Dos siglos despues de la muerte de Diego Velázquez, el artista Edouard Manet escribió desde Madrid una carta a su amigo Fantin-Latour en la que expresaba la profunda emoción que le causó conocer la obra del au-tor de Las Meninas: "Velázquez por sí solo justifica el viaje a España. Los pintores de todas las escuelas que le rodean en el Museo del Prado y cuya obra está allí representada, parecen meros aprendices. Es el pintor de los pintores".Esta confesión es apenas una muestra de la admiración que gozó el artista sevillano dentro de los impresionistas. Sin embargo ellos no han sido los únicos en apreciar la obra de Diego Rodríguez de Silva Velázquez Rodríguez Buen-Rostro y de Zayas. No en vano 400 años después de su nacimiento, que nunca se ha precisado pero que se celebra el 5 de junio por ser el día de su bautizo, el mundo recuerda a quien ha sido considerado el precursor del arte moderno.La autonomía en sus trazos, el manejo único que le dio al color y, sobre todo, su realismo, han caracterizado sus pinturas, la gran mayoría conservadas en el Museo del Prado de Madrid. El comentario del crítico francés Teófilo Gautier cuando vio por primera vez Las Meninas se ha hecho famoso: "¿Pero, dónde está el cuadro?", queriendo decir que sólo faltaba que el espejo del fondo reflejara la figura del espectador de turno, y no a los reyes, para que fuera una escena real. Asimismo se ha valorado su capacidad para recrear la atmósfera y el espacio que sirve de escenario en su obra, y por ello muchos críticos han dicho que su mayor aporte al arte es haber pintado lo que no se ve. "En los cuadros de Velázquez se percibe hasta el aire. Su producción pictórica parece fotográfica", dice el artista Juan Antonio Roda.Paralelamente a la extraordinaria obra que concibió, la vida de Velázquez transcurrió en una total normalidad, ajena a escándalos o intervenciones en temas políticos como lo han hecho muchos artistas a través de la historia. Algunos afirman que esta actitud fue intencional pues el propio Velázquez era consciente de su grandeza y prefería estar al margen de dichos asuntos, mientras que otros lo han tildado como un ser de muy poca ambición que se resignó a su suerte. Lo cierto es que la mayor parte de su vida la ocupó en su taller de trabajo en Madrid, al lado de su esposa, Juana Pacheco, hija de su maestro de juventud Francisco Pacheco. Este último fue quien lo orientó en su formación artística desde que tenía apenas 11 años y por ello su influencia fue fundamental en el joven sevillano. Otro hecho determinante dentro del desarrollo de su obra fueron los viajes a Italia que llevó a cabo en dos ocasiones y que hoy sirven de puntos de referencia a quienes han querido estudiar el trabajo del artista. Para muchos su máxima producción la consiguió en los últimos años de su vida cuando logró pinturas como Las Meninas y Las Hilanderas. Sin embargo la calidad artística de Velázquez se remite también a la infinidad de retratos que hizo basado en los personajes que, de una u otra forma, hicieron parte del reinado de Felipe IV. Desde el propio rey, y su esposa Mariana de Austria hasta bufones y funcionarios de la corte pasaron por su pincel no sin antes ilustrar las intimidades de cada uno de ellos. Alguna vez el artista y crítico Charles Blanc dijo al respecto: "Los modelos de Velázquez no posan, son". Este punto es tal vez uno de los más exaltados por pintores posteriores a 'El Sevillano'. Juan Antonio Roda destaca esta aptitud que contradecía a la de retratistas italianos: "Se puede ver en el rey no sólo su grandeza, sino también sus gestos de ternura. O al Papa no con su imponente figura, sino como un ser común y corriente". Pero la obra de Velázquez no sólo se destacó por los retratos. Composiciones como La Venus en el espejo, Vieja friendo huevos, Los borrachos, El aguador de Sevilla o La fragua de Vulcano reflejan su amplio manejo del claroscuro y a la vez su variedad temática en la que se hace presente una constante referencia a la mitología.La inmortalidadSin duda la obra cumbre de Velázquez es Las Meninas. El cuadro, de tres metros de altura y que originalmente se llamó La familia, ha sido sometido a todo tipo de análisis por personalidades que van desde el crítico Jonathan Brown hasta el filósofo Michel Foucault.El hecho de que la infanta Margarita aparezca como personaje central _y no los reyes, quienes se ven en el espejo del fondo en el momento en que sirven de modelos para el pintor_ ha dado para todo tipo de interpretaciones. De igual forma sucede con la presencia de Velázquez dentro del cuadro al lado de los más altos miembros de la corte. Para muchos la intención del pintor fue demostrar que su trabajo era superior a otras actividades manuales consideradas en esa época iguales a la pintura, mientras que para otros su aparición es simplemente la muestra del aprecio que Felipe IV sentía por el artista y, por ende, la de su consentimiento para que los acompañara en el retrato. Todo ello sin contar con los elementos secundarios del lienzo, como los cuadros de Rubens y Jordaens. Por otra parte, no pocos han asegurado que dentro de la misma pintura hay más de una obra y que el espectador sólo tiende a percibir la irrupción en el estudio de la pequeña infanta con su corte y no lo que realmente estaba pintando Velázquez en ese instante. La literatura al respecto es amplia. Lo cierto es que los reyes y su hija; las dos damas de honor María Agustina Sarmiento e Isabel Velasco, conocidas como las Meninas; el enano, la enana, el perro que los acompaña y el aposentador Nieto Velásquez que se asoma en la escalera ya se han inmortalizado. Tanto es así que muchos artistas, entre ellos el colombiano Alejandro Obregón, lo han representado a lo largo de la historia, sin nombrar la versión que logró Picasso. Algo que demuestra no sólo el respeto por el brillante pintor sevillano sino su vigencia, que se mantiene intacta en pleno final del siglo XX .