Home

Cultura

Artículo

SILENCIO DE PENTAGRAMAS

A los 100 años de su muerte, pocos recuerdan a José Ma. Ponce de León. Primer compositor lírico colomblano. Rafael Pombo fue su mecenas.

25 de octubre de 1982

En las guerras civiles de 1860, un jovencito bogotano, José María Ponce de León, llevaba colgado un cristo de plata que le había regalado su madre el día de su último cumpleaños. Durante el combate, una bala se estrelló en el pecho del joven, pero éste siguió peleando. Al volver al cuartel descubrió que la bala se había incrustado precisamente en el cristo y le había salvado la vida. Este mismo jovencito llegaría a ser el primer compositor de ópera en Colombia, un país en donde apenas se habían presentado antes de las suyas, dos óperas de compañías italianas que pasaron furtivamente por la capital.
Este 21 de septiembre se cumplieron cien años de la muerte de Ponce de León, cuando la temporada de ópera en el Colón se encuentra en pleno apogeo y continúan frívolos o serios debates sobre la validez de este género en la tradición cultural del país. En los años cuando José María Ponce hizo sus primeros ensayos con operetas bufas éstas eran, evidentemente, un espectáculo para las minorías sociales que se congregaban en los salones de los bogotanos ricos de fines del siglo.
Hoy, cien años después de su muerte, esas decenas de óperas, operetas, melodramas líricos, cantatas, mazurkas, misas y zarzuelas creadas por Ponce de León, han dejado de pertenecerle a una élite y son parte de la herencia musical de los colombianos.
La mayoría, sin embargo, no sabe quién fue José M. Ponce. En ninguna parte es posible encontrar trozos grabados de sus obras, a pesar de que el Conservatorio Nacional y el Centro de Investigaciones Musicales de Colcultura conservan copias intactas de las partituras de una buena parte de sus composiciones. La primera de esas creaciones la hizo José María cuando era todavía un adolescente, basándose en la comedia de José M. Samper, "Un alcalde a la antigua y dos primos a la moderna". Por ése entonces, el joven, que pertenecía a una de las familias distinguidas de Bogotá, sólo había tenido la ocasión de escuchar ópera y otros géneros líricos en los rústicos fonógrafos que se compraban en Italia.
Saturnino Russi, un humilde carpintero que pertenecía al movimiento político clandestino "Sociedades Democráticas", lo inició en la lectura de textos musicales y más tarde tuvo como maestro ocasional de piano a Juan Crisóstomo Osorio. A los 22 años fue enviado por su padre a hacer estudios en el Conservatorio de París donde obtuvo de entrada el primer puesto en un concurso entre 80 jóvenes músicos europeos con "Un himno a la paz". Cuatro años después, en 1871 tuvo que dejar Francia por el estallido de la guerra franco-prusiana; antes de su regreso a Colombia entregó a su maestro Chauvet la ópera bufa "Los diez", y una "Salve" que fue ejecutada a 18 voces en la Iglesia parisina de la Trinidad. Desde su llegada a Bogotá ese año, los críticos y supuestos conocedores de música culta consideraron "incomprensible" la creación de Ponce de León, a pesar de que se le aceptaba la influencia de las escuelas italiana y especialmente, la francesa, donde tuvo como maestros a dos de los mejores músicos del momento: Gounod y Ambrosio Thomas. A pesar del rechazo consistente de un medio cerrado y quisquilloso como era el de la capital, el siglo pasado, el músico y compositor, a quien llamaban "el bicho Ponce" por su manera de ser espontánea y bromista, se entregó a una labor creativa excepcional cantando con el respaldo de unos pocos escritores amigos suyos. Entre estos últimos su mayor mecenas fue, sin duda, Rafael Pombo, de quien Ponce de León dramatizó su ópera española mayor "Florinda". Una zarzuela, "El castillo misterioso", de José María Gutiérrez de Alba, su ópera "Ester" y su drama póstumo "El juramento del Monte Sacro", compuesto para celebrar el centenario del nacimiento de Bolívar son, tal vez las obras de más alcance de Ponce de León.
El tono defensivo de las notas de Rafael Pombo publicadas en los periódicos bogotanos de la época dan una muestra de las enemistades que tenía el compositor. Dos días después de la muerte de Ponce, el poeta Pombo escribió en "El Conservador": "Jamás estuvo a suficiente altura para apreciar a Ponce de León el que creyese que él imitase o necesitare de imitar a nadie: miserables invenciones de la envidia y la raquítica impotencia. Lo que más había en él era movimiento espontáneo y sujeto propio, que ejercitaba y expandía en una especie de escuela ecléctica de composición: ya ligera e incisiva como la francesa; ya tierna y fluída en melodía como la iialiana; ya, como la indígena, primitiva y melancólica; ya, en fin, literal y profundamente dramática como la alemana, siendo muestra de este género el valiente tercer acto de 'Florinda', digno de Meverbeer, y la grandiosa marcha coral del acto último"
Desde luego la apreciación generosa de estos comentarios está todavía por demostrarse a los colombianos de esta generación. En la Temporada de Opera de Colcultura de este año trató de incorporarse la ópera "Ester" de Ponce de León, pero finalmente por la perdida de varias partituras fue imposible hacerlo. Sin embargo, hay muchas otras obras completas que podrían montarse. Claudia Sarmiento Ponce de León, la única bisnieta del músico que conserva actualmente un interés real por la ópera, dice: "Los colombianos deberíamos tener la oportunidad de saber cómo era la música de nuestro primer compositor de ópera. Es posible que nos decepcione y la rechacemos o que gritemos enfurecidos de entusiasmo. Aún no conocemos nada, pero vale la pena probarlo"
Ahora que Colombia se prepara para la celebración del bicentenario del nacimiento de Bolívar en 1983, sería la ocasión de escuchar el tributo del músico al Libertador en su drama "Apoteosis a Bolívar, el juramento del Monte Sacro". Sería la manera de darle una oportunidad al olvidado maestro y a los colombianos.
Valentín González B.