"Una Iglesia en estado de alerta" Rodolfo R. de Roux, Servicio Colombiano de Comunicación Social, Bogotá, 1983, 190 páginas.Partiendo de una conceptualizapción original, como se supone que es la utilización de algunas categorías marxistas a la comprensión del papel de la Iglesia, su jerarquía y su función, Rodolfo Ramón de Roux incursiona en la temática de las relaciones entre la Iglesia y la Sociedad colombianas en el período de 1930 a 1980. Los antecedentes se encuentran, obviamente, en la firma del Concordato en diciembre de 1887. El acuerdo que entregaba a la Iglesia la dirección de las "almas" y erradicaba la posibilidad de enseñar otras doctrinas religiosas, marcaría además una línea asintótica entre la Iglesia, el Estado y los partidos políticos, en un marco de restricción a la libertad de conciencia, de pensamiento y de opinión que continúa pesando fuertemente en la vida colombiana. Hasta 1930, la Iglesia marcha del lado de la hegemonía conservadora, con toda la vereda por delante. Después de 1930, la república liberal de López Pumarejo amenazó con imponer el matrimonio civil y el divorcio, e imponer la escuela laica, única, gratuita y obligatoria. La resistencia del clero forzó a una negociación en la que se atenuaron los privilegios del clero, pero se dejaron los aspectos centrales del dominio clerical en la educación y la familia.En adelante, y muy imbricada con la cuestión social, la cuestión religiosa jugará un papel clave en los enfrentamientos políticos, tanto en la repulsa hacia el régimen liberal, modernizante y laicista en sus propósitos, que desencadenaría en la caída del segundo gobierno de López Pumarejo, la égida del conservatismo, la dictadura militar de Rojas, y finalmente, el Frente Nacional. Durante todo este tiempo, vinculada estrechamente con los políticos conservadores, la Iglesia juega el papel de un soporte importante, y en los gobiernos de Ospina, Gómez y Rojas estará claramente vinculada a la política oficial, hasta el punto de verse confrontada por los políticos conservadores divididos, cada uno de los cuales espera la bendición, o la obediencia ciega de los sacerdotes, como bastión de su línea política. Desde el 9 de abril, cuando la guerra civil abrió el país en dos campos, la Iglesia se hizo demasiado importante para mantener el statu quo. Ahora, divida entre las tendencias anquilosadas que atienden los compromisos con los partidos políticos y el Estado, y la fracción que busca encontrar un sendero de aproximacion al cristianismo auténtico, la Iglesia se convierte en un escenario dinámico en el que se hace difícil prever los papeles que jugarán sus protagonistas a mediano y largo plazo.El libro de de Roux tiene el mérito de colocar todos estos problemas sobre el tapete, sin tapujos ni encubrimientos, a pesar de que su visión no está alejada, de ninguna manera, de la visión católica.Libardo González