Home

Cultura

Artículo

La gigante estatua de Ramsés II el Grande recibirá a los visitantes. Construyeron el atrio del Gran Museo Egipcio una vez la estatua fue ubicada en 2018. | Foto: foto: afp

MEMORIA

Así es el majestuoso Gran Museo Egipcio o “La cuarta pirámide” de Giza

Más de 1.000 millones de dólares y casi 20 años de trabajo se materializan en este espacio que reveló esta semana en sus enormes dimensiones. El legado milenario de los faraones va a deslumbrar en 2021. Los detalles aquí.

15 de agosto de 2020

En el centro del atrio del museo más grande del mundo se asienta una estatua de Ramsés II el Grande, de más de 20 metros de alto y 83 toneladas de granito. Quizás la más alta de todas, esa imponente figura da la bienvenida a un recorrido por más de 100.000 piezas que ese espacio albergará (como esperan sus constructores) hasta el final de los tiempos. A lo largo del hall principal, 87 estatuas de faraones y dioses egipcios prometen un recorrido inolvidable desde el principio.

A juzgar por las primeras imágenes del Gran Museo Egipcio, la construcción impacta incluso en esta etapa de cierre de obra. La firma dublinesa Heneghan Peng, cuyo diseño ganó la convocatoria mundial en 2003, planteó casi medio millón de metros cuadrados. Si todas las piezas egipcias regadas por otros museos del mundo regresaran, el espacio permitiría mostrarlas en lo que muchos llaman “la cuarta pirámide”. Para ganarse el apodo, sus dimensiones compiten con sus hermanas milenarias, con una estética fuertemente influenciada por ellas. Aparecen pirámides por todos los lados, en paredes, en mosaicos, en techos.

La gran pirámide, única de las antiguas maravillas en pie, está a poco menos de dos kilómetros y genera una nueva experiencia desde los ventanales del edificio.

El museo ya es más realidad que render luego de unos cuantos años. En 1992, el Gobierno anunció los primeros planes y, luego de la notificación de los diseños en 2003, esperaba abrir en 2011. Pero la revolución política en ese año y otros contratiempos dilataron el sueño. Ahora, con todo listo para los toques finales, la pandemia forzó una demora extra, la última, como esperan sus gestores, que confían en que en 2021 el virus haya sido superado.

La casa de los faraones está prácticamente lista y, por tamaño y cantidad, reclamará la atención que merece. Por supuesto superará colecciones como la del Museo Británico, que ostenta cientos de miles de piezas de esa cultura. Hoy muchos piden que ese y otros museos de varios países devuelvan sus tesoros egipcios. Pero más allá de que lo hagan, ya nada se compara con este espacio monumental en Giza, en cuyos ventanales aparecen las pirámides. Además, complementará al Museo Egipcio de El Cairo, un hervidero ubicado en el corazón de la capital que guarda una atmósfera mágica para los egiptólogos. A pesar de eso, ya parecía necesario contar con un espacio para semejante legado. Todo este patrimonio de la humanidad llega a un lugar a la altura de su importancia y adecuado para atraer millones de visitantes.

Tutankamón y la plata

Como era de esperar, el faraón Tutankamón tiene un papel protagónico. La tumba del joven, que murió antes de cumplir 20 años, no deja de cautivar por el misterio que la rodea y la supuesta maldición que persiguió a quienes la descubrieron en 1922 junto con Howard Carter.

De ella salieron más de 5.300 artefactos dorados, entre estatuas, abanicos y joyas, objetos que usó como bumeranes y bastones de apoyo. Curiosamente, también lo sepultaron con unos 60 pares de sandalias.

 Aun así, Tutankamón no deja de ser figura: el museo presentará todo lo encontrado en su tumba en 1922, restaurado como nunca antes. 

Con este museo, Egipto busca reunirlas todas por primera vez, pero hay un problema sobre el cual discuten acaloradamente estos días en Egipto: la reciente gira de 150 de estos objetos por varias capitales del mundo. La cruzada del Rey Dorado llegó a un cese repentino en Londres por cuenta de la pandemia, pero en su paso por París quebró récords al atraer casi 8.000 personas al día y un total de 1,4 millones de asistentes. El consorcio estadounidense Exhibitions International y el Gobierno egipcio sacaron provecho de tal convocatoria, algo positivo si se considera que las ganancias de este último estaban destinadas a la construcción del Gran Museo Egipcio. Pero, como señalaron algunos defensores del patrimonio y una investigación de la BBC, la alianza con esa compañía privada era ilegal. Así, 60 de los objetos escogidos jamás han debido salir de su país. Pero más allá del tema legal, de no ser por la pandemia, la gira se iba a extender hasta 2024, por lo cual hoy la polémica se centra en qué pasará al regresar a una especie de normalidad. Si la gira no sigue, será un reto obtener ese dinero que el joven faraón estaba ‘consiguiendo’ para su nueva mansión.

En términos científicos, las instalaciones cuentan con los laboratorios de restauración más grandes y sofisticados de África y Oriente Medio, que ya operan intensamente. En entrevista con CNN, Zahi Hawass, el antropólogo y exministro de Antigüedades que encargó los trabajos, aseguró: “En 2005, cuando enviamos esa primera exhibición de Tutankamón a Estados Unidos, Australia, Japón y Londres, conseguí 120 millones de dólares para construir estos laboratorios”. Ahora, más de una década después, saca pecho de esa decisión. “Nunca pensé que jóvenes egipcios, genios con manos de oro, lograran lo que logran al devolver la vida a todas las piezas. Eso me cautivó”, dijo.

Paradójicamente, las giras de Tutankamón con objetos que no podían salir de Egipto han pagado laboratorios de restauración de primer nivel que trabajan en lo encontrado en 1922 en su tumba.

El Gran Museo Egipcio tendrá más de 100.000 piezas, con halls llenos de dioses y faraones milenarios.

En efecto, en esos laboratorios atienden figuras de todo tipo, incluso de madera como Sekhmet, la diosa con busto de leona, o la diosa Ammyt, cocodrilo, leona e hipopótamo a la vez. Más allá de la emoción y el honor, quienes hacen estas labores necesitan gran vocación, paciencia y tiempo. Para la muestra, fumigar la parte externa del famoso sarcófago de Tutankamón tomó ocho meses. En otro proyecto, en el que también han sumado sus saberes restauradores japoneses, han hecho especial énfasis en lograr recuperar los tejidos y devolverles la vida.

Todo parece listo para esta gran apuesta, menos la certeza de que la gente podrá ir a disfrutarlo en masa. Pero queda el consuelo de que en proyectos tan inmensos y necesarios no hay coyuntura que logre detenerlos.