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FESTIVAL CON MULETAS

La Corporación Colombiana de Teatro dijo "no" al VII Festival Internacional de Manizales

23 de septiembre de 1985

Al VII Festival Internacional de Teatro de Manizales asistirán los grandes espectáculos norteamericanos, europeos, del Caribe y algunos latinoamericanos; en sus salas habrá serios críticos, téatreros, colados, lindas paisas y suegros celosos; público de todo el mundo contagiará la gripa manizalita, que vive debajo de su eterna llovizna en las funciones callejeras; algunos asistirán a misa en cualquiera de las iglesias que hay cada quinientos metros y el clero se volverá a escandalizar por otro montaje sobre religiosos, como lo hizo el año pasado por la leyenda del travesti "Madre Anatolia". Este año la Corporación Colombiana de Teatro estará nuevamente ausente, pero el teatro colombiano se hará presente con diez grupos, entre los cuales figuran el Teatro Libre con "Un muro en el jardín", el Teatro Nacional con "Bent" y La Fanfarria de Medellín (grupo de la C.C.T.) con una creación colectiva.
Desde el 24 de agosto, y con las mismas lamentaciones que en septiembre del año pasado, se inauguró nuevamente esta ciudad como capital cultural del Continente por ocho días y se anunciaron los más grandes espectáculos de Occidente, aunque por segunda vez consecutiva, parte del movimiento teatral colombiano no asista al evento al no haber podido llegar a un acuerdo con los organizadores.
La historia de esta lamentable ausencia se remonta a los orígenes de la ya lejana muerte del anterior Festival que el año pasado resucitó sorpresivamente.
VIDA Y MUERTE DE UN FESTIVAL
En septiembre de 1968 Manizales encontraba un fin adecuado para el teatro de escenario móvil, con las más modernas específicaciones, que le había costado a la región la atomización del départamento del Viejo Caldas.
Tímidamente, Pablo Neruda ocupaba estático el descomunal escenario con una silla de mimbre y los manuscritos de su Poema Veinte y Farewel. El poeta de América tomaba la palabra después del presidente, Carlos Lleras Restrepo, en la apertura del primer Festival Latinoamericano de Teatro Universitario.
La ocasión trajo también a Miguel Angel Asturias, Atahualpa del Cioppo y al presidente del Festival de Naciones de Nancy (Francia), Jack Lang, quienes robaron el show a los verdaderos participantes: los grupos universitarios de Brasil, Venezuela, Perú, Ecuador, Argentina y la Universidad Santiago de Cali y Externado de Colombia, que representaban al país.
Con tal comienzo, el Festival de Manizales se convirtió en uno de los primeros en Occidente hasta el punto que, a raíz del éxito de la IV edición en 1971, se produce una verdadera explosión de Festivales de Teatro nunca antes vista en el Continente organizándose sucesivamente durante 1972 el de Quito, San Francisco y México. La ciudad se convirtió rápidamente en la niña mimada del teatro cuando en 1973 el Festival de Nancy se traslada a Manizales y el Instituto Internacional de Teatro convoca al mundo entero a contagiar gripa y teatro junto al Nevado del Ruiz.
Pero el momento coincide con el auge del teatro político en nuestro país y en todo el Continente y el clero es el primero en protestar pidiendo la suspensión de toda ayuda oficial al Festival, en carta dirigida al entonces presidente, Misael Pastrana Borrero.
En agosto de 1973 se llevó a cabo el V Festival Latinoamericano y la primera Muestra Mundial de Teatro en Manizales; grupos de Europa, Asia, Africa, Norteamérica y América Latina se hicieron presentes en la ciudad, que se convirtió en "La Meca" del escenario. Pero tan descomunal asistencia rebasó las perspectivas de los organizadores y durante su desarrollo renunció el director ejecutivo del Festival.
El Festival de Teatro de Manizales murió de repente, en su época dorada, y nó tuvo entierro. En palabras de Carlos José Reyes, en la revista Alternativa: "La burguesía manizalita se atortoló ".
LEVANTATE Y ANDA
Once años después, en el Palacio de Nariño, el Presidente habría de recordar la noche que conoció a Pablo Neruda. Fue como si pronunciase las palabras mágicas en la posesión de la actual directora de Colcultura, Amparo Sinisterra de Carvajal, cuando habló del proyecto de realizar una Bienal de Teatro Latinoamericano y del Caribe.
