Su ascenso al estrellato del cine lo marcó Mujeres al borde de un ataque de nervios, la cinta que optó en 1988 por el Oscar a la mejor película extranjera y cuya nominación determinó no sólo su éxito internacional sino la consagración del director español fuera de su país. Sin embargo, antes de ella, Pedro Almodóvar había construido un rico material cinematográfico que ya lanzaba señales inequívocas de su talento. Una de esas películas es La ley del deseo, filmada en 1986 con el papel protagónico en las manos de un actor hasta entonces desconocido: Antonio Banderas. En un tono más desafiante que irreverente, pero con el humor desenfadado que se convertiría en piedra angular de los relatos de Almodóvar, la cinta narra la historia de Pablo (Eusebio Poncela), un director de cine que desfoga en sus películas toda la pasión que su amante de cabecera, un atractivo joven (Miguel Molina) que no quiere adquirir mayores compromisos, no le puede ofrecer. Sin embargo, en aparente reemplazo aparece Antonio (Antonio Banderas), un avispado buscavidas que hará lo imposible por obtener en exclusiva el amor de Pablo. En mitad de un triángulo amoroso que posee los tintes de una tragedia pasional provocada por las confusiones alrededor de una carta transcurre la vida de Tina (Carmen Maura), hermana de Pablo, cuyo atormentado pasado le ha impedido tener relaciones con los hombres. Narrada con vigor y sin herir la susceptibilidad del espectador, La ley del deseo es un explosivo coctel preparado con el humor venenoso de Almodóvar. Un humor triste, cruel en ocasiones pero fundamental a la hora de hacer madurar el melodrama. Una película que bien vale la pena rastrear en busca de las raíces temáticas y estilísticas de uno de los directores más populares de España.