienal.

Desde Estados Unidos, Eliana lamenta que el Ministerio no le haya dado “mucha circulación al premio”. Pero celebra la alegría de haberse encontrado desde entonces “con lectores y lectoras a los que el libro movilizó de alguna manera o les hizo repensar lo que puede hacer la poesía”.

Panorámica del país en tiempos agitados

“MAPIRIPÁN

Quieto el viento,

el tiempo.

Mapiripán es ya

una fecha”.

-MMC.

Ese potencial, ese poder de la poesía, es para el poeta y divulgador Federico Díaz Granados (Bogotá, 1974) “una respuesta al momento que vive el país”. Señala específicamente las réplicas y los coletazos del “estallido social” de 2021, y cómo ha llevado la atención colectiva hacia la memoria histórica. “En la tradición poética colombiana siempre ha aparecido la violencia. Y en algún momento todo eso cayó en lo panfletario”.

“Pero todo es pendular en el arte”, agrega. Y con la autoridad de haber coordinado la antología Desde la luz preguntan por nosotros: panorama de poesía colombiana contemporánea (2021), explica que ya bien entrado el siglo XXI, con su ruido y sus urgencias, vemos de nuevo la ebullición de “la poesía política y de denuncia, y de la poesía testimonial, con tono autiobiográfico, erótico”. El fervor con el que nuevas generaciones leen un libro como El canto de las moscas, de María Mercedes Carranza, es para Díaz Granados prueba contundente del fenómeno.

La sociedad de los instapoetas vivos… y famosos

“Cada vez que estoy triste pienso que nunca volveré a ser feliz.

Llevo el corazón fisurado, pero aún me hace llorar la belleza.

En todo hay esperanza, hasta en mí”.

-C.E.

Por estos días, en el top de ventas de Amazon en la categoría ‘poesía’, por encima de García Lorca se pueden leer nombres como los de Luna Javierre (España, 1999) o Elísabet Benavent (Gandía, 1984). Y en los de gigantes como Penguin Random House –junto a Alejandra Pizarnik y Emily Dickinson– un cierto Miguel Gane (Leresti, Rumania, 1993)... y Camila Esguerra (Bogotá, 1996).

Para encontrar su producción más reciente, el camino más fácil no es la librería más cercana, sino Instagram. “A veces canto, a besos escribo poemas”, se lee en el perfil de Esguerra. Sus 334.000 seguidores a la fecha la convierten en una de las escritoras más populares de Colombia, en la categoría instapoetas: un tipo de autor que hace años prolifera en esa plataforma –y ahora también en TikTok– y cuya obra tiene tantos “aspectos de forma compositiva, tema y estilo” en común, que configuran “un género” en sí mismo, como afirman Ulisses Oliveira y Bruna Osaki Fazano, de la Universidad Estatal de Matto Grosso.

El caso de Camila Esguerra es paradigmático: las autoras que la inspiraron a lanzarse al ruedo son dos de las instapoetas más célebres del planeta, como lo reconoció en una entrevista durante la FILBO 2019: “No fue sino hasta que leí a poetas como Rupi Kaur o Nayyirah Waheed (...) que entendí que esa colección de palabras sin dueño, que tenía guardadas en un cajón, podían ser el camino para cumplir mi mayor sueño: publicar un libro de poesía”.

Ese sueño –y ese género– lo comparte y ha cumplido un nutrido grupo de autores “nativos digitales” en Colombia, como los bumangueses Juan Pablo Silva (450.000 seguidores en Instagram) y J.Wailen (314.000).

Retrato de poeta premiado por fuera

“MI RUTA HACIA EL OLIVO

Para los andaluces es más fácil.

Su infancia está amoblada de olivares

y los olivos son su verde patria.

Mi verde fue distinto y mi infancia fue el mango,

la guayaba, la piña, la poma, el mamoncillo.

Por eso no entendía la aceituna. (...)”.-C.A.P.

El nombre de Carlos Alberto Palacio (Yarumal, 1974) puede no sonar familiar para muchos en el mundo literario. En el de la música, al contrario, ‘Pala’ –su nombre artístico– ha hecho carrera desde los años noventa como cantautor con fama de letrista. Tanto que, además de graduarse como Filólogo Hispanista, comenzó a cosechar medallas por su escritura: cuatro en los últimos tres años. Primero, el Miguel Hernández, luego el Antonio Machado en Baeza, y en junio pasado el José de Espronceda, además del Premio al Libro de Poemas Inédito-Alcaldía de Medellín. Probablemente sea el poeta más laureado del país en años recientes.

Algunos de los jurados de estos premios han valorado sus “poemas cantables, que a su variedad temática añaden la riqueza métrica que su autor domina y emplea con emoción, inteligencia y acierto”. Desde Madrid, Pala explica así su credo: “Yo estoy convencido de que el verso libre es el más adecuado para contar el siglo XXI, pero también de que enfrentarse al oficio de la escritura de poesía en castellano sin estudiar el verso clásico no es muy inteligente. Hay una musicalidad, un hallazgo del ritmo, que sólo se encuentra por esa ruta: sonetos, endecasílabos, madrigales…”.

Retrato de grupo: la poesía es un ‘parche’

“Voy a escurrirme el corazón

para hacerte un pintalabios barato

Porque no tengo dinero

pero me gusta verte esa boquita roja”.

-C.C.

Bien dispersas por la geografía nacional, pero concentradas especialmente en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali o Cartagena, brotan cada tanto las ganas de dar a la poesía un espacio digno, en forma de casa, de evento o de proyecto. La Librería Danielito Bang está en una esquina del barrio Teusaquillo, en Bogotá. Aparte de ropa y objetos de diseñadores locales, sus estanterías rebosan de libros de editoriales que privilegian la poesía: entre muchas otras, Cardumen (de la escritora y editora Alejandra Algorta), Himpar (que le apuesta a “la literatura diversa y divergente”), Malasangre (del autodenominado “escritor de vereda” César Cano) o Totuma Libros, “que está publicando poetas jóvenes y todo lo hacen artesanalmente”, como explica Estefanía Angueyra, también poeta e integrante del grupo que lleva las labores de la casa. Todos los miércoles se reúne su Club de Poesía. Y son frecuentes los micrófonos abiertos y los “recitales de viernes en la noche”, rematados con músicos en vivo.

Uno de los proyectos que asoma en los anaqueles y las charlas de ‘La Danielito’ es La Pájara Pinta: un proyecto cocinado en la Universidad Distrital, que se ha desbordado hacia la ciudad para crear incluso su propio festival de poesía alternativo, el Pájara Fest. Editaron también Paisaje inacabado: antología de poesía colombiana reciente, con muestras del trabajo de autores nacidos sobre todo en los ochenta y noventa, y que liberaron para descarga libre.

Angie Novoa, una de las gestoras del proyecto, cuenta que “hay un montón de proyectos bonitos que se mueven con intereses cercanos: ahora hay música, piezas audiovisuales y artes plásticas, que están ayudando a que la agenda alrededor de la poesía y la literatura se amplíe, se diversifique y tome cada vez más fuerza”. Y remata: “Últimamente encuentras mucha poesía sobre la ciudad y los amigos. Y creo que eso tiene que ver con los parches que se juntan a crear y a ser felices”.

*Comunicador Social y Periodista. Palabrista. Medellinita.