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Hoy es el día de Santa Laura Montoya, la primera Santa de Colombia ¿Por qué se conmemora? | Foto: Archivo Semana

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Hoy es el día de Santa Laura Montoya, la monja colombiana que peleó por los indígenas

El papa Benedicto XVI aprobó la canonización de Laura de Jesús Montoya Upegui en 2012, una maestra generosa, aguerrida y misionera que se la jugó por los indígenas y se convirtió en la primera colombiana en subir a los altares.

21 de octubre de 2020

Laura Montoya Upegui, se convirtió en la primera santa colombiana en 2013, solía decir “destrúyeme Señor y sobre mis ruinas, levanta un monumento para tu Gloria”. Se caracterizó por su trabajo aguerrido con las poblaciones indígenas a pesar de la época y los contradictores que tuvo en sus primeros intentos por servir a esas comunidades.

La vida de la primera santa colombiana fue llevada a la televisión en 2015, a través de una serie de 25 capítulos producidos por el Canal Caracol y protagonizada por la actriz paisa, Linda Lucía Callejas, quien personificó a Madre Laura.

Santa Laura Montoya nació en Jericó, Antioquia, el 26 de mayo de 1874. Según se cuenta en su historia publicada por la Conferencia Episcopal de Colombia, ese mismo día fue bautizada, ya que su madre, Dolores Upegui, pidió a su esposo, Juan de la Cruz Montoya, que fuera a hacerla bautizar enseguida, y le dijo: “Pues antes de ser hija nuestra, primero tiene que ser hija de Dios”.

En su juventud, para ayudar a su familia, se había dedicado a la pedagogía, especialmente a la catequesis. Se graduó como maestra en 1893 y llegó a ser subdirectora de un colegio privado femenino en Medellín pero en 1914, con 39 años decidió dirigir su labor a los marginados.

Creyó conveniente fundar centros cercanos a los poblados indígenas para que las misioneras no tuvieran que trasegar por una selva plagada de peligros. Así, en 1918, las hermanas procedieron a establecer dos ambulancias, en El Pital y en Antadó, situadas en puntos diametralmente opuestos a 11 ó 12 kilómetros de Dabeiba.

Algunos creían que estaba loca y otros pensaban que solo había llegado en busca de marido. Eso era lo que se decía hace un siglo de la madre Laura cuando decidió abandonar la comodidad de Medellín por las selvas húmedas de Dabeiba, al occidente antioqueño.

En contra de los prejuicios de la época, ella, su madre y cinco compañeras arribaron a su destino después de diez días a lomo de mula, el 14 de mayo de 1914. Su misión era evangelizar a los indígenas embera-chamí y “probarles que Dios los amaba”, según escribió en su autobiografía.

Para conseguirlo, sin embargo, tuvo que enfrentar a sacerdotes y políticos de la región, quienes consideraban que las mujeres no eran aptas para esa tarea. “Creer que mujeres catequizan indios, creer que logran lo que no han hecho los hombres, es una perfecta ilusión”, dijo alguna vez un funcionario del Concejo Municipal.

Los indígenas tampoco estaban muy contentos con su presencia, pues los blancos siempre llegaban a tratarlos con desprecio y a arrebatarles sus tierras. Quedarse era impensable, pero Laura y las demás no desistieron. Ningún obrero quiso ayudarles a construir el rancho donde se alojarían, así que tuvieron que hacerlo con sus propias manos.

Con esa misma determinación, poco a poco se ganaron la confianza de la comunidad y tres años más tarde fundaron la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, mejor conocida como Misioneras de la Madre Laura.

Proyecto Quebradoa
Jericó, Antioquia | Foto: SEMANA

La causa de la madre Laura empezó en 1963 y solo en diciembre de 2012 el papa Benedicto XVI autorizó su canonización.

El proceso es largo porque es necesario estudiar detalladamente la vida de esa persona antes de presentar el caso en Roma”, contó monseñor Alberto Giraldo Jaramillo, quien se encargó de pedirle a Juan Pablo II la beatificación de la madre Laura cuando se desempeñaba como arzobispo de Medellín en 2004.

Ocho años después, el país celebró su ascenso a los altares. Los antioqueños, especialmente los habitantes de Jericó, donde la monja nació en 1874, estuvieron orgullosos de este logro, pues lo vieron como un premio a una región profundamente católica. “En el departamento la fe se sembró desde los tiempos de la Colonia y ese arraigo cristiano sigue presente en muchas familias”, aseguró monseñor Ricardo Tobón Restrepo, arzobispo de Medellín.

El milagro definitivo

Las misioneras y sus seguidores siguieron haciendo campaña , que por cierto, no solo requiere de fe, sino de recursos, a favor de la madre Laura, hasta que en 2005, Carlos Eduardo Restrepo Garcés les contó su increíble historia. Resulta que desde que era niño padecía una extraña enfermedad autoinmune que a los 33 años desencadenó en lupus, daño renal, artritis reumatoidea y atrofia muscular.

Me sentía cansado todo el tiempo y ni siquiera podía hablar por teléfono más de cinco minutos porque no era capaz de sostener la bocina”, recuerda. Para completar, una perforación en el esófago le provocó una infección cerca al corazón, y como tenía las defensas tan bajas, operarlo significaba una muerte segura.

Con semejante pronóstico Carlos, médico de profesión, se despidió de su familia y amigos. Estaba desahuciado y no quería pasar sus últimos días en una sala de cuidados intensivos. Fue entonces cuando inexplicablemente se le vino a la cabeza la madre Laura. “No tengo ni idea de por qué lo hice si apenas sabía que era una beata antioqueña. No sé si ella me encontró a mí o yo a ella”.

Lo cierto es que después de mencionarla en sus oraciones, poco a poco sus heridas comenzaron a cerrarse, volvió a caminar y al cabo de tres meses estaba trabajando de nuevo. “No podía ser otra cosa que un milagro”. Tras varios años de análisis y estudios, el Vaticano llegó a la misma conclusión. Ahora sí, había pruebas suficientes para convertir en santa a la religiosa colombiana.

El camino a la santidad

La llegada a los altares debe superar varias etapas y puede tardar siglos. Estos son los pasos que recorrió la madre Laura para convertirse en santa.

1) En 1973 fue declarada sierva de Dios. Quiere decir que el Vaticano está dispuesto a empezar el proceso de canonización porque considera que el postulado murió en olor de santidad.

2) Cuando se comprueba que la persona efectivamente llevó una vida santa y cumplió con virtudes heroicas, como la fe, la humildad y la caridad, obtiene el título de venerable. Eso ocurrió en 1991.

3) Se requiere un milagro en el que el candidato haya intercedido después de su muerte para ser considerado beato. Un comité científico y religioso se encarga de evaluarlo. En el caso de la madre Laura, sucedió en 2004.

4) Para ser santo se necesita un nuevo milagro. Este no solo debe ser probable, inmediato y perdurable, sino más contundente que el anterior. En este caso el papa dio el veredicto final en diciembre de 2012.

Laura Montoya, fue proclamada santa por el papa Francisco el 12 de mayo de 2013. Sucedió a las 9:40 de la mañana en Ciudad del Vaticano (2:40 a. m.), momento en que Colombia tuvo su primera santa.

Junto a la madre Laura, la mexicana Guadalupe García Zavala, conocida como madre Lupita (1878-1963), y 800 mártires italianos asesinados en 1480 a manos de los otomanos, también fueron proclamados santos. Tras las palabras del papa, sonó música sacra y las miradas de los miles de fieles reunidos en la plaza se dirigieron a la fachada de la basílica donde cuelgaban dos grandes retratos de las monjas latinoamericanas y un tapiz que representa a los “mártires de Otranto”, la ciudad del sur de Italia donde fueron asesinados.

Santa Laura Montoya fue instrumento de evangelización primero como maestra y después como madre espiritual de los indígenas, a los que infundió esperanza, acogiéndolos con ese amor aprendido de Dios, y llevándolos a Él con una eficaz pedagogía que respetaba su cultura y no se contraponía a ella”, afirmó el pontífice en ese momento.

Santa Laura Montoya, tenía la siguiente convicción de fe: Para ganar los corazones humanos para Cristo es necesario ofrecer muchos sufrimientos, a ejemplo del Señor que padeció y murió en la Cruz por amor a nosotros y por nuestra salvación.