Hace unos meses el periódico El Mundo de Madrid se refería al nuevo disco de la gitana Ginesa Ortega como muestrario de "un repertorio que profundiza en la jondura". Profundizar en la 'jondura': aparente redundancia, pero no. Ahora que el flamenco se ha convertido en la principal música de exportación española (según cifras de la Sociedad General de Autores de España), abundan discos de artificial 'jondura' para turistas y oídos incautos. El término se refiere a la trascendencia y al sentimiento que el artista flamenco le imprime a una interpretación. Pero también hay que tener en cuenta que hoy el vehículo de muchas de estas interpretaciones es el disco y, por tanto, para que la 'jondura' alcance su expresión cabal es necesario un trabajo de iguales dimensiones por parte del equipo artístico y técnico que siempre está detrás de la confección de un álbum. La mayoría escuchó por primera vez a Ginesa Ortega en el más reciente disco de Joan Manuel Serrat. Allí, en el tema Los macarras de la moral, Ginesa aportaba su voz en los coros para darle a la canción mayor expresividad y un sello flamenco: una 'jondura' que no le fue nada mal a la música de Serrat y que terminó por darle el merecido reconocimiento mundial al canto de Ginesa. Por allí precisamente es que los oídos comienzan a adentrarse cuando se encuentran por vez primera con el álbum Oscuriá. El embeleso que causa la voz de esta cantaora es la mejor puerta de entrada a una grabación en el cual todos los elementos contribuyen a la belleza cabal. Porque desde ese punto es fácil darse cuenta de que el encanto no radica sólo en la manera que tiene Ginesa Ortega de cantar, sino también en lo que canta. Los textos, muchos de ellos propios, acogen recursos poéticos sin perder nunca la espontaneidad del canto flamenco. Y Ginesa alcanza entonces la poesía en bruto, sin rimas pulidas que lo que harían sería otorgarle una sofisticación innecesaria. Cuando canta, por ejemplo, "Sol de mi mañana, rayo en el vacío la luz que alumbrara mis cinco sentíos", esa última palabra brilla con una belleza que no tendría si se hubiera pronunciado a la perfección. Y, si se escucha más a fondo, se encontrará el oyente con que todo ese encanto descansa sobre un fondo instrumental que ha sido construido con total esmero por el guitarrista Juan Gómez 'Chicuelo'. El músico barcelonés se cuenta hoy entre los grandes talentos de una generación posterior a la de artistas como Paco de Lucía, y ya son varias las figuras jóvenes del flamenco que han confiado en él la tarea de instrumentación y arreglos para sus discos. Con Oscuriá sucede que es audible una empatía entre 'Chicuelo' y Ginesa, y la misma cantaora lo deja plasmado en las notas interiores del disco, cuando le agradece "por hacer este trabajo tan suyo como mío". Es cierto que el protagonismo del álbum se hace a veces del guitarrista, pero éste a su vez lucha, no por sobresalir él sino por obtener para Oscuriá una ejecución óptima. Todos esos detalles, uno a uno, van a reposar sobre la labor de un par de ingenieros de sonido. Sin ellos éste sería sencillamente un disco de estupenda música; con ellos, Oscuriá ha llegado a ser el disco de flamenco con mejor sonido en los últimos años. De manera que cada uno de los actores y factores ha contribuido expandiendo al máximo sus posibilidades estéticas. El oyente lo puede comprobar con una audición que profundice de la misma manera que aquí hemos argumentado: de la voz a la poesía, a la música, al sonido. Por eso no hubo tal pleonasmo cuando el diario español El Mundo habló de profunda 'jondura'; lo que hubo fue buen oído. n A propósito del flamenco... Miguel Poveda Suena Flamenco Harmonia Mundi Tino Digeraldo Flamenco lo seras tu Nuevos Medios Cuando en 1993 el joven Miguel Poveda ganó la Lámpara Minera, que es uno de los trofeos más apreciados en el mundo del canto flamenco, el público supo con certeza que nacía una figura con todos los elementos para llevar este género hacia el nuevo siglo. El encanto radica en la claridad de la voz de Poveda y un elemento de frescura que se debe, sobre todo, a sus pocos años. Pero hay además un respeto enorme a la tradición que no es muy común en artistas jóvenes. Ahora que suena y llama la atención el llamado 'nuevo flamenco' (ese estilo que entremezcla ritmos gitanos con rock y jazz), un disco como Suena Flamenco tiene a la pureza como su mejor virtud. Ello no quiere decir que el álbum suene retrógrado porque hay claros signos de intrepidez, sobre todo en la instrumentación. Cuando en la canción La niña de fuego Poveda decide acompañarse con un piano, esa nada usual resultante sonora capta de inmediato el oído. Pero la esencia se mantiene, y eso es lo notable. El caso de Tino Di Geraldo es casi inverso. Habiéndolo escuchado en primeras grabaciones como acompañante, el oyente sabía que se trataba de un percusionista especializado, pero tal vez no imaginaba de lo que sería capaz más adelante en sus discos como solista. Flamenco lo serás tú es provocador desde el título mismo, y definitivamente no es aconsejable para los puristas. A cada instante que puede, Di Geraldo se escapa de la tradición flamenca para irse a coquetear con las guitarras eléctricas y los ritmos del rock. Mientras Miguel Poveda se esforzaba en 1993 por mantener vivos los postulados más antiguos del flamenco, Tino Di Geraldo trabajaba la misma música pero desde una postura creadora que le permitiera alejarse de tales postulados. Mientras el primero ha buscado siempre la 'jondura' en su canto, el segundo tiende a algo que, si es válido el término, puede llamarse 'jondura' intelectual. Lo interesante del caso es que, yendo cada uno por distinta corriente, ambos están dando el paso a la música flamenca del siglo XXI. 'Oscuriá' es poesía sin perder la espontaneidad flamenca