Uno de los objetos más importantes de la travesía que realizó Richard Evans Schultes por el Amazonas colombiano fue su cámara Rolleiflex modelo 1927. Schultes (1915-2001), botánico y explorador reconocido por abrir campo en la comunidad científica a la posibilidad de estudiar las plantas alucinógenas para fines medicinales, tomaba fotografías de sus recorridos para documentar las diferentes etnias que se cruzaba en su camino, así como las variedades de flora para sus investigaciones. Su cámara, además de las notas de sus diarios de campo y 40 fotografías que evidencian la abundante riqueza natural del Amazonas, hace parte de la exposición La Amazonia perdida: el viaje fotográfico de Richard Schultes, que se exhibe en Leticia desde el 15 de enero hasta el 23 de febrero y que estará en el Museo del Banco de la República, en Bogotá, del 11 de marzo al 5 de mayo. Schultes llegó a Colombia en 1941 con la misión de inventariar los árboles de caucho que se encontraban a lo largo del río Apaporis. El objetivo se su viaje era encontrar caucho, una materia prima esencial para el gobierno estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. En este primer viaje, que duró siete meses, el explotador catalogó 3.500 especímenes de Hevea. Su trabajo en la Amazonia se postergó durante 13 años, a lo largo de los cuales Schultes encontró y estudió una gran variedad de plantas medicinales y alucinógenas que contribuyeron a lograr avances científicos. Uno de ellos fue el descubrimiento del uso del curare como relajante muscular en intervenciones quirúrgicas. Durante este tiempo, Schultes echó mano de su conocimiento lingüístico (sabía español, portugués, makuna y uitoto) para establecer relaciones con los chamanes amazónicos, quienes le permitieron comprender el poder de plantas como la coca, la marihuana y la ayahuasca. Schultes, quien siempre rechazó de manera enfática el uso de drogas químicas, era conocido -debido a sus estudios- como uno de los gurúes de la sicodelia junto a colegas como Albert Hoffman (científico que descubrió el LSD) y Robert Wasson (botanista que estudió las propiedades medicinales de los hongos). En los años 60, durante la explosión del consumo de drogas en Norteamérica, sus investigaciones fueron interpretadas erróneamente como promotoras del uso de las drogas, y muchas librerías se negaron a vender su libro Plantas de los dioses, tras argumentar que podría inducir a los jóvenes al consumo. Pero el legado de Schultes va más allá. El científico y explorador inspiró a toda una generación de estudiantes de Harvard a convertirse en líderes para la preservación de la selva amazónica, pues dedicó gran parte de su trabajo a crear conciencia sobre la tala masiva de árboles en el pulmón del mundo. Una de sus labores más reconocidas fue la gestión para que el gobierno de Colombia reservara 45 millones de hectáreas para la población indígena del Amazonas. En esta reserva se encuentra una montaña que lleva su nombre: Mesa de Schultes. Su trabajo también inspiró a su alumno Wade Davis a escribir el libro El Río, una biografía de Schultes narrada a través de su viaje por el Apaporis en busca de plantas medicinales. Así mismo, el cineasta caleño Antonio Dorado se encuentra en la pos producción de un documental basado en el libro de Davis, en donde visita de nuevo los lugares que exploró Schultes y tiene contacto con las comunidades que le ayudaron.Comunidades que dan testimonio de que el verdadero genio de Schultes residía en la facilidad para establecer relaciones con ellos, que a ocho años de su muerte trascendieron las barreras culturales y de la ciencia, y que se trasmiten en sus fotografías.