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SALSA, BOLERO Y PINTURA

Música y color son los ingredientes básicos en las obras de María de la Paz Jaramillo

27 de septiembre de 1982

El último trabajo de María de la Paz Jaramillo es básicamente un estudio sobre las posibilidades danzantes del coloría danza es movimiento y las nueve pinturas y los nueve pasteles que se exhiben hasta el 19 de septiembre en la Galería Garcés Velásquez son acerca de salsa y bolero.
La rumba más privada de María de la Paz tiene que ver con el mundo público de bares y clubes donde reina el baile y nada más. Sus mujeres y hombres, trazados con siluetas fuertes de algún color o negro en muchos casos y luego cuidadosamente coloreados en un tono algo diferente, son personajes para quienes el espectador es muy importante: él o ella es testigo de sus pasiones, de sus movimientos, de sus vestidos, pero, ante todo, de sus colores. María de la Paz nació y creció en dos ciudades atonales, Manizales y Bogotá. Luego vendría su etapa de luz sonido y color en Cali. Allí aprendió a saborear la salsa, ese ritmo que paradójicamente no tiene mucho de colombiano, pero sí mucho de caleño. Ahora ella vive en Bogotá y espera que el medio la induzca a explorar otros ritmos, que no tienen por qué ser musicales.
La exposición de Garcés-Velásquez es, a la vez, un punto de llegada y de partida. La salsa y la vida nocturna han sido durante bastante tiempo una constante en el trabajo de Jaramillo.
Los grabados por los que ella es más conocida, y por los que acaba de recibir un segundo premio en la Bienal de Listowel, Irlanda, han mostrado numerosas variaciones temáticas, de parejas bailando o haciéndose el amor, siempre (o casi siempre) de noche.
La iconografía de bares y tugurios es casi que intrínseca a un grupo de artistas de Cali al cual puede decirse que perteneció María de la Paz. La diferencia entre la manizalita y los otros integrantes del grupo (Ever Astudillo, Oscar Muñoz Fernell Franco) es su alejamiento del realismo asfixiante practicado por ellos. Los nuevos trabajos de Jaramillo acentúan esta característica, agregando una especie de imaginería punk criolla (gafas oscuras, zapatos de plataforma, cadenas) que refuerza la tendencia expresionista de las obras.
Los títulos son tomados de canciones salseras y boleros y son bastante ilustrativos. En "No te pongo condiciones" (óleo sobre lienzo), una bella mujer vestida de morado y azul se entrega fácilmente a las caricias y, seguramente, a la carreta seductora del galán; en "Songoro cosongo" (óleo sobre lienzo) una pareja baila frenéticamente envuelta por la luz multicolor de una lámpara giratoria. Otros títulos llamativos son "Con una pinta así", "Aventurera" y "Nunca es demasiado tarde". Por primera vez en la obra de María de la Paz aparecen hombres solos, anteriormente había representado a mujeres o parejas y la presencia de figuras masculinas marca un rumbo nuevo para una artista a la que se había considerado básicamente enraizada en la figuración femenina.
El conjunto general de trabajos presentados ahora por María de la Paz se manifiesta fuerte, agresivo y rotundo técnicamente; demuestran especialmente que María de la Paz Jaramillo le ha puesto rumbo definitivo a su rumba y que la salsa (como algunas mujeres de vida pública) va a seguir recibiendo esporádicas llamadas. -
·José Hernán Aguilar -