Director: Peter Hewitt Protagonistas: John Goodman, Jim Broadbent, Celia Amrie, Flora Newbigin, Tom Felton, Mark Williams, Bradlley Pierce. Uno de los mayores atractivos de Tierra de gigantes, la famosa serie de televisión de los 60 que narraba las aventuras de un grupo de expedicionarios espaciales que cae en un mundo paralelo en el que todo es enorme, era la creatividad de los protagonistas. Botones, latas de cerveza, hilos, hebillas y otros tantos accesorios, eran utilizados en beneficio de su supervivencia para otros fines, dado el tamaño descomunal de los objetos. En Pequeños inquilinos, la reciente película del director Peter Hewitt basada en el libro de Mary Norton, sucede lo mismo. Las medias sirven de cama, las estampillas son afiches y los lápices, puentes o armas. Solo que todo no es más que una travesura gigantesca en la que no aparece ningún elemento que la justifique. La cinta narra la historia de una familia de inquilinos, diminutos seres llamados porque viven clandestinamente en las casas de la gente grande, que no sólo se ve amenazada por la posibilidad de que sea exterminada sino que termina ayudando a una familia de humanos a recuperar su casa. Más allá del argumento de la cinta, lo que verdaderamente sorprende es la incapacidad del director de crear un mínimo de tensión que conecte al espectador. Plana de principio a fin y colmada de lugares comunes sacados de películas como Mi pobre angelito y Cuidado, bebé suelto, aunque sin la misma emoción de las anteriores, Pequeños inquilinos parece descartar la idea de que los niños no sólo son inteligentes sino exigentes frente a la pantalla gigante.