La propuesta original provenía de la vieja inquietud de la Corporación Colombiana de Teatro, que pretendía dedicar un año al Festival Nacional de Nuevo Teatro y el siguiente al evento internacional. Sin embargo, las entidades culturales de Manizales comprendieron inmediatamente que se trataba de resucitar su festival y comenzaron a organizarlo.
El 23 de septiembre del año pasado, Belisario Betancur inauguraba el VI Festival Internacional de Teatro de Manizales, lamentando la ausencia de obras de dramaturgia nacional.
Aún así, el éxito era rotundo, pues el de Manizales llenaba el vacío dejado por el Festival de Caracas, cancelado en 1983, debido a la dura situación económica que afrontaba Venezuela con la devaluación del bolívar.
Este año la situación se repite.
Mientras en Colombia comienza uno de los más importantes festivales de teatro del Continente, los directores que se formaron en los anteriores festivales de la capital caldense participan en otros eventos internacionales: Santiago Garcia dirige en Nueva York un montaje para el Festival Latino de esta ciudad, el grupo de teatro El local es invitado de honor allí, Ricardo Camacho dirige en el Teatro París --lógicamente en Paris--"Un Muro en el Jardín" del colombiano Jorge Plata y, para completar la paradoja, el único experto teatrero colombiano que participará en Manizales será Jaime Barbini, pero lo hará con el Teatro del Corralón de Buenos Aires, con su adaptación de "Santa Juana de América" del dramaturgo argentino, Andrés Lizarraga.
LA POLEMICA
Para abordar la discusión sobre la participación de los grupos de dramaturgia nacional en el Festival, se creó la Coordinadora Nacional de Teatro Independiente, Cortina, que agrupa a más de 24 grupos de dedicación exclusiva en el país, pues no todos estaban afiliados a la Corporación Colombiana de Teatro.
Patricia Ariza, vocera de Cortina y presidenta de la C.C.T., habla así sobre la decisión: "En ningún momento nosotros hemos querido atacar el festival. La petición nuestra es que el movimiento teatral tenga una ingerencia de carácter artístico en el festival de teatro. Es decir, que la Corporación Colombiana de Teatro, Cortina y representantes de grupos no afiliados conformen un comité artístico asesor. Es como si se organiza un congreso de médicos y no se tiene en cuenta a los médicos".
Al preguntársele sobre la raiz del conflicto, manifestó: "El conflicto nació para el festival del año pasado. Nosotros planteábamos que la Bienal debería tener unas características propias, que no se convirtiera simplemente en una vitrina para mostrar los grupos que pudieran venir o se pudieran contactar, sino que tuviera una personalidad. Un festival que se respete tiene un sello. Lo que se pretendía era que los grupos que vinieran, representaran las dramaturgias nacionales de su país, que el festival fuera un estímulo a la dramaturgia latinoamericana y del Caribe y a las dramaturgias nacionales. Lo primero que nos plantearon los organizadores fue un Festival Internacional, eso de Bienal Latinoamericana no les sonó.
Aun así dijimos: "Bueno, de todas maneras participamos". Luego vino la discusión sobre la escogencia de los grupos, ellos acordaron con nosotros una muestra de dramaturgia nacional para hacer la selección, y eso acorda ron con nosotros. Posteriormente nos enteramos, a través de la prensa, que no, que ellos iban a ser quienes escogían los grupos por medio de un consejo asesor de Colcultura; entonces nosotros, lamentablemente, nos tuvimos que abstener de participar".
SEMANA habló con Octavio Arbeláez Tobón, secretario del comité organizativo del Festival, para preguntarle cuál fue la diferencia entre la Corporación y éste. Respondió: "Nosotros siempre quisimos contar con la participación de la Corporación Colombiana de teatro en dicho evento.
Acordamos que ella se encargaría de escoger 6 de los 12 montajes nacionales que se presentarían, pero la aceptación final dependía del congreso de la Corporación que se reuniría en Bogotá. Lo cierto es que la respuesta definitiva se demoró en llegar y nosotros comenzamos a viajar por todo el país invitando grupos. De ahí se desprendió la participación de 10, entre ellos, El Libre de Bogotá y La Fanfarria de Medellín. A principios del mes de agosto, por medio de un comunicado, la Corporación rompió con nosotros. Ante todo,el Festival de Manizales, como cualquiera del mundo, es autónomo en la selección de los grupos que invita".
El Festival de Manizales resucitó, está vivo, pero no ha podido recuperar su pierna que nunca murió.--
-Ignacio Gómez Gómez -