QUE PUEDE TEner de atractiva la vida de un hombre que murio en gracia de Dios a los 59 años, después de haber vagado por tierras de Centroamériea y del Caribe, alcoholizado, marihuano, dando rienda suelta a sus pasiones homosexuales, escandalizando, trampeando, viviendo de la bondad de amigos y admiradores? Su poesía, sin duda. Su leyenda. Su extraordinaria capacidad para tocar fondo en pasiones de toda índole, para en seguida emerger como un iluminado en versos que aún hoy, después de varias décadas, se leen con hondura, estremecimiento y vibración. Porfirio Barba-Jacob vivió con intensidad, velocidad, independencia y dualidad permanente. Unas veces como adinerado, otras comiendo cualquier cosa y durmiendo por ahí. Ayer con la