"Para que zapatos si no hay casa" dice uno de los personajes de La vendedora de rosas, película del director Víctor Gaviría que narra la vida de los niños de la calle en Medellín. Un final ideal para la cinta de Gaviria hubiera sido unos buenos tenis para el personaje, un trabajo para su madre, educación para él y un techo para vivir con su familia. Y aunque para muchos este utópico desenlace ya no pasa ni en las películas, aún la realidad conserva casos aislados de cuentos de hadas con un final feliz. El pasado 23 de enero, Duver Alfonso Pulgarín, un niño de 13 años vendedor de dulces en el centro de Medellín, fue el héroe de una historia demasiado fantástica para Gaviria pero ejemplar para el país. Duver Alfonso vio como un señor olvidaba un paquete en una de las escaleras del Palacio de Exposiciones. Ante la curiosidad de saber que llevaba abrió el sobre y vio que contenía "Plata gruesa", equivalente a 5 millones de pesos que le hubieran sentado muy bien a él, a su madre y a sus tres hermanos. Sin embargo, el pequeño Duver optó por perseguir al señor que asustado ante la insistencia del muchacho, recibió el paquete agradecido y como recompensa le dio un billete de 10.000 pesos, que luego perdió. De haberse quedado ahí la cosa, el niño no hubiera recibido la recompensa que en verdad se merecía, ni el reconocimiento por una buena acción digna de resaltar. Duver vive con su madre Carmen Lía y sus tres hermanos Leonel de Jesús, Jaime Humberto y Jonny en el barrio Villa Guadalupe, un sector de la comuna nororiental de Medellín. Su casa es una habitación con paredes de tabla, suelo de tierra y dos colchonetas. Carmen lía trabajaba vendiendo dulces y cigarrillos en los semáforos y en algunos casos como empleada doméstica y Duver y sus hermanos nunca habían ido a estudiar. Pero como toda buena acción merece su recompensa, este episodio trascendió los límites de la familia Pulgarín y se convirtió en una oportuna historia de buen ejemplo y honestidad para Colombia un país de corrupción y doble moral. La Gobernación de Antioquia ofreció a Doña Carmen Lía un trabajo como aseadora, desde ese entonces la familia tiene una entrada fija y sobre todo algo con que comer, además Duver y su hermano mayor recibieron una beca para hacer la primaria en el colegio San Juan Bautista de La Salle. Hoy, cuatro meses después las recompensas siguen llegando. Amigos 80, una agremiación nacional de empresarios que trabajan por el rescate y la recuperación de los valores está liderando una cruzada en todo el país para recolectar dinero y regalarle a Duver y su familia una casa dotada. Con zapatos y techo las cosas van mejorando, aunque sea para uno de los tantos niños que habitan una de las ciudades más lindas pero ingratas del país. Y aunque la causa sea noble la participación ha sido escasa, pues la falta de colaboración a la promoción de la cruzada no ha permitido que muchos colombianos, que están dentro y fuera del país, donen sus aportes para multiplicarle por seis, la suma de dinero que el niño devolvió. "Lo que se le ha dado a Duver es muy poquito. Con cinco millones en los bolsillos él pudo hacer bellezas", dice Nelson Pardo, vicepresidente de Amigos 8*super genmioRecomendaciones de la Comisión De Personalidades a la Mesa De Diálogo y Negociación