Home

Cultura

Artículo

UN "COCO" PARA LA COCA

¿Quién es el cerebro de la cuña del Banco Cafetero contra el uso de la droga?

13 de agosto de 1984

Cuando comenzó a aparecer en la T.V. el comercial del Banco Cafetero contra el consumo de droga, muchos televidentes pensaron que se trataba de una nueva versión del "Hombre increíble", que se "mounstrifica" y termina volviéndose verde por el efecto de una sobredósis de radioactividad.
Ante la mirada sorprendida del televidente, un muchacho joven y de apariencia sana comienza, al ritmo de los latidos del corazón, a disfigurarse paulatinamente hasta quedar convertido en un repulsivo monstruo de mirada desorbitada y rostro enajenado por la angustia. El mensaje final no tiene, sin embargo, como en el caso del hombre verde nada que ver con la ciencia ficción: "la droga destruye tu cerebro. No consumas droga. Por la dignidad del hombre, Banco Cafetero".
SI SE PUDO
Las campañas institucionales del Consejo Nacional de Estupefacientes venían intentando frenar el consumo de drogas con comerciales basados en el slogan oficial del "sí se puede" involucrado en cursis situaciones que tenían poco poder de convicción. Pero quizás por lo que estas cuñas eran tan poco efectivas era porque se limitaban a hacer una especie de llamamiento moral a los drogadictos, sugiriendo que la droga era mala pero sin profundizar en sus consecuencias.
En contraste con ello, el derrumbe fisico del muchacho de la cuña del Banco Cafetero logra transmitir un mensaje terriblemente directo, que ya no apunta hacia el aspecto moral del consumo de drogas, sino hacia las tremendas consecuencias físicas que trae consigo.
La idea de adelantar esta campaña provino directamente del propio Presidente de la República quien la sugirió al gerente del Banco Cafetero, José Vicente Vargas. Con anterioridad, el nombre del Banco había estado vinculado con otra campaña de interés social, que invitaba a sumarse a la causa de los dos millónes de sordos existentes en el país. Esta vez, sin embargo, se trataba de inventar una cuña lo suficientemente impactante como para que "las adverrencias contra el uso de la droga no cayeran, como en otras oportunidades, en el vacío".
La agencia escogida fue "Holguin y Asociados Publicidad", que maneja la cuenta del Banco Cafetero. Dos semanas duraron sus publicistas obsesionados con el tema de la droga, en función de inventar una cuña que se saliera de lo común. Como caso excepcional, pues por lo general trabajan separadamente,los creativos de la agencia se unieron para pensar juntos, y se repartieron cuanta literatura pudieron encontrar sobre el tema de la droga. Leyeron, por ejemplo, libros como "¿Recuerdas a Alicia?" y "La historia de Mark", y acudieron también a los articulos que SEMANA y Cromos habían publicado sobre el "bazuko" .
Al cabo de ese tiempo surgieron muchas ideas. La primera fue asimilar la droga con armas autodestructivas, para lo cual se presentaron bocetos en los que un cohete iba degenerando en un "barillo". Otra idea fue la de equiparar la adicción a la droga con la declaratoria de guerra a uno mismo, dibujando un adicto cuyo cerebro explotaba en la misma forma que una bomba nuclear. Un tercer proyecto intentaba simbolizar el proceso regresivo que sufre un hombre aficionado a la droga, dibujándolo en sus distintas etapas hasta llegar a la posición fetal. Finalmente se presentó el proyecto que se concentraba basicamente en el desmoronamiento físico que sufre un adicto, desde la caída del pelo y los dientes hasta la pérdida de la lucidez, pasando por drásticas alteraciones en los rasgos faciales, como producto de un grave estado de enajenación mental.
Al serle presentados los proyectos al gerente del Banco Cafetero, éste se mostró partidario de insistir en el de la transformación física del adicto, pero con un cambio en el "slogan" original: pidió que en lugar de "la droga es destrucción, no se autodestruya", se hiciera énfasis en que la droga desfigura la apariencia física pero principalmente destruye el cerebro. De ahí surgió la cuña que actualmente tiene tan impresionados a los televidentes colombianos.
Sin embargo, del dicho al hecho hay un trecho. Una cosa era pensarla, y otra muy distinta filmarla. Holguín y Asociados buscó para este efecto al argentino Gustavo Moris, dueño de la compañia "Factor Cine", al que se le encargó la difícil misión de transformar a punta de maquillaje a un joven saludable en un muchacho envilecido por la drogadicción.
Gustavo Moris, luego de consultar un libro de "maquillaje tridimensional" de donde surgieron las principales ideas para la metamorfosis del modelo, se puso a su vez en contacto con el neoyorquino Bob Landen, maquillador de la cadena norteamericana ABC y responsable del maquillaje de los "habitantes" del "Planeta de los simios"; el trabajo que se le encomendó a Landen fue el de fabricar una escultura sobre la cara del modelo, a la que se le irían adicionando prótesis de espuma de goma que servirían para exagerar los rasgos físicos del modelo en cada una de las etapas de su adicción.
En total se filrnaron 250 pies de película, divididos en doce escenas de 18 fotogramas cada una. Gracias a ello la metamorfosis del modelo se produce como una sola secuencia, que era algo tremendamente difícil de lograr ya que terminada de filmarse una escena y añadidos los correspondientes rasgos del maquillaje--lo que tomaba un tiempo aproximado de 45 minutos--, la siguiente escena debía comenzar a filmarse manteniendo la misma posición de los ojos del modelo con el objeto de que no se notara que había habido una interrupción. El más leve error habría significado filmar todo nuevamente.
Terminada la filmación de la cuña, era necesario editar la película. Pero una vez editada, aún faltaba otra etapa: la desintegración y sobreposición de escenas, para que la metamorfosis cobrara vida ante los ojos de los televidentes. Esto se logró a través de un sofisticado aparato electrónico llamado mirage, que fue el que le dio el toque final a la cuña. En total, el costo de su filmación fue de 3 millónes y medio de pesos.
UN ADICTO MODELO
Pero el maquillaje no lo era todo.
Para conseguir el efecto buscado era necesario que el modelo utilizado fuera un actor capaz de imprimirle a su rostro gran expresividad. Para ello fue escogido Alvaro Restrepo, un colombiano de 23 años, egresado de la Escuela de Arte Dramático de Bogotá, y quien en la actualidad vive en EE. UU., donde toma clases de ballet.
Como dato curioso, al contrario de lo que se imagina el televidente, el rostro del muchacho sano en la primera escena tiene tanto maquillaje como el rostro del muchacho embilecido en la última.
En conjunto, el gerente del Banco Cafetero, los creativos de Holguin y Asociados, el argentino Gustavo Moris, el neoyorquino Bob Landen y el modelo Alvaro Restrepo lograron apuntarse un hit publicitario con la creación de este comercial. Muy pronto comenzarán a circular afiches con la secuencia de la espantosa metamorfósis de Restrepo, que serán colocados en lugares estratégicos de las principales ciudades del país, como una primera etapa de una gran campaña que apenas comienza. Y aunque aún no se sabe a ciencia cierta si la cuña ha logrado rescatar a alguna víctima de la drogadicción, en los televidentes que la han visto ha causado por lo menos un impacto suficiente como para jugar un papel preventivo que quizás logre evitar que la droga cobre tantas víctimas en el futuro. -