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EROTIKON

Una película del mexicano Ramiro Meléndez que da ganas de llorar.

15 de octubre de 1984

Si es obligatorio calificar las películas que se comentan, para tranquilizar a quienes conciben la crítica como la acción de clasificar las obras en buenas o malas y de señalar las fallas descubiertas por comparación a una concepción teórica del lenguaje cinematográfico, afirmo que "Erotikón" es una pésima película, que, como se suele repetir, da ganas de llorar o, en una frase aún más original, que es un retroceso en el cine colombiano. Hasta me permitiría la ironía de decirle a Ramiro Meléndez, el director, haciendo referencia a una de sus anteriores películas, que ojalá éste sea su "último asalto" al cine colombiano.
En "Erotikon" encontramos los ingredientes aparentemente comerciales de lo sexual y violento: don Graciano, el terrateniente, viola y mata a Soledad, la madre de Doncey, en presencia de ésta; Erasmo toma venganza y asesina a Graciano; Erasmo se enamora o desea a su hija, Doncey, en todo caso la viola y la quiere hacer su mujer; Zulma se exhibe en velos transparentes ante el inocente pastor; Zulma intenta relación lesbiana con Doncey; Salvador, esposo de Zulma, le acepta que ame a Doncey pero a condición de que lo dejen participar en el triángulo; Zulma asesina a su esposo al verlo obsesionado por Doncey. El pastor tiene relaciones con Doncey en medio del lago o entre las ovejas que cuida.
No faltan, entonces, ingredientes. Pero no funcionaron. Si lo que se buscaba era un taquillazo la frustración debe ser grande. Y eso que tiene otros factores aparentemente infalibles para atraer público masivo: las pasiones fuertes (odio, venganza, padre enamorado de su hija), los personajes típicos (los burgueses decadentes -Zulma y Salvador-, el terrateniente violador -Don Graciano- los inocentes en medio de la degradación -el pastor y Doncey-), las situaciones convencionales, de fácil reconocimiento (la hija espectadora obligada de la violación de su madre y la venganza subsiguiente, la confidencia escuchada por el interesado clandestinamente tras la ventana, el clímax dramático -violación de la hija- en medio de los truenos y relámpagos de una noche de tormenta, el "amor puro" en medio de la naturaleza.
Es evidente que los anteriores inventarios no dicen mayor cosa, no son la base para descalificar una película. Si lo fueran el primero en caer sería Homero y detrás de él otros genios del teatro, la literatura y el cine, en los cuales encontramos no pocas situaciones fuertes, convenciones, violaciones e incestos. Sirve para ver, una vez más, que lo comercial no obedece a fórmulas tan simples como coger situaciones fuertes y pegar una detrás de otra, con el convencimiento de que se despertará el interés y con la esperanza de que algún espectador elucubre sobre la profundidad psicológica de don Erasmo atormentado por el deseo prohibido.
En otras palabras, el público sigue demostrando que no come ingredientes aislados o hilvanados de cualquier manera. No es la papa, la cebolla o los garbanzos, combinados de cualquier forma y con cualquier cosa lo que gusta, es un conjunto preciso, el sancocho o el ajiaco o lo que sea. Una combinación u organización específica de algunos elementos. No hay que pensar tanto en las escenas en sí, aisladas, en su menor o mayor capacidad de impactar, cuanto en la forma de contar, de combinar.
"Erotikón" comienza con la conocida escena mexicana de la violación y asesinato que genera una venganza posterior, no menos violenta. Es el ingrediente puro, aislado, con el cual se espera impactar al espectador. Y no funcionó. Esa escena como detonante de un conflicto ha funcionado a las maravillas, pero así, como detonante que crea relaciones entre los agentes del conflicto, no como justificación para que el papá y la hija se queden solos y empiecen a mirarse a ver si se acuestan o no. Eso es otra película. Por decir lo menos, le mezclaron rellena (que gusta mucho) a un consomé (que también gusta).
Dos dudas me quedan. Una es si la niña se llama Doncey, porque el sonido es deficiente y a veces suena como Dulcey o algo parecido. Es secundario. Más importante es encontrar alguien que haya podido definir dónde se lleva a cabo la acción. Por los vestidos del cazador, Salvador, parecería que estuviera en un páramo, impresión que es confirmada por algunos vestidos de Erasmo. Pero el juego de Doncey con el pastor en la laguna y con Zulma en el pozo nos hacen sentir en tierra caliente. Lo mismo sucede con los vestidos de Zulma y de Doncey. El paisaje es a veces el más típico sabanero, pero en otras varía. O sea que hay para todos los gustos, no solamente en conflictos sino también en paisajes y climas.