CONTRACARATULA

Carlos Duque, el diseñador de las carátulas de los nuevos libros de Colcultura, responde a las críticas de la "Quincena Tipográfica"

9 de julio de 1984

Diseños llamativos pero estridentes... que evocan un forzado aire de antiguo afiche polaco, lejos de la tendencia actual, de mucha elegancia y lirismo en el color. Con el atenuante de llegar a desinterpretar (sic) el contenido que enmarcan".
Las anteriores comillas pertenecen a la columna "Quincena Tipográfica" aparecida en esta revista la semana del 22 de mayo bajo el título "Aire de afiche". En ella se hace referencia a los nuevos libros publicados por el Instituto Colombiano de Cultura, y auncuando el comentario se ocupa de diferentes aspectos relacionados con el diseño de las publicaciones me limito aquí al tema de las carátulas cuyo diseño me correspondió dirigir con la colaboración de Marcela Castillo, diseñadora de ese Instituto. Me siento pues, obligado a aclarar algunos conceptos emitidos en la columna mencionada, y si bien reconozco la capacidad de nuestro crítico para identificar aquellos aspectos rutinarios que conforman una pieza editorial, es evidente que su análisis sobre el carácter gráfico de la misma es superficial con lo que, en lugar de orientar sobre este difícil tema, desvirtúa y condiciona su comprensión por parte del lector desprevenido.
Diseño y mercadeo
Con la Colección Popular, como su nombre lo indica, pretende Colcultura llegar a un mercado más amplio, para el cual la apariencia tradicional del libro tiene poco o ningún atractivo. No se puede entonces ignorar la importancia que cobran el color y la forma "estridentes" en el lenguaje visual de la juventud y del público popular. Dice nuestro comentarista que el diseño de las carátulas está "..lejos de la tendencia actual, de mucha elegancia y lirismo en el color", como si la función del diseñador se limitara a adoptar "poses" de moda, dejando de lado la responsabilidad de comunicador cuyo papel supone además el estímulo al acercamiento entre el producto y el consumidor, (en nuestro caso entre el libro y el lector) al cual se pretende llegar.
Atribuye el comentarista a estos diseños, con tono despectivo, "...cierto aire de antiguo afiche polaco", con lo que está sugiriendo falta de originalidad en los mismos. Lo que nuestro amigo identifica como "aire de afiche" es precisamente esa estructura gráfica directa que permite al libro de Colcultura disputarse con eficiencia un espacio visual entre los cientos de libros y revistas que se exhiben en estantes de librerías y puestos callejeros. Por otra parte, el recurso de la viñeta europea, como herramienta gráfica, no es y no lo ha sido nunca, del uso exclusivo de los diseñadores polacos como lo podemos apreciar a través de la obra de artistas como Ernst, de ilustradores como Satty y de diseñadores como Lubalin, Glaser y tantos otros trabajadores de la imagen impresa contemporánea.
Que los diseños de las carátulas tienen "...el atenuante de llegar a desinterpretar (sic) el contenido..." ¿Qué autoridad inviste al diseñador para interferir en el proceso de percepción de la imagen literaria, cuya experiencia es estrictamente individual? En mi opinión, el diseño de carátula de una obra poética o literaria no debe ilustrar o recrear anécdotas acerca del contenido, como suele suceder con el diseño comercial que nos impone la moda gráfica editorial norteamericana y europea. Considero por el contrario que en estos casos la carátula debe conservar cierta libertad e independencia sobre la obra antes que pretender dar forma concreta a las visiones íntimas creadas por la palabra escrita.
No hay pues tal improvisación como lo ha querido sugerir alegremente el autor del mencionado artículo.--
Carlos Duque