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La verdadera y triste historia de los paramilitares

A través de un testimonio directo y de una valiosa documentación este libro reconstruye episodios clave de la lucha contrainsurgente.

Luis Fernando Afanador
9 de febrero de 2003

Varios autores
Las verdaderas intenciones de los paramilitares
Intermedio, 2002, 386 paginas

Nadie cuenta el cuento completo, dice Alvaro Jiménez acerca de la historia de los paramilitares. Alvaro Jiménez es un ex guerrillero del M-19 quien por orden directa de Carlos Pizarro ferviente defensor de una paz que incluyera a los diferentes sectores en conflicto-, tuvo una relación muy cercana con Henry Pérez, líder y fundador de las 'autodefensas campesinas' del Magdalena Medio, la primera región de Colombia en la que surgieron estos grupos al margen de la ley.

Todo empezó con el malestar de la gente por el abuso del IV frente de las Farc contra los propietarios de esa zona. Las reiteradas 'vacunas' se habían convertido en algo insostenible y al que se negaba a pagar lo secuestraban. Los mismos propietarios, antes de que la guerrilla se volviera insaciable, hacían contribuciones voluntarias para que "los muchachos" -así los llamaban- 'limpiaran' su territorio de cuatreros y asaltantes. El secuestro de alguien muy querido en la región -afirma Jiménez- fue la gota que rebosó la copa. Pero lo primero que hicieron no fue armarse sino tratar de liberarlo por las buenas, pedirles a las Farc que lo soltaran. No tuvieron respuesta. "La rabia, entonces, creció poco a poco. Se reunieron varios de los inconformes con los abusos de las Farc, entre ellos el padre de Henry Pérez, Gonzalo Pérez". Se trataba de gente que sabía de armas y que conocía a las Farc por dentro. "Les habían medido el poderío y estaban dispuestos a enfrentarlas".

Era el año de 1979. Todavía no tenían "relaciones formales" con los militares. Aquellos grupos los conformaban rebuscadores, personas que en su gran mayoría se ganaban la vida "en oficios varios". Contrario a lo que suelen argumentar las Farc, las autodefensas no nacieron por una orden militar, ni apoyados por los militares: tuvieron un origen civil. Fue después que el Ejército se involucró, al ver que a pesar de sus precarias condiciones -no tenían buenas armas, ni táctica, ni helicópteros- eran más efectivos que ellos en la lucha contrainsurgente: "El cuento de nuestra existencia y de nuestras victorias llega al oído de Yanine, y manda a algunos militares de baja graduación -tenientes, capitanes- a hablar con nosotros". Y vienen, ahí sí, los estímulos para que se conviertan en una fuerza más organizada. El Ejército decide entrenarlos y armarlos bien para incorporarlos en una estrategia de guerra arrasada contra las Farc. La conocida doctrina de la guerra sucia que considera que cualquier colaborador, simpatizante o activista político, así se encuentre desarmado, así parezca campesino o sindicalista o maestro, o defensor de los derechos humanos, o político en busca de votos, es realmente un guerrillero. Según esta doctrina "con esa gente" hay que valerse de otros medios, no tan legales, que protejan a las Fuerzas Armadas y que impidan que los subversivos puedan ampararse en el derecho.

El éxito obtenido hace que los llamen de otras partes: el Putumayo, Huila, Santander, los llanos del Yarí, el oriente de Caldas y Antioquia, el sur de Córdoba. Fidel Castaño pertenece más a la estructura del cartel de Medellín y a sus grupos de justicia privada al servicio de los ganaderos de Montería. Jiménez también relata la forma en que las autodefensas se metieron en el negocio del narcotráfico y terminaron convertidas en esa ciega máquina de muerte que además de sus fundadores se llevó la vida -sin olvidar sus otros miles de crímenes- de Luis Carlos Galán y Carlos Pizarro.

La larga entrevista realizada por 'Irina' a Álvaro Jiménez es el eje narrativo del libro que se complementa con una muy rica documentación y comentarios de Otty Patiño. En un tema tan candente y polarizado, este libro es valioso porque recupera a través de un testigo de excepción e imparcial, acontecimientos que no debemos olvidar. Más que condenar, busca dar pistas que ayuden a encontrar soluciones a un conflicto demasiado complejo y por desgracia, aún lejos de resolverse.