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REGRESO AL CONO SUR

Después de 11 años de exilio, Daniel Viglietti se prepara para volver a su patria

23 de julio de 1984

Las dimensiones del Río de la Plata, que se llegan a confundir en la geografía y en la sorpresa de su curso con la identidad cultural de argentinos y uruguayos, son especialmente recordadas ahora en que una diáspora gigantesca afincada en Europa, encamina de nuevo sus pasos al Sur.
Uno de esos pares de piernas, pilares de un cuerpo largo y delgado, compañeros inseparables de la guitarra, la poesía y la voz dejaron el exilio de 11 años en Francia para viajar a la Argentina y encontrar otras tantas huellas en el sendero de la esperanza, para otros de la democracia y para Daniel Viglietti de "la primavera de la derrota".
Artista de una delicada sensibilidad política y estética, Viglietti se convirtió a partir de los años 60 en el portavoz del sentir popular ríoplatense del Uruguay pero extensivo por sus raíces a todo el Cono Sur.
Expresándose a través de textos líricos y enfáticos que mostraban la realidad social de su país, la guitarra y la voz se unieron en el desencadenamiento de su poesía que, en pocos años, era propia del continente latinoamericano con hondas resonancias internacionales.
¿Qué trabajador urbano, estudiante, sindicalista, profesor o gentes de las vanguardias intelectuales y políticas de los años 60 y 70 en el continente americano no entonaba, conocía o tenía los discos del "cantor protesta" Daniel Viglietti?, término con el cual no concuerda hoy el poeta porque apunta que así se le decía en 1968 a la "canción humana".
Solicitado por variados e innumerables auditorios, Viglietti visitó Portugal ocho días antes de volver a sentir el Río de la Plata en ese Buenos Aires poblado del acento porteño tan cercano al suyo y en una entrevista exclusiva para SEMANA habló de esos años pasados en el exilio, de su visión sobre la América Latina de hoy y claro está, de su viaje a la Argentina... y Montevideo ahí tan cerca.
SEMANA: ¿Cómo han sidos estos años de exilio?
DANIEL VIGLIETTI: Es difícil separar los diferentes planos de la vida. Podría decir que humanamente han sido otra etapa de aprendizaje y la experiencia del exilio, que conocía a través de los españoles exilados en Uruguay, que eran bastantes, y algunas veces trabajé con ellos, hay que vivirla para realmente captarla.
No insisto mucho en los aspectos penosos del exilio, el duelo del exilio, la pérdida porque es algo conocido de lo que hemos hablado mucho. Yo trato de rescatar, dentro de eso que existe y es penoso, rescatar también todo el lado del aprendizaje y la experiencia que tiene el exilio. Como toda circunstancia humana, que por difícil que sea, tiene que tener un aspecto positivo.
S.: ¿Cuál ha sido esa parte positiva y rescatable del exilio?
D.V.: Encuentro que el aspecto positivo de él ha sido la posibilidad de hacer un viaje a través de tantas identidades, de tantas culturas, de tantas personas diferentes, de tantas canciones diversas. Haber descubierto, de alguna manera y no como hacían los europeos que descubrían América, sino que a nosotros nos costó y surgió un poco al revés. Digo descubrir no Europa, que hace rato está descubierta, porque es el centro del poder, la metrópoli, pero sí lugares que no imaginábamos conocer como por ejemplo Angola.
S.: Entonces descubrir Africa...
D.V.: De algún modo. Esto ocurrió al cantar en Angola, Túnez, Argelia pero también en Australia, una tierra remota vista desde nuestro mapa y por supuesto conocer América Latina coma nunca la habíamos conocido desde el mismo Uruguay. En este sentido el exilio, y no digo para toda la gente porque eso sería generalizar pero por lo menos para aquellos oficios del caminante --como es el cantor, el del poeta, el del escritor, el del actor de teatro--, ha servido para un encuentro formidable que nos va a permitir, junto con la experiencia de cada exiliado, en cada lugar donde viva en el momento del retorno, lograr una experiencia de síntesis que va a ser muy rica, pienso yo.
S.: Pero, ¿y dónde queda ese camino doloroso?
D.V.: Es una situación que a veces se ve solamente como negativa pero hay aspectos de los que se puede rescatar creatividad y en estos años mi experiencia humana ha sido ésa, de rescatar todo lo posible aunque no digo que haya rescatado todo lo que debía, pero he tratado de hacerlo lo más posible.
S.: Y el conocimiento de América Latina desde el exilio, ¿cómo ha sido?
D.V.: La reunión de exiliados y de emigrantes que se dio en tantos países permitió el contacto entre nacionalidades que se conocían poco. Por ejemplo, nosotros los uruguayos conocíamos poco a los nicaraguenses, me refiero a ellos porque antes del gobierno sandinista encontré muchos exilados, incluso en Estados Unidos --cuando iba de gira porque ahora no me dan la visa-- y con el exilio se rompió ese esquema de que los uruguayos generalmente sólo conocían argentinos, chilenos, brasileños, en fin de los países más cercanos.
No, de pronto se saltó y se comenzaron a conocer salvadoreños, guatemaltecos....
S.: Un borrar de fronteras, acercarse culturalmente en el dolor.
D.V.: No, también en la alegría pues también nos conocimos en circunstancias agradables: tomando una copa de ron o bailando. Todo ese tipo de encuentros como son en la vida, tristes o alegres, eso nos permitió conocernos mejor. Pienso que es un aspecto bueno.
S.: ¿De qué manera explica "la primavera de la derrota" que canta en sus recientes canciones?
D.V.: Después de la derrota, como ocurre en la canción en que la palabra "derrota" desaparece y solamente queda "primavera", la derrota siempre es vencida por la primavera. No hay circunstancias históricas negativas que duren. Si pensamos en momentos tan trágicos de la historia, siempre han sido superados, siempre.
Yo veo la historia como una espiral, en la cual ocurren cosas terribles y se pierden tantas cosas pero finalmente la vida se impone, en la tenacidad, y seguimos girando junto con el planeta, seguimos en nuestra pequeña circunstancia.
Lo que ocurrió en Uruguay, circunstancia pequeña pero entrañable para nosotros, y seguimos creando ideas, creando busquedas, creando esto que yo hago que son canciones.
S.: ¿Cómo ve hoy la dialéctica de la derrota y la dictadura?
D.V.: La derrota comienza ahora a ser un preságio para la propia dictadura. Ahora es que la dictadura comienza a sentir la derrota, sobre todo la del aislamiento: no tiene más masa social, no hay gente en Uruguay --salvo los esbirros, los servidores de esa dictadura-- que acepten ese régimen.
S.: ¿Cómo ve hoy a América Latina?
D.V.: No puedo hablar a nombre de América Latina porque todo lo anterior no significa que estoy en contacto con todos los países. Sin embargo siento que en América Latina hay una identidad: ese oponerse al imperialismo, no dejarse sojuzgar.
Veo, y sobre todo lo centro en la lucha de América Central, que me parece de una importancia fundamental, esos dos tipos históricos. Y ellos referidos no sólo a la lucha de liberación del proceso salvadoreño o guatemalleco sino en la construcción de la propia Nicaragua.
S.: Ese proceso, ¿cómo es?
D.V.: Ahí se está gestando (América Central) una ampliación de todo ese proceso y esto es un poco lo que pensaba Bolívar. Es un proceso al cual sería ingenuo ponerle fechas en un reportaje o desde una guitarra, fechas las va poniendo la propia gente, la propia lucha, los propios pueblos. En este sentido veo que en América Latina cada vez se acepta menos el Imperio y sus cómplices, hay un rechazo generalizado y esto a pesar de todo el trabajo de los medios de comunicación, a pesar de todo lo que el sistema trata de imponernos como opinión. Pienso que ha crecido mucho la oposición.
S.: ¿Esta situación se refleja de alguna manera en el Cono Sur?
D.V.: La circunstancia actual del Cono Sur es también la de diferentes tiempos. Es notable cómo el reloj histórico tiene diferentes horas. Ahora, por ejemplo, en Argentina se va entrando en una secuencia de apertura, de una búsqueda de salida democrática, trabajosa, hay que cicatrizar mucho y todo está por verse... pero bueno, hay un intento allí de que esa etapa de horror se cierre.
En cambio en Uruguay el fascismo está todavía en el poder. Cuando decimos que hay medio millón de personas en la calle, cuando afirmamos que nadie está de acuerdo con la dictadura, eso no significa que "ellos" no estén en el poder y que incluso no prelendan institucionalizarse detrás de una apertura controlada, en que ellos puedan mantener personas claves.
En Chile sabemos que también frente a toda la respuesta popular, Pinochet todavía está allí. Sin dejar de lado al Paraguay, ese país y ese pueblo tan olvidados.
Entonces es muy difícil hablar así del Cono Sur pues hay matices que son muy importantes en cada proceso, en cada lucha pero de todas maneras ya estamos influenciados por lo que ocurre en América Central.
S.: En estos 11 años de exilio ya ha estado en Nicaragua, Venezuela, Puerto Rico, Brasil, México y Cuba --en este último país como integrante del Comité Internacional de la Nueva Canción que forman otros nombres famosos como Chico Buarque, savio Rodríguez, Joan Manuel Serrat-- pero y esta visita de pocos días a Buenos Aires es otra cosa. ¿Cuál?
D.V.: Es casi un regreso. Estoy tenso, hace 11 años que no voy al Cono Sur. Estoy deseando que se produzca.--
Ana María Urbina