“¿Cómo están?”, pregunta Steven Tyler en español, mientras el público enloquece. Junto a él, con actitud de “todo me importa un orto” está Joe Perry, considerado por Revista Rolling Stone como uno de los 100 mejores guitarristas del mundo. Simultáneamente, y con aire de leyendas, aparecen Brad Whitford, segunda guitarra; Joey Kramer, baterista; y Tom Hamilton, “el crack” del bajo.  Cada uno, muy a su manera, se encarga de ocupar un lugar en el escenario y abrir el Rock N Roll Rumble 2016, la gira que podría ser el adiós de la banda.Son alrededor de las 9:00 pm y “I‘m back; i‘m back in the saddle again. I‘m back; i‘m back in the saddle again”, es lo primero que se escucha en el Parque Simón Bolívar. Tanto el público como los demás integrantes de Aerosmith saben que eso significa que Tyler, cargado de brillantes, cuero, joyas, estampados y sensualidad, ya salió a hacer lo que mejor sabe: ser un showman. El vocalista de 68 años, que a mitad de año lanzó We‘re All Somebody From Somewhere -su primer proyecto como solista y una de las razones por las que se especula que la banda se distancia-, camina por la tarima y se apropia de la base del micrófono como si fuera una extensión de sí mismo.  Mientras canta y se deja envolver por la brisa de Bogotá, los miles y miles de fans corean y de vez en cuando saltan o levantan sus brazos. Durante una entrevista en los Estados Unidos con Howard Stern, Tyler -quien en realidad se llama Steven Víctor Tallarico- , aseguró que ama Aerosmith con su corazón, pero que es hora de hacer una gira de despedida. Sin embargo, no descartó la posibilidad de que “esa última gira” fuera eterna. Como era de esperarse, la entrevista se viralizó y ante todos significó la despedida de la banda para siempre. Sin embargo, Joe Perry, de 66 años, aseguró en junio a la Revista Rolling Stone que no está seguro de que esa sea su última gira: “no sé si me siento cómodo diciendo ‘última gira’, pero ya veremos lo que pasa”. Agrega que las probabilidades se inclinan a un adiós y que las aseveraciones de Tyler son solamente opiniones: “siempre aguanto la respiración cuando Steven da una entrevista solo”, dice Perry.Pero estos no son los únicos problemas internos. Durante un concierto en el Hollywood Vampire‘s, el mismo Perry se sintió indispuesto, intentó seguir tocando y finalmente se desmayó frente al público.  Hay quienes dicen que no solo estaba cansado, sino que fue una manifestación de su vejez y que la banda, que tiene casi 50 años de trayectoria, ya está al límite de su “jubilación”. Por lo pronto, con Chile y Argentina como siguientes paradas, el tour “de despedida” sigue en pie y en esta ocasión hace temblar el suelo de la capital colombiana. Luego de que la banda abre con Back in the Saddle y continúa casi una hora y media con Love in an Elevator, Crazy, un cover de Come Together de The Beatles, la icónica I don´t want to miss a thing, entre otras, apaga las luces del escenario y las vuelve a encender. El público está a la expectativa, pero Hamilton, de 64 años; Kramer, de 66; y Whitford, de 64, se miran entre sí con complicidad y luego anclan sus ojos sobre el público. Tyler, por su parte, ya está sentado frente a un piano de cola y se ha cambiado el atuendo. Ahora es más brillante. Con una afinación que parece no costarle, Tyler canta, “every time when i look in the mirror all these lines on my face getting clearer”, a continuación se escucha un barullo arrollador. Se trata del público que grita y prácticamente aclama Dream On, la canción con que Aerosmith ha decidido cerrar su tercer concierto en la ciudad. “The past is gone It went by like dusk to dawn. Isn‘t that the way, everybody‘s got the dues in life to pay”, y entonces, se adhiere a la canción el resto de Aerosmith. Al tiempo, un avión que probablemente está llegando a la ciudad sobrevuela el parque. Aunque es ajeno, quizá le da un poco más de sentido al tema: “yeah, i know nobody knows where it comes and where it goes. I know it´s everybody´s sin you got to lose to know how to win (…) dream on, dream on, dream on”.La canción se acaba, el público también. La expresión en los rostros de los asistentes es de satisfacción. Nadie allí quisiera estar en otro lugar. Con un “bye” Tyler se despide, la banda deja el escenario y los más de 20.000 asistentes emprenden el éxodo para salir del parque y -eso es seguro- también por intentar no olvidar el concierto de esta  noche en Bogotá.