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OJOS BIEN CERRADOS

La última película de Stanley Kubrick explora el temor que puede acechar a cualquier pareja: la <BR>infidelidad.

18 de octubre de 1999

Si algo han destacado los expertos de la labor en el cine del director Stanley Kubrick es su
facilidad para abordar cualquier tema desde sus películas. Su visión particular de la guerra, los problemas
sociales y la ciencia ficción lo consolidaron como uno de los grandes maestros del séptimo arte.
Su última película, Eyes Wide Shut (Ojos bien cerrados), lo corrobora. En esta ocasión el director de La
naranja mecánica quiso introducirse en un matrimonio feliz que no escapa al acecho de la infidelidad, las
tentaciones y las fantasías sexuales. Para ello recurrió a los actores Tom Cruise y Nicole Kidman, marido y
mujer en la vida real, de buenas actuaciones en la cinta.
La historia se desarrolla en tan sólo cinco días. Después de una fiesta en la que tanto el adinerado médico
William Hardford (Cruise) como su esposa Alice (Kidman) advierten que han coqueteado con otras personas
en el lugar, ella le confiesa que alguna vez quiso estar con otro hombre. La sorpresa de Hardford es enorme
pues nunca creyó que su esposa le pudiera llegar a ser infiel, aunque fuera en sueños.
Su confusión lo lleva a buscar refugio en otras mujeres, tal vez sin proponérselo, y a experimentar novedosas
experiencias sexuales que compensen la incertidumbre que le ha generado la confesión de su esposa.
Son precisamente estas escenas las que tanto escandalizaron al público norteamericano pero que, en
ningún momento, pueden ser tildadas de pornográficas. Además gran parte de la historia gira en torno a lo que
sucede en ellas. La cinta se desarrolla bajo un ritmo lento, punto que podría ser negativo para muchos si se
tiene en cuenta que la película tiene una duración cercana a las tres horas, pero necesario para la tensión
que Kubrick se propuso generar.
Ojos bien cerrados sugiere que hasta la que puede parecer la pareja perfecta (no en vano los protagonistas
son los que son) no puede escapar al fantasma de la infidelidad. La impotencia de los personajes ante los
sueños de su pareja, y ante dudas sobre si la infidelidad se evita por respeto a la relación antes que por un
verdadero rechazo a quien pueda tentarlos, es el debate que Kubrick insinúa pero no quiere resolver. No es
una película pornográfica y, por el contrario, el final es apenas el inicio de lo que muchos esperarán ver.

Un papá genial
Un joven ajeno a las responsabilidades decide adoptar a un niño.
La historia de una mujer o un hombre que, sin querer, se ven envueltos repentinamente en el rol de padres de
niños que ni siquiera son suyos, ha sido tratada muchas veces en el cine. Desde dramas hasta comedias
han servido para dar diferentes visiones sobre el tema, unas con más fortuna que otras. Para no ir muy lejos,
títulos como Kolya y Estación Central gozaron de grandes elogios por parte de la critica. Gloria , que por
estos días se exhibe en Colombia, ha dividido opiniones, mientras que en comedias las versiones se
pueden remontar a Cantinflas o a Tres hombres y un bebé.
Este es precisamente el argumento de Un papá genial, la nueva película del director Dennis Dugan. Sonny
Koufax (Adam Sandler) es un joven despreocupado que decide adoptar un niño (interpretado por los hermanos
Cole y Dylan Sprouse) para demostrarle a su novia que puede ser responsable. Sus planes sufren un cambio
total y, a pesar de la difícil tarea de controlar al menor, decide hacer lo posible por seguir siendo su padre. Ello
no será fácil y muy pocos parecen estar interesados en apoyar la idea de Sonny.
En medio de la adaptación a su nueva vida el niño se convierte en cómplice de su padre temporal hasta en el
empeño de conocer mujeres. En poco tiempo los dos personajes logran una compenetración tal que una
posible separación podría ser traumática.
Amén de esporádicas escenas de comedia, Un papá genial seguramente hará reír a muchos niños que se
verán identificados con el inquieto protagonista, pero no más.