En el azaroso mercado de la vivienda en Colombia pueden suceder muchas cosas, usualmente desfavorables para el comprador o inquilino y favorables para el constructor o propietario. Ya es costumbre la reducción de áreas por debajo de lo normal, y también el aumento constante de los precios de venta o arrendamiento. Además, gracias a la labor publicitaria, la gente se ha adaptado a ver maravillas donde existen crueles realidades de índole financiera, ambiental y humana. La ética de la vivienda, el ofrecer espacios habitables dignos, al alcance de la población, ha sido oscurecida por las reglas de juego de un mercado financiero que a manera de conciencia generalizada, impone sus reglas inexorables sobre la población del país.El caso del proyecto " Sauzalito" que forma parte del gigantesco proyecto de "Ciudad Salitre", que actualmente ofrece el Banco Central Hipotecario en Bogotá, es singularmente interesante de analizar. Es en primer lugar, un asunto de interés público: una de las entidades actualmente más poderosas del Estado, ofrece a la ciudadanía este proyecto como demostración de un modelo de desarrollo urbano aplicable en todas las ciudades colombianas. El folleto publicitario de promoción de ventas presenta el proyecto como... "una nueva dimensión a escala humana para el desarrollo urbano de los siglos XX y XXI" y como... "creado por profesionales del más alto nível, para darle a la ciudadela el ámbito humanizado que tanto reclama hoy el hombre". Es pues un proyecto paradigma, no sólo del óptimo desarrollo urbano y habitacional sino del más alto talento profesional del país. Es también el modelo que seguirán las empresas comerciales que habrán de realizar otras etapas de la vasta ciudadela, que se promete a Bogotá como una salvación para su desarrollo.El proyecto, actualmente en construcción, suscita más de una duda acerca de esas y otras virtudes ampliamente publicitadas. Sus características urbanísticas y arquitectónicas y algunas de sus especificaciones, son análogas a las de "Ciudad Tunal", proyecto realizado por el Banco hace ya algunos años en el sur de la ciudad. Mientras que El Tunal fue previsto para familias de ingresos relativamente bajos (las de ingresos bajos no califican ya en este mercado), el proyecto Sauzalito se orienta hacia familias cuyos ingresos mínimos aceptados por el Banco van de $180 mil hasta $260 mil mensuales, es decir que hacen parte del reducido 4.8% de la población, según los datos consignados por SEMANA en su edición 327. Este cambio de usuario en proyectos relativamente iguales es significativo como indicador del descenso de calidad de la oferta concomitante con el aumento en la exigencia de ingresos más altos de la demanda de vivienda en la ciudad.Las áreas de los apartamentos del proyecto Sauzalito son precarias para el nivel en que se sitúan sus precios (fluctúan entre los 38 metros cuadrados para apartamentos de una alcoba y los 70 metros cuadrados para apartamentos de tres alcobas) y son ligeramente mayores que las de las unidades de El Tunal. Los precios de venta de Sauzalito presentan oscilaciones curiosas, entre los $115 mil por metro cuadrado en apartamentos grandes hasta $169 mil por metro cuadrado en apartamentos pequeños. Estos precios son equivalentes a la oferta comercial corriente, incluso superiores, en el caso de los apartamentos pequeños. En el diseño interior se destaca el tamaño mínimo de las habitaciones y la ausencia de closets en algunas de ellas, característica que hasta hace poco tiempo era propia de viviendas de costo reducido o de especificaciones incompletas.El proyecto Sauzalito no es una propuesta urbana y arquitectónica satisfactoria. Es apenas una consecuencia lógica del proceso seguido por la vivienda en Colombia desde la implantación del sistema financiero de las UPAC. No es sorprendente pues que sus cualidades imaginarias, las propuestas en la campaña publicitaria, sean distintas de las reales, las que pecan por defecto. Sorprende sí que una entidad del Estado, caracterizada por la muy alta calidad de sus proyectos de vivienda a lo largo de los años, ingrese de repente en el círculo competitivo de la oferta comercial y se sujete a sus reglas, sin tener en cuenta que de ella depende en gran parte la pauta esperada de calidad y de precios que ha de influir en el mercado. El paradigma que ha constituido hasta ahora el Banco Central Hipotecario queda, en este momento, sujeto a discusión.¿Qué conclusión desprevenida puede sacarse de este somero análisis? Si se compara el proyecto real con las cualidades de demostración propuestas en la promoción publicitaria, se puede llegar a pensar que la ciudad y la vivienda del siglo XXI serán deficientes y costosas, y que estarán al alcance de una cantidad cada vez menor de usuarios. Se puede también pensar que el Estado desatenderá la demanda de los grandes sectores de población, para competir con la empresa privada en la captación del mercado que dispone de recursos. Y se concluye también que el talento profesional en el urbanismo y en la arquitectura, decaerán notablemente mientras que la publicidad mejorará, a la fuerza, las cualidades de sus productos. --