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El nuevo monstruo del piano

Con su debut discográfico el mundo se rinde ante el descomunal talento de Yundi Li, el joven chino ganador del Concurso Chopin de Varsovia.

Emilio Sanmiguel
22 de julio de 2002

Escoger a los grandes pianistas del siglo XX fue uno de los proyectos más ambiciosos y complejos de la historia del disco. Philips, con el apoyo de las grandes disqueras del mundo, lo hizo y la lista incluyó, desde el lituano Leopold Godowsky, nacido en 1870, hasta el ruso Evgeny Kissin, de 1971. En lo poco que va del siglo XXI apenas se habían atrevido a recibir con la categoría de gran estrella al ruso Arcadí Volodos, nacido en 1972. Ahora todos se rinden ante la evidencia del arte contundente de un joven chino, Yundi Li, nacido en 1982 en Chongquing, iniciado en la música a los 4años y en el piano a los 7.

Es poseedor de un arte contundente, desconcertante y tan fuera de cualquier sombra de duda que el 4 de octubre de 2000 se alzó con la medalla de oro del Concurso Chopin de Varsovia, que junto con el Tchaikovsky de Moscú es la más exigente competencia pianística del mundo y que hacía 15 años no otorgaba su medalla de oro. Evento que ha sido punto de partida para algunos monstruos del piano, como Mauricio Pollini, Martha Argerich y Krystian Zimerman. Desde 1985, cuando resultó vencedor Stanislav Bunin, no se otorgaba el oro. Yundi Li lo consiguió, con algo no menos asombroso, que en la misma competencia se hizo al galardón de mejor intérprete de una polonesa, un premio que casi por norma se otorga a pianistas de la tradición musical polaca o de la escuela ruso romántica.

Yundi Li no deja de asombrar. Primero, porque se trata de un artista cuya formación se llevó a cabo exclusivamente en su país. Llama la atención que cuando manifestó su interés por trabajar con Zimerman, premio Chopin de 1975, el prestigioso pianista polaco luego de escucharlo sencillamente manifestó: "Francamente no tengo nada qué enseñarle". Si se piensa que inició sus estudios de piano en 1991, con Dan Zhao Yo, uno de los más reputados maestros de piano de China, y que cuatro años más tarde obtuvo el primer premio en una competencia pianística en Illinois, pues hay que rendirse ante la evidencia de que se trata de un fenómeno más allá de la técnica asombrosa que posee.

Todo esto está presente en su primera grabación discográfica, realizada con la Deutsche Grammophon. Como era de esperarse, ha debutado con una selección de obras de Chopin. Pero, eso sí, se ha cuidado de los lugares comunes. Como obra de gran formato abre con la Sonata Nº3 op.58 en lugar de la más popular Nº2 de la Marcha fúnebre, una decisión que revela su interés por una partitura más compleja, más exigente, y de paso una página sin duda más lograda que la popularísina Nº2. Sigue con otra decisión similar al preferir la Gran polonesa brillante precedida de un Andante spianato Op.22 a polonesas más populares, o taquilleras, como la Eroica o la Militar. En materia de Nocturnos están los dos del Op.9 y el segundo del Op.15 y exhibe su capacidad poética y de elaborar filigranas de sonido. Tres Estudios dejan el testimonio de su ejecución pirotécnica. Para cerrar este tour de force chopiniano hace una inspirada versión de la Fantasia Impromptu.

Una hora y siete minutos de música demuestran que, pese a sus 19 años, no exageran quienes aseguran que Li es de los raros pianistas con las condiciones para hacer nuevas propuestas en obras que otros habían planteado ya como "definitivas": puede inundar su interpretación con la mejor carga emocional o, para desconcierto de algunos, recorre ciertos pasajes con menos ímpetu del que habían tenido algunos de sus ilustres predecesores. Un intérprete de casta. Una nueva estrella en el firmamento del piano.