Explorar las dos caras del oro en Colombia. Esa fue la misión que, en 2012, el reconocido fotógrafo de The New York Times y National Geographic, Stephen Ferry, se puso junto a su hermana Elizabeth, una antropóloga especializada en temas de minería.Pronto se dieron a investigar. Él desde la imagen y ella desde la academia, y el resultado es Batea, un libro que saldrá a la luz en los próximos meses y que ofrece dos visiones de la explotación aurífera, especialmente de su lado humano. La obra muestra su encanto milenario, que se ha convertido en la fuente de un lucrativo negocio multinacional. También, da fe de su poder destructor, pues en Colombia el oro ha sido el combustible de grupos armados ilegales, de espirales de violencia y de enormes injusticias.Ferry, famoso en el país desde que en 2012 publicó uno de los libros de fotografía más impactantes hecho desde los campos de batalla de la guerra colombiana, Violentología, busca ahora que su nueva obra produzca no solo una experiencia visual, sino también una reacción táctil en el lector.La portada muestra una espiral que representa la batea que usan muchos mineros para buscar oro, y en el centro del instrumento habrá una laminilla de oro. Con ello, Ferry quiere reconocer a quienes consiguen el metal precioso sin usar mercurio. “La extracción de oro”, dice Ferry, “es una experiencia física. Por eso el libro es un objeto que juega con materiales para hacer sentir la tierra, la roca, el oro y el mercurio”.El proyecto, que llevó a los hermanos Ferry a viajar por las regiones claves de la explotación de oro en el país, ha sido posible gracias a una beca de la Fundación Magnum que ganó Elizabeth. Sin embargo, los autores todavía buscan fondos para finalizarlo a través de una plataforma de donaciones que se encuentra en Kickstarter. Allí, el propio Ferry presenta un video de la maqueta del libro y explica su contenido para conseguir patrocinadores.Semana.com: Usted ya hizo un libro sobre el conflicto armado en Colombia, ¿por qué seguir indagando este tema?Stephen Ferry: Porque hay una realidad que no se conoce todavía sobre el conflicto, y es la del minero artesanal. En la historia del país, este personaje siempre ha estado en medio de la confrontación entre el Estado, los grupos al margen de la ley y las grandes multinacionales.Semana.com: ¿Cómo se distingue esta de las clásicas historias del conflicto?S.F.: Queremos dar a conocer otra mirada al oficio minero, sin estigmatizarlo, más bien entendiendo su relación con el oro.Semana.com: ¿A qué se refiere con la relación del minero con el oro?S.F.: El oro tiene un papel en el conflicto armado desde 2011 porque es una fuente de financiación de grupos armados. Este material tiene la historia de personas reales que están en medio del rebusque. El oro tiene una fascinación para el ser humano: es inevitable, la gente lo usa para sus matrimonios, lo vemos en patrimonios nacionales, para prácticas sagradas y tiene algo que realmente mueve a la humanidad en un plano metafísico.Semana.com: Su libro explora las dos caras del oro. ¿Cuáles son estas?S.F.: Una es la mirada negativa, donde todos hablan de los estragos y la violencia. Y está también la visión de las empresas que glorifican el oro y no reconocen el sufrimiento ni la injusticia social que implica para los pobladores de las zonas mineras.Semana.com: ¿Cómo hizo para llegar a estos lugares que todavía tienen presencia de grupos armados?S.F.: Hay que entrar con alguien conocido y no hacer preguntas indebidas. Muchos mineros incluso dirán si tenemos que pagar vacuna, pero no se puede preguntar para quién. Y hay que respetar si una persona no quiere hablar del tema. No hay que insistir porque peligra la vida. Yo visité todo el bajo Cauca antioqueño: Bagre, Zaragoza, Segovia, Buriticá, Mompox, entre otros.Semana.com: ¿Qué pasa con las mujeres en la minería?S.F.: Hay supersticiones con ellas en este oficio. En la mayoría de las minas del mundo casi nunca hay mujeres en el socavón. En Bolivia dicen que es de mala suerte. Aquí uno puede encontrar la mayoría de ellas en la superficie trabajando en escombros y desechos.Semana.com: ¿Cuál es el diagnóstico de la situación de los mineros?S.F.: La situación es injusta con el pequeño minero tradicional. Esto, sin embargo, no significa que todos ellos sean ángeles. Pero sus condiciones de trabajo son precarias, y las implicaciones las suelen sufrir ellos, además del medio ambiente.Semana.com: ¿Con qué personajes se encontró durante su investigación? S.F.: En Mompox conocí a Elisa Trespalacios, una maestra en filigrana que hace peces de oro. En esa ciudad nació esta forma de arte con influencia árabe e indígena. Esos pececitos dorados son los mismos a los que se refiere Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. Conocer a Elisa fue una experiencia mística. Además me confirmó que la literatura de este país siempre ha reflejado la realidad.