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La boda

Mira Nair, la directora de 'Kama Sutra', presenta, en sus propias palabras, 'el retrato de una comunidad que vive la vida al ciento por ciento'.

Ricardo Silva Romero
7 de diciembre de 2002

Director: Mira Nair
Protagonistas: Naseeruddin Shah, Lillete Dubey, Shefali Shatty, Vijay Raaz, Tilotama Shome, Vasundhara Das

En las bodas y los funerales están las claves para comprender los gestos de una persona, de una familia y de una cultura: esa fue la intuición de la que partió Mira Nair, la célebre realizadora de Salaam Bombay, Mississipi Masala y Kama Sutra, para construir junto con su alumna más querida, la guionista Sabrina Dhawan, la historia de esta película llena de personajes que conmueven y de emocionantes escenas que producen ganas de estar vivos: "Quería retratar a una comunidad conocida por vivir la vida al ciento por ciento, dice la directora, lograr una película de Bollywood rodada a mi manera".

Y sí, lo ha conseguido. En La boda, que sus productores llaman "el perfil de una familia punjabí contemporánea", llueven los colores brillantes, los números musicales y las danzas típicas de las películas comerciales de la India (a eso, a la poderosa industria del cine indio, que tiene su capital en Bombay, es a lo que Nair se refiere cuando habla de "Bollywood"), y mientras eso, mientras somos testigos de la gran fiesta, comenzamos a hacernos una muy buena idea de quiénes son aquellas personas. Nos damos cuenta, por ejemplo, de que los padres de la novia, Lalit y Pimmi Verma, que han conseguido superar las duras pruebas del matrimonio y mantienen una relación inmejorable, se han entregado al evento como a cualquiera de las tradiciones de su cultura, y que no sospecharán jamás que su hija Aditi, la futura esposa, ha aceptado casarse con Hemant, un bondadoso ingeniero que vive en Houston, Texas, sólo para olvidar a Vikram, su jefe, que fue su amante durante algunos meses.

Gracias a los invitados a la celebración, un matrimonio arreglado por las dos familias, terminamos por comprender ese mundo que aparece en la pantalla: P.K. Dubey, el divertido organizador de la fiesta, que se roba toda nuestra atención, es un hombre atrapado por su teléfono celular, los regaños de su mamá y su extraña fragilidad, y se ha enamorado de Alice, la empleada de la casa, cuando la ha descubierto mirándose al espejo y vistiéndose con las joyas de otra mujer; la atractiva prima Ayesha y el estudiante Rahul, que llevaba cinco años por fuera de la India, parecen estar enamorados; y Ria, la prima solterona de la novia, está a punto de revelar un horrible secreto de familia.

Sí, así son los hombres y las mujeres de La boda. Todo les pasa así, de pronto. Y, a pesar de todo, se sienten afortunados por haber nacido en Delhi y por pertenecer a las tradiciones a las que pertenecen. Sí, cometen adulterio, traicionan la confianza de sus amigos y oprimen a los menos poderosos, como cualquier ser humano que se respete, pero al tiempo tratan de dejarse poseer por los sentidos y hacen lo posible para que los días no se acaben sin haberlos disfrutado por completo. No son buenos para la reflexión, no, pero son capaces de inspirar una película.