Scorpio City Mario Mendoza Seix Barral. Bogotá, 1998 $ 15.900 ice la solapa que Mario Mendoza nació en Bogotá, que Scorpio City es su segunda novela y que en 1995 el Instituto Distrital de Cultura y Turismo le entregó el Premio Nacional de Literatura por su libro de relatos La travesía del vidente. En la foto parece bastante joven. Scorpio City está concebida a la manera de una novela policíaca y, como tal, me satisfizo. Narra los asesinatos en serie de prostitutas de los bajos fondos, cuya investigación es encargada al inspector Leonardo Sinisterra y su ayudante, un cabo de apellido González. Con astucia Sinisterra logra esclarecer casi desde el principio el móvil de los múltiples homicidios y señalar a los autores. Pero se atraviesan el poder y la corrupción y comienza entonces una horrible odisea para el pobre inspector. En ese momento hay cierto desconcierto en el lector, que se pregunta qué va a pasar si el caso está ya resuelto y falta más de la mitad de la novela. Es aquí donde Mario Mendoza destapa sus cartas: lo suyo no es hacer una novela policíaca tradicional, sino escribir una saga de esa Bogotá miserable, triste y sórdida de los bajos fondos del centro y otros sectores deprimidos. Aún más: en realidad Mendoza lo que quiere y hace es escribir sobre Bogotá y lo demás es un simple pretexto. Al final quien relata la historia de Sinisterra, un tal Simón Tebcheranny, lo dice: "Escribir sobre Bogotá siempre es una experiencia inquietante" y advierte la presencia de "una especie de desastre dulce, de tierna destrucción inminente". Esto fue lo que me atrajo de Scorpio City y lo que la convierte en algo más que una novela policíaca bien hecha: el afán de darle a Bogotá una entidad literaria. En verdad, es ella la verdadera protagonista. Mendoza, o mejor Sinisterra, se pasea por San Victorino entre los puestos y tenderetes que van a desaparecer, recorre la Avenida Jiménez, la Caracas, la Décima, llega al Cartucho, al Pasaje Rivas, a Las Cruces. Esos lugares, sus ambientes y sus personajes están descritos con tino. No son omnipresentes, sino que figuran en función de la trama que desarrolla la novela, la cual, por cierto, agarra al lector. La ciudad que muestra Mendoza es un monstruo que termina por devorar a sus habitantes: Sinisterra acaba en una alcantarilla hedionda. Es una ciudad que lleva a la desdicha, que favorece la corrupción, que destruye, que es injusta, que elimina al más débil y miserable: no es una visión grata, pero sí es real. Hay que anotar que los diálogos están bien manejados y la estructura del relato _con intentos experimentales_ es bien llevada. Mendoza narra con distintas voces y, apartándose de la novela policíaca tradicional, desconfía de las soluciones claras y del triunfo de la razón sobre el instinto. El final no es feliz y la justicia, un fracaso. Aunque esto último ya lo sabíamos los colombianos. n Mario Mendoza es una revelación de la nueva narrativa colombiana Novedades Parábola del liberalismo Marco Palacios Editorial Norma Bogotá, 1999 Marco Palacios, quien fuera rector de la Universidad Nacional y profesor de las universidades de Barcelona y Oxford, se encuentra radicado en México desde hace varios años. Ahora entrega este libro, que recoge seis ensayos suyos sobre distintos temas, publicados en su momento en diferentes revistas. El título corresponde a uno de ellos, en el que hace un rápido seguimiento al comportamiento político del liberalismo colombiano, tema que ahonda en otros dos, estudiando el origen del liberalismo económico en el país y el desencuentro a través de nuestra historia entre la élite liberal y el carácter popular de ese partido. Otros temas que toca: los fracasados intentos de modernización en la educación; la guerra de la independencia y la actividad económica; apuntes sobre ciudadanía y gobernabilidad en Colombia y, finalmente, un breve artículo sobre el 9 de abril del 1948, titulado 'El asesinato de Gaitán, El Carnero y las cajas de galletas' El vuelo diabólico Selección y notas de Guillermo Martínez González Trilce Editores Bogotá, 1999 Poemas de vampiros y murciélagos, es el subtítulo de este libro. Reproduce algo más de 50 textos poéticos en los que vuelan esos animalitos entre telarañas, cadáveres, ataúdes, brujas, Dráculas y Nosferatus, sangre y negra oscuridad. Los poetas son de todas partes, de diferentes épocas y de disímiles calidades. Baudelaire, Traki, Montale, Lautreamont, Pizarnik y varios colombianos, como Orietta Lozano, Eduardo Gómez, Rasch Isla, Eduardo Castillo y Gustavo Adolfo Garcés. El antologista, Guillermo Martínez, escribe un breve prólogo, en el cual explica la atracción de los poetas por los vampiros. Una antología hermosa